Paso mi mano por su muslo derecho, con fuerza, y la penetro con más fuerza, haciendo que ambos estallemos en un mar de gritos y jadeos.
La doy vuelta con un movimiento de mi mano en sus costillas, y la hago colocarse en cuatro, sin esperar que ella reaccione. La tomo de las nalgas, clavando mis uñas en su piel tostada, haciendo que emita un gemido.
–Calla –grito dándole una nalgada fuerte, que le hace encorvar la espalda ante la inesperada golpiza–. No te he dado la orden para que gimieras y disfrutes.
La veo asentir mientras sus cabellos color castaño oscuro se ven bastante despeinados ante los movimientos bruscos que le hago. La penetro con fuerza y ella escapa un grito de dolor lleno de excitación. Al ver que comienza a gemir, aumento la velocidad. Acabo antes que ella y me alejo de su cuerpo desnudo antes de que se dé cuenta siquiera de que lo planeaba hacer, dejándola insatisfecha. Me siento a la orilla de la cama y me comienzo a colocar un bóxer negro. Ella se acerca a mí por detrás y se queda cerca de mi espalda, a una distancia prudencial que ya antes le había marcado.
– ¿Te has cansado? –pregunta con un tono meloso, como un gato ronroneando en busca de afecto desesperado. En su voz se nota el jadeo constante.
–No, pero tengo que irme a un asunto de trabajo –contesto fríamente mientras me coloco el pantalón, las medias y los zapatos.
–Podríamos divertirnos más, aún me has dejado con ganas...
–He dicho que no. –La miro a los ojos con rudeza y frialdad, dado a entender que ya habíamos terminado.
Ella asiente, dolida, y me ve colocar las últimas partes del traje negro que llevo puesto, con una corbata gris.
–Ahora un chofer te llevará a tu casa, como habíamos acordado hace unos mese. Hoy era nuestro último día –digo a modo de despedida.
Ella asiente de nuevo, sin saber qué contestar.
– ¿Volveremos a vernos? –pregunta antes que yo salga de la habitación.
Me detengo, con una mano en la puerta, y doy vuelta el rostro para verla.
–Todo puede pasar –sonrío de lado con un guiño en el ojo y salgo de allí sin mirar otra vez atrás.
Si la vuelvo a ver, no la recordaré. Pienso y me río interiormente mientras salgo de mi edificio. Camino por el estacionamiento y encuentro a mi guardaespaldas, sentado en mi nuevo auto, un Audi R8 color negro, cuatro puertas.
–Veo que ni respeto tienes por mi auto nuevo –bromeo haciendo que él salte de su lugar y limpie donde había estaba apoyado.
–Sí que me ha asustado, señor.
–Taylor, necesito que me lleves a la empresa. Hay una estudiante de Universidad que quiere hacerme una entrevista. Supongo que debería llegar antes yo que ella. Te doy el honor de hacerme llegar cuanto antes, Taylor –inquiero mientras subo al auto, en la parte trasera.
Me acomodo y aspiro el olor a auto nuevo, una de las pocas cosas que me gustan. Miro los edificios pasar y siento que en cada uno de ellos hay una persona viviendo que posee tantos problemas como cualquier otro, tratando de luchar y sobrevivir contra el mundo al igual que miles de otros.
Pensando en esas cosas me doy cuenta que hemos llegado. Abro la puerta del coche y salgo, dándole instrucciones a Taylor de no esperarme.
Entro a la oficina y todos me saludan al pasar con gran simpatía fingida. Les contesto con un movimiento de mano o cabeza muy ligero, no necesito que me saluden y finjan que me aman. Subo el ascensor y entro a mi oficina. Me siento en mi silla y espero a que me llamen por el teléfono para avisarme que la señorita Kavanagh se encuentra ya aquí. Miro por el vidrio, hacia la ciudad. Me siento tan pequeño...
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Fifty Shades Intended to Love [Primer Puesto concurso Fan Ficción]
FanfictionChristian Grey. ¿Qué hubiera pasado si Katherine Kavanagh no se hubiera enfermado? ¿Qué hubiera pasado si Anastasia y él no se hubieran conocido? ¿Él seguiría siendo el mismo? Sólo hay que saber que, el destino, a veces nos cambia las reglas del jue...