Heterocromia:
Es una mañana nublada, pero cálida, pareciera que va a llover. Era justo el tipo de día que le gustaban a Ita. Cuando escucha la voz de una mujer en la casa.
- Vamos! Llegaras tarde a la escuela, cielo.
- ¡Si mamá! ¡Ya voy...! -Contesta una joven de cabello negro mientras baja las escaleras con un buzo gris de cuello alto y cierre hasta el pecho, con un pantalón negro, y unas botas militares-...Ya estoy lista, me voy. Suerte en el trabajo, Te amo! -Dice mientras besa la mejilla de su madre y se despide. Al cruzar la puerta se encuentra con su mejor amigo-...Reed!!
- Hola Ita.-Dice el chico de pelo negro con una campera blanca de mangas negras y capucha-... ¿Cómo estás?...
- Bien, tengo sueño aun...-Y así, ambos se encaminaron a la escuela. Ita vivía sola con su madre, nunca conoció a su padre y no tenía hermanos. El resto de su familia no le agradaba, así que evitaba el contacto con ellos. Siempre fue una chica enérgica, y trataba de ayudar en lo más posible.Su madre era lo más importante en su vida. La única persona que siempre estuvo, y la única persona para la que estuvo en todo momento. Su madre y ella eran una. Inseparables. El amor por ella era más grande de lo que creía. Su madre al ser soltera hizo el papel de padre y madre a la vez. Consiguiendo trabajo y trabajando para que su hija pudiera ser feliz.
Ambas se contaban todo, y vivían la una para la otra.
Ita era feliz en la escuela. Solo con sus pocos amigos. No necesitaba llevarse bien con todos. Pero todos le trataban bien, ya que ella hacia lo mismo.
Nunca sintió que estaba sola y nunca necesito que alguien le consolara, no había penas en su alma que deseara que consolaran.
Solía estar sola, excepto por Reed. No hablaba mucho y le gustaba escuchar. - Reed, crees que está bien?... - Que cosa? - Ser distante... - No creo que este mal...-Reed, su mejor amigo. Sumiso y tranquilo, la única persona que pasaba tanto tiempo con ella, parecían hermanos. A pesar de que en un principio no se llevaban bien, en poco tiempo llegaron a ser los mejores amigos. Hace mucho tiempo que se conocen. El día pasó rápido, como todos. Siempre era divertido para ellos, así que el tiempo pasaba rápido. Al regresar a casa, ambos chicos veían algo extraño. Y se veía cada vez peor a medida que se acercaban al lugar. Vieron como los policías sacaban algo grande en una bolsa negra, ella lo reconoció al instante, esa era la bolsa para los cadáveres. Comenzó a correr hacia donde estaba la bolsa, esquivando a las personas que intentaban detenerla, y en cuanto llego, abrió el cierre de la bolsa sin dudarlo. Un frío le recorrió el cuerpo al ver el rostro de su madre sin vida. Acerco una mano a su mejilla y sintió el frío de su piel.- Mamá?...-Le hablo al cadáver-...No te ves bien..... Te sientes bien?...-Observo al forense que estaba congelado por la pregunta de la chica-...Porque se la llevan?...-El hombre bajo la mirada y el rostro, se apenaba de intentar decirle lo que obviamente había sucedido-...Esta enferma, verdad?.... Mamá, te pondrás mejor, ya verás! -Dijo con una sonrisa, dejo un beso muy tierno en la frente y mejilla de su madre, y entro a la casa, ante la mirada atónita de todos los presentes. La sangre en varios lugares de la cocina y sala, fotografías salpicadas de su sangre, rastros de rasguños, como si alguien se hubiera aferrado a las paredes. Nada era extraño a los ojos de la chica, realmente lo que sucedía le tenía sin cuidado. La realidad era demasiado cruda en ese mismo momento, no pudo digerirlo. El pensar que su madre estaba enferma era una mejor opción antes de creer que ese montón de carne mutilada era su madre. Su miraba de clavo en el suelo y sus ojos comenzaron a llenarse de lágrimas, no comprendía porque lloraba, después de todo nada malo había sucedido, ¿verdad?
- Ita, ¿estas bien?..-Pregunto su amigo mientras ponía una mano en su hombro-..No te ves bien.
- No, ¿verdad? Haha… -Una sonrisa se dibujó en su rostro y miro a Reed mientras reía divertida por alguna razón. Se levantó y se encamino hacia su cuarto, cerrando la puerta tras de sí. Miro arriba de su cama y vio su peluche, Edward, un perro de color blanco, con una pañoleta roja en el cuello.-...Buenas noches… -Le dijo, y se recostó en la cama, abrazándolo contra su pecho. Podía sentir la angustia de estar sola, sabía que no volvería, sabía que nunca sentiría el calor de su madre, ni un beso en su mejilla, ni hablarían durante la cena-..Mamá nunca me faltara..-Pronuncio en voz baja al muñeco entre sus brazos y quedo levemente dormida.
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Creepypastas poco concidos
ParanormalRecopilación de varios creepypastas poco conocidos y valorados pero que aún así siguen siendo buenos. Todos los derechos a sus respectivos dueños.