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—¿Cuál es tu maldito problema?

Wheein era conocida por su buen humor contagioso y un aplastante optimismo consumaba cualquier opinión hacia ella. Incluso esa mañana despertó como todas las demás en sus diesciseis años de vida, desayunó y salió de su casa corriendo al ver que llegaba tarde a la secundaria.

—¿Qué dices? Whee-

—¡Já! Como siempre, la correcta señorita Yongsun actuando el papel de mosca muerta.

—Por favor, Jung, calma ese temperamento y volvamos a nuestras clases de una bu-

Yongsun se vio acorralada por aquella rubia y jaloneada después de segundos hacia el deposito al final del pasillo. Wheein puso el seguro a la puerta antes de girarse y apuntarla con un dedo, totalmente furiosa y fuera de sí.

—Haré que tu mascara caiga, Kim. Lamentarás haber jugado con mi hermano, ¡serás mujer muerta para cuando sea hora del almuerzo! —la pelinegra no encontraba su propia voz, ¿en serio estaba sucediendo ésto?

Supo que Wheein hablaba en serio en cuanto saltó sobre ella y ambas cayeron al piso, Yongsun amortiguando todo a la par que chillaba de dolor.

Rodaron por el piso, sus cabezas revotaron contra un par de patas de pupítres, Wheein seguía gritándole improperios y Yongsun tiraba de su cabello alejando a la loca niña todo lo que podía. En algún punto acabaron al ras de una pared del cuarto, la mayor logró zafarse del agarre que Jung ejercía sobre ella con una fuerza inhumana y a los segundos estuvo corriendo a la puerta, luchando contra el seguro.

—Sunnie, Sunnie, Sunnie~ Tan inocente, debil —Yongsun se miraba deliciosamente patética a los ojos de la rubia, lo cual arrancó una sonrisa intimidante en sus labios, oscureciendo su mirada para la mala suerte de la chica que ahora tenía acorrala contra la puerta—, idiota, desconsiderada, falsa, estúpida, desalmada y ahora... Sin salida alguna. Gracioso, ¿no? Andas por ahí fingiendo ser perfecta —torció su boca a medida que acaba la última palabra y agudizaba su voz con ironía—, amable, conciderada, solidaria, tolerante, buena alumna, chica de casa, no fiestas ni alcohol, nada de novios y escuchando a los profesores siempre.

—Wheein, p-por favor... —en ese punto, para la pelinegra no estaba en su poder detener las lágrimas, saladas y amargas como agua de mar, exactamente esa comparación coincidía con la cantidad que fluían por sus mejillas, y su cuerpo volviéndose tembloroso.

—Crees que puedes ilusionarlo, jugar con él, con sus jodidos sentimientos... ¡Pues no! ¡No, Kim, tú no tienes derecho! ¡Y llora más fuerte, anda, hazlo más desgarrador, así no puedo seguir escuchando a Hoseok en mi cabeza, gimoteando de sufrimiento por tu madita culpa!

—Yo... Uh, lo sien- —sollozó atragantándose con su saliba al sentir a la menor tomar sus hombros y azotarla contra la puerta—. ¡Por favor! ¡Voy a explicarlo!

—¿Qué es lo que piensas explicar, imbécil? —si su madre la escuchaba, oh, pobre de ella y su salud. La señora Jung no era partidaria de los insultos, pero eso no iba a detener a su hija. Wheein haría justicia, por Hoseok, por Eric, por Seokjin y por cada chico que puso su atención en ella, ilucionando a sus corazones y siendo pisoteados por Yongsun al final.

—Wheein, escúchame, por favor, ¡te lo suplico! ¡Jamás hablé más en serio, lo juro!

Yongsun tuvo que soportar la mirada de esa pequeña rubia por al menos un largo tiempo, una eternidad si le preguntan. Finalmente Wheein suspiró con el cabello revuelto, el uniforme echo un desastre y su maquillaje ligero algo corrido.

—Te doy cinco putos minutos y nada más. Habla.

Sin soltar a Yongsun de los hombros y casi sobre ella, una serena pero peligrosa Wheein enarcó una ceja, expentante a la tontería que la otra chica en el aula pensaba soltar. O eso era lo que esperaba.

—Nunca jugué con Hoseok, no sé a qué te refieres con lo que me gritas. Yo no estoy interesada en ningún chico ahora... —desconectó su mirada con la de Wheein y su húmedo rostro enrojeció— Así que no puedo ser culpable de todo eso que me haz acusado. Si Hobie salió lastimado lo lamento, me disculparé con él por no haber sido clara desde el principio. Sé que suena tonto ahora porque ya es tarde, pero le diré la verdad y acabaré con todo, ¿está bien?

—Dices... Dices que hay una verdad, ¿a qué te refieres con eso?

—Wheein, no me gustan los hombres.

La mencionada se tensó en su lugar, sus manos soltaron a Yongsun y ambos brazos cayeron a los costados, tiesos.

—¿Eres-

—Sí, soy lesbiana.

Oh, madre calabaza.

—También me gusta alguien...

—Cállate, Kim, no quiero saber sobre tu homosexual vida amorosa.

—¿Por qué tienes que tratarme así? Ya te dejé en claro que no fue mi intención hacer sentir mal a Hoseok, ni siquiera sabía que le gustaba ¿Acaso ahora me odias aún más porque soy una sucia lesbiana?

—¿Y eso a ti qué? No debería importarte mi puta opinión respecto a tus preferencias, de todas formas.

—¡Lo hago! ¡Me importa mucho, idiota!

—¡La idiota eres tú!

Yongsun giró, mareada por la cercanía y el perfume de aquella rubia, al igual que la fuerte mata de emociones que rondaban en su cabeza en esos momentos. Sacó el seguro a la puerta y el aire de sus pulmones.

—Claro que soy una idiota, pero tú, Jung Wheein, lo eres todavía más, porque he estado observandote desde el primer día que llegaste y nos topamos en el baño de chicas. Ahora me iré, que tengas buena mañana.

Y Yongsun limpió sus últimas lágrimas, sabiendo que no iba a volver a sus clases de nuevo. Pensaba encerrarse en un cubículo del baño y llorar en silencio hasta secarse, marchitar sus pétalos y morir de una vez por todas.

ғ ɪ ᴠ ᴇ   ᴍ ɪ ɴ ᴜ ᴛ ᴇ s    «wheesun»Donde viven las historias. Descúbrelo ahora