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Año 1740

Keira Mcllister, pelirroja, irlandesa, estaba mirándose al espejo una vez más, su cabello volvía a estar largo, aunque se había acostumbrado al uso de pantalones y camisas en vez de los grandes vestidos y corsés. Hace dos años que había llegado al nuevo continente y hace algunos meses había conseguido un hogar en Derry, tenía un talento que otras personas no, sabía sobre hierbas y algunos conocimientos en medicina natural y por esa razón había sido enviada a ese lugar.

Las constantes batallas por el territorio hacían que día a día su hogar, ubicado en Neilbolt 27, estuviera lleno de personas heridas, le habían habilitado esa casa debido a la existencia de un pozo cercano a aquel lugar.

Ese día la chica estaba atendiendo algunos soldados que habían llegado, algunas de las mujeres que residían en Derry le ayudaban cuando estaban desocupadas pero en esta oportunidad estaba totalmente sola tratando de salvar la vida de 3 hombres que requerían toda su atención.

Uno de ellos tenía una herida de bala en un hombro, la chica le advirtió de la posibilidad de perder su brazo en caso de que una infección se extendiera. Le dejó con un ungüento para volver a él luego de salvar a los otros hombres.

Un segundo no paraba de sangrar, tenía una fractura expuesta en su fémur y sin el doctor allí sería imposible el hacer un procedimiento quirúrgico, sólo le dio algo para aliviar su dolor y le informó al capitán que no había mucho que hacer.

Su recorrido termino en un chico altísimo, pasaba la media de los soldados, de cabellos rubios oscuros y profundos ojos de color verde olivo. Se afirmaba el estómago pero estaba muy calmado, casi parecía que no sentía dolor. Al llegar se percató que el chico también requería de un procedimiento quirúrgico, pero de menor complejidad, lo que le sorprendió fue saber que una espada había cortado parte de sus músculos abdominales lo que provocó que su intestino se asomara por la herida. Lo relevante era que la herida no parecía de gravedad si se trataba de buena forma.

- ¿Cómo fue que le hicieron esto? - El chico sonrió al ver la cara aterrada de Keira.

- En el campo de batalla ocurren muchas cosas, quien iba a pensar que me utilizarían como afilador de cuchillos - El rubio sonrió ante su comentario, le había parecido lo más gracioso en aquel momento, la chica soltó una risita debido a lo contagiosa que era la del hombre.

- Debemos operarle pero el médico estará aquí en unas 2 horas, se supone que llegarían junto con él pero se adelantaron...

- ¿Y tú no operas? Me gustaría que tú fueras la que tratara mi herida, no un doctor - Le dijo en un tono que a Keira le sonó a un coqueteo.

- Yo no podría, siempre asisto al médico...

- No me importaría morir en tus manos... -Él volvió a soltar una carcajada, ella no lograba entender el humor tan extravagante del rubio.

- Pues a mí sí, será mi conciencia la que no estará tranquila si llega a morir en el pabellón - La chica se iba a ir de allí pero el rubio le tomó del brazo con su mano libre.

- Soy Nathan Byrne, y no temo morir en las manos de la señorita... - Hizo una pausa pidiéndole su nombre.

- Keira Mcllister - Dijo en un tono seco, él sólo la estaba retrasando, aunque también veía una oportunidad para mostrar que podía ser tan competente cómo el doctor Connolly, su mentor.

- Bueno Señorita Mcllister, no temo morir en sus manos, sería una forma heroica de hacerlo, y por su mirada puedo notar que usted desea hacer esto tanto cómo yo confío en sus manos - La chica se hizo a un lado murmurando bajo, deme dos minutos.

Beatiful Fear [Pennywise]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora