Narra Evangelina: al escuchar esas palabras sentí que mi corazón dejó de latir, me quede congelada, no podía moverme aunque quisiera, solo una cosa pasaba por mi mente, ¿a donde vamos?
Me arregle lo más rápido que pude, me puse mi abrigo, mi pantalón y mis botas a juego, salí con mi padre, no veía a mi madre en la casa, me comía la desesperación de saber donde se encontraba mi madre, mi papá solo se limitaba a caminar muy rápido, me empezaba a preocupar, nos empezamos a adentrar al bosque, hacia frío, sentía el frío penetrando en mis huesos, entre más caminábamos más miedo me daba, hasta que por fin paramos en medio del bosque, había mucha escarcha blanca, nuestras huellas se alcanzaban a distinguir, pero había algo que me llamaba mucho la atención, era una línea de sangre sobre la escarcha, una línea que cada vez se hacía más notoria, la línea se perdía sobre los árboles, mi curiosidad pudo más y me iba acercando cada vez más, mi padre solo se limitaba a observar cada uno de mis movimientos, eso me desesperaba, seguí avanzando y lo que vi detrás de los árboles me dejó más helada de lo que ya estaba......Era mi madre, su cuerpo estaba tendido sobre la nieve, la línea de sangre era de ella, al acercarme más sentí mi cuerpo desvanecerse sobre la nieve, caí de rodillas, quería llorar pero las lagrimas no me salían, la abracé tan fuerte que no la quería soltar, lo que me dejaba muy confundida era la expresión de mi padre, el no se movía para nada, su vista estaba perdida como si no le importara en lo más mínimo lo que le pasó a mi madre, hasta podría sospechar que él había sido él causante, cosa que no deje pasar por alto y lo encare
Evangelina: dime que tú no lo has echo, dime que no has sido tú el que ha echo esta atrocidad
El solo se limitó a verme y una sonrisa malévola se formó en su rostro
Adrian: que te hace pensar que fui yo pequeña?
Lo decía con un cinismo que ni si quiera hacia el mayor esfuerzo por ocultarlo, mi enojo pudo más y me lancé sobre él aún sabiendo que me doblaba la estatura y la edad, aún de saber que tenía más fuerza que yo, quería matarlo con mis propias manos, hacerlo pagar de la manera más cruel lo que él le había echo a mi madre, el sujeto mis manos y yo quedé boca abajo de el,
Adrian: basta pequeña fierecilla, no podrás contra mi y si no quieres que tus hermanos terminen igual que tú madre, tendrás que hacer todo lo que yo diga, entendiste?
Mi miedo pudo más, solo me limité a observarlo y asentir con la cabeza, sentía que mi fin estaba cerca y eso me aterraba....
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Escarcha blanca
RandomInicios del siglo XVII, Evangelina hija de un leñador y de una costurera, conoce a un encantador joven que la llevará por un camino de amor, felicidad, sufrimiento y ocultando por su parte un secreto... si como Evangelina quieres descubrir el secret...