Capítulo cincuenta y cuatro.

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**Ya llegamos a los 8k lecturas, me siento muy agradecida con ustedes y esperemos que muy pronto lleguemos a los 10k.
También quiero decirles que esta historia (en escritura) ya le falta poco para el fin. Bai.**

***

Lo último que recuerdo es a Harry sacándose la ropa al igual que lo hizo con la mía para terminar acostándose a mi lado en la cama, acariciando mi cabello mientras me platicaba una historia de su primera vez comiendo un dulce mundano.

Me quedé dormido entre sus manos sobre mi cabeza y su voz profunda inundando la habitación.

Estiré mi brazo al otro lado de la cama para buscar el cuerpo de mi acompañante nocturno, pero las frías sabanas me lo negaron, abrí lentamente los ojos y me senté en la cama.

—¿Harry? —no hubo contestación.

Lo único que escuché fue el ruido fuera de la alcoba, saqué las piernas de la cama y me paré buscando mi ropa tirada pero no la encontré. Así que busqué entre los cajones para ponerme algo cómodo, una sudadera negra y una pantalonera de igual color, ambas me duplican la talla.

Caminé por los pasillos guiándome por el ruido que salía de un cuarto cercano, unos minutos después me encontraba en el marco de la entrada a la cocina observando en silencio al chico sin camisa y de grandes tatuajes del que estaba enamorado, moviendo las caderas al compás de que preparaba algo extraño.

No dudo que me veía como un estúpido acosador, babeante y sonriente pero no podía quitar mis ojos de los de movimientos del rizado. Eso hasta que me di cuenta que estaba cantando y me acerqué más él, sin que sintiera mi presencia.

Harry se paseaba por la cocina agarrando diferentes cosas del lugar, su voz estaba muy baja pero en cuanto estuve lo suficientemente cerca para entender las palabras, la sangre se me congeló.

El bosque del diablo te buscara, por la medalla de tu corazón, escóndete en la oscuridad y no grites...

No pude respirar bien, esa canción... mierda, esa canción ya la he escuchado antes. En un sueño. ¿Cómo era posible?

Retrocedí tanto por tal impresión que choqué con una mesilla negra causando un poco más de ruido y al demonio mirándome de repente.
Avergonzado, traté de actuar normal.

—Hola amor. —saludó sin más—. ¿Estás bien?

Joder.

—Amh... sí.

—Ven aquí, precioso. —y continuó con su tarea de alimento.

Hice lo que me dijo, me acerque a él tratando de no verme tan confundido. Dejó un poco su trabajo y me besó rápido, preparaba un asqueroso licuado con diferentes tipos de sangre y frutas raras.

—Una mezcla poderosa que ayuda a calmar la sed de almas. —comentó—. Creo que es más una idea que algo real pero me funciona.

Yo trataba de ponerle atención pero la escena cantando lo anterior me perturbaba demasiado.

—Harry.

—Dime, cariño.

—La canción... ¿qué significa? —pregunté directo.

Él abandonó lo que hacía y me miró fijamente, sus ojos reflejaban lo intrigado que estaba por mi pregunta.

—¿La canción?

—Esa que cantabas muy concentrado. —expliqué—. Algo de una medalla y un corazón.

—Despertaste muy curioso, ¿no, muñeco? —sonrió de lado.

Ángeles Milenarios • Larry.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora