1. La fiesta.

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Tenía una crisis.

Hoy era unos de los días más importantes de mi vida. Matt, el chico más popular de mi instituto (y por el que llevaba colada desde hace 3 años) nos había invitado a mi mejor amiga y a mí a su fiesta.

Desde el día que me habló por whatsapp, llevaba pensando que debía ponerme y nada parecía perfecto.

Un vestido azul con estampados de flores, demasiado arreglado; unos jeans con una camisa abierta de cuadros, demasiado informal.

Y así me encontraba ahora, con mi cabello rubio perfectamente alisado, con mis ojos con una ligera capa de rímel, sombra negra para destacar el gris de mis ojos y mi pijama de minnie.

Mi mejor amiga, Cath, iba a llegar dentro de 15 minutos para ir a la fiesta y yo seguía sin saber que ponerme, así que decidí llamarla.

-¿Qué quieres Barbuchiiii?- dijo imitando a Jess, la arpía a la que odiábamos.

- Por favor, para. Estoy pasando por una crisis.

- ¿Otra vez? A ver si adivino, ¿crisis de zapatos?, ¿de color de uñas? o crisis de...

- Ja- ja, que graciosa. Tengo crisis en general, no tengo ni idea de qué ponerme.

- ¿No te ibas a poner fu falda alta negra con esa blusa blanca tan bonita?

- Ese era mi plan, hasta que he recordado que me lo puse para el cumpleaños de Ben.

- De todas maneras Bárbara no te prepares demasiado, la gente no va a ir muy arreglada. Yo me pondría ese croptop negro con tus shorts nuevos y tus converse.

- ¡PERFECTO! Gracias, por cosas como estas eres mi mejor amiga.

15 minutos más tardes nos encontrábamos camino a la fiesta, con Icona Pop sonando a todo volumen mientras cantábamos.

Después de estar intentando buscar durante 10 minutos aparcamiento, estos barrios ricos de Londres no eran muy transitado, pero al parecer Matt había montado una buena fiesta.

Nada más pisar el jardín podías notar que venía una familia rica, ya que la casa podría ser casi igual de grande que nuestro instituto.

Al entrar por la puerta de la casa nos golpeó en los oídos la música a todo volumen, está fiesta sin duda sería épica.

Nos sirvieron dos típicos vasos rojos de plástico con cerveza por lo que pude comprobar, a un lado de la casa había improvisada una pequeña pista de baile, en la cocina había un círculo de gente que animaban al ritmo de "¡TRAGA, TRAGA, TRAGA!"

Estaba distraída hasta que noté un aliento en mi cuello y que alguien me agarraba por la cintura, me giré. Allí se encontraba Matt, con su cabello rubio despeinado, sus ojos castaños brillantes a causa del alcohol.

- madre mía Bárbara, hoy estás... Estás...

- Hola Matt, encantada de verte a ti también.- Dijo Cath con una sonrisa- mejor me voy a buscar algo más fuerte de beber.- y se marchó pero no antes de guiñarme un ojo.

- Hola Matt, me alegro de verte, también- dije con una sonrisa picarona. Me agarró por la cintura y me llevó a la cocina, mientras me susurró al odio.

- Qué mejor que empezar la noche con un par de chupitos de tequila.

Una hora, dos chupitos y una cerveza más tarde y tras haber estado bailando durante unos veintes minutos estaba sudorosa y necesitaba un descanso. Matt se dio cuenta, me agarró de la cintura y nos dirigimos a una zona más tranquila para estar solos.

-Esta noche estás preciosa.

-Estoy segura de que lo estoy, toda sudorosa y con el maquillaje corrido.

- Yo creo que te da un toque muy sexy... -Mientras se acerca hacia mí, estaba tan centrada en sus labios, y en cómo me miraba que no había notados y en el fondo se escuchaba unos ruidos de de motos y que de pronto en la fiesta la gente se había quedado en silencio. Justamente en el momento que sus manos de apoyaron en mi cintura, me atrajo hacia él y nuestros labios se rozaron, la puerta de la entrada se abrió de golpe, llevándose a Matt con ella y dándole un golpe en la cabeza.

-¡AHORA COMIENZA LA FIESTA!- gritó el chico que acaba de entrar y a lo que la gente le respondió con alboroto y aplausos. Subieron el volumen de la música.

Estaba tan preocupada por el golpe de Matt que no me había parado en fijarme el chico que acaba de entrar.

Era alto, muy alto, me sacaba probablemente una cabeza, su cabello era de un castaño chocolate y rizo, pero lo llevaba en una especie de tupé. Cuando me levanté enfadada pude fijarme que sus ojos eran de un verde tan brillantes que parecía que habían sido tallados en una esmeralda.

Me puse en frente de él y levanté una ceja.

-¿Pero qué pasa contigo?, ¿no miras por dónde vas? -le dije mientras clavaba mi dedo índice en su pecho

De forma acusadora. Por el cuello de su camiseta pude observar las cabezas de dos golondrinas que tenía tatuadas.

- Una chica con carácter, me gusta. -Sus amigos que venían detrás suyas soltaron unas risas.

Matt se levantó del suelo y se tocó la frente, estaba sangrando.

-Harry, ¿qué haces aquí? No recuerdo haberte invitado.

-Amigo, se ve que el golpe te ha afectado, yo que tu iría a por un poco de hielo.

Matt le lanzó una mirada acusadora y se giró hacia mí.

-Bárbara voy a por algo para la cabeza... Luego te busco y continuamos.- asentí mientras veía como se giraba e iba en marcha hacia la cocina.

- Pobrecita, siento haberte arruinado el plan de esta noche... Pero si quieres yo puedo hacerlo incluso mejor - dijo mientras me guiñaba un ojo.

- Styles deja de ser un cabrón - dijo una pelirroja, excesivamente maquillada para mi gusto, que pasó furiosa por la puerta y golpeándonos el hombro al pasar pro nuestro lado.

- Ya la has hecho enfadar- dijo otro chico Moreno, con barba, no tan alto como Harry pero tan delgado que podría ser un modelo. Todos los que venían detrás suyas pasaron a la fiesta.

Y entonces lo reconocí, Harry Styles. Era famoso en toda la ciudad, famoso porque decían que siempre que iba a una fiesta se convertía en legendaria, medio Londres femenino suspiraba por él y por poder tener una oportunidad con él y entre la población masculina medio le admiraban y medio le tenían por sus famosos combates de boxeo. Y ahora se encontraba enfrente mío, sonriéndome.

Define "amigos"Donde viven las historias. Descúbrelo ahora