Donde nace el amor.

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Hace mucho tiempo, mucho antes de que el hombre naciera, dos seres que vagaban en el universo se toparon de frente y se conectaron, la fuerza unió sus almas y así fue como sus corazones se ligaron. Los seres eran la diosa de la Luna, Anea, y la diosa del mar, Neris, y desde ese momento estuvieron destinadas a amarse hasta el fin de los tiempos. Neris es el constate movimiento, la fuerza y a la vez, la tempestad. Anea es la quietud, la delicadeza y la luz en todo su esplendor. Al ser opuestos, lograron crear un equilibrio en la vida, un ciclo que todos cumplen y que en ellas se refleja.

Sus almas estaban conectadas por los azares del destino, y, sin embargo, no podían verse porque la distancia que las separaba era demasiada como para encontrarse alguna vez.

Freda, la diosa de la tierra, sintió lástima por ellas y decidió ayudar a que se encontraran por lo menos una vez, así que creo una isla muy apartada de los continentes Eras y Morgeo, que fueron sus regalos a los humanos para que pudieran vivir allí. Esa isla sería el puente que las conectaría para que ambas pudieran verse.

En ese lugar fue su primer encuentro. Ambas estaban contentas de verse, habían esperado siglos para si quiera darse un roce en las mejillas, aún más para un suave beso en sus labios, pero por fin sus anhelos se cumplieron y Anea y Neris permanecieron juntas por el resto del día y la noche.

Lo que nadie sabe de esa historia, es que de su amor y de las arenas de la playa, nació un niño mortal con la piel blanca como espuma del mar, sus cabellos plateados como la brillante luna y con ojos azules, tan azules como el cielo. Las diosas estaban tan contentas que la Luna brillo como si fuera el sol y el mar se sacudió cual tifón.

Pero a la vez, estaban preocupadas porque no podían criar al pequeño, ya que su labor no se los permitía, y no querían dejarlo con los humanos, estos pueden llegar a ser las criaturas más crueles del universo, por lo que les dio miedo que su hijo sufriera al estar con ellos. Las dos llegaron a la decisión de dejarlo crecer en la isla y al cuidado de dos hadas del agua, Úrsula y Diamona.

La isla era todo un paraíso tropical y guardaba en ella bellos tesoros, tenía todo lo que el niño necesitaba para crecer y al cuidado de las hadas, estaban seguras de que podría vivir feliz como mortal, hasta el momento en el que estuviera listo para regresar con sus madres.

El problema fue que el rumor de que existía una isla con un lago del cual brotaban piedras preciosas a montones y que en ella vivían dos hadas que concedían deseos, se esparció por los dos continentes y atrajo la codicia de los humanos. Pero para la mala suerte de los avariciosos, no había ninguna pista de dónde estuviera situada ni un mapa que los guiara hasta allí, así que probablemente nadie podría llegar jamás.

Aun así, Anea y Neris decidieron prevenir visitas no deseadas y pusieron un leviatán en las fronteras de la isla para que nadie pudiera acercarse ni si quiera a la orilla. Aquel se atreviera a intentar cruzar estaría retando a la misma muerte.

―Y bueno, eso es todo, ahora a dormir, Bran―dijo la abuela del niño acostándolo en su cama y arropándolo, listo para descansar.

―No abuela, por favor, cuéntamelo una vez más― suplico el pequeño de cabello castaño y ojos de un tono miel― dime si alguien logró llegar a la isla al menos, ¿en serio dos mujeres pueden tener hijos?

―En primer lugar, es o sólo es una de las muchas versiones que hay sobre la leyenda del origen de la isla, así que no creo que sea verdad, y en segundo quizás algún pirata haya podido pisar la isla Paradise, pero esa versión no me la sé, mañana lo averiguas, por ahora ya duérmete― y la abuela depositó un dulce beso en la frente de su nieto, deseándole las buenas noches y apagando la vela que alumbraba el cuarto.

― ¿Crees que mi padre haya podido llegar? ― preguntó el niño inocentemente, lo que detuvo a la abuela de cruzar la puerta del cuarto― me refiero a que él solía decir que sabía cómo dar con Paradise, tal vez él llegó, pero nunca pudo volver y se quedó varado allí.

La abuela suspiró y regresó a la cama de su nieto ―Tu padre tuvo que irse porque era necesario, puede que vuelva, puede que no, pero no detendremos nuestras vidas y esperaremos a ver su regreso, así que no pienses más en dónde puede estar porque te olvidarás de en dónde estás tú.

―Cuando yo crezca, buscaré esa isla y encontraré los tesoros, luego volveré al puerto, compraré un barco y contrataré una tripulación fiel con todo lo que traiga de la isla, me haré capitán pirata y navegaré libremente por los cuatro mares― habló el chiquillo con una sonrisa retadora―seré mejor que mi padre, seré el mejor pirata de todos, ya lo verás, abuela.

La abuela dulcemente le sonrió ―apuesto que sí, pero mientras tanto, debes dormir, buenas noches, Bran.

―Buenas noches, abuela.

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Nota: ¡Hola queridos lectores!

Espero que el primer capítulo les haya parecido interesante y les haya gustado, ya saben que actualizaré lo más seguido que pueda. Gracias por haber tomado un poco de su tiempo para leer  UwU.

Si es la primera vez que me lees te invito a darte una vuelta por mis otras historias, si es que te ha gustado mi trabajo, agradeceré de todo corazón tu apoyo ٩(♡ε♡ )۶.

Regalenme una estrellita si les va gustando la historia y déjenme sus bellos comentarios, ya que adoro leerlos a ustedes también. Linda madrugada (・ิω・ิ).

Queen, cambio y fuera :3. 





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