Capítulo Único.

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¿Alguna vez has intentado mirarte al espejo en plena oscuridad? ¿Has visto que tu rostro se deforma al punto de desaparecer y convertirse en tu peor pesadilla?

"Todos los monstruos son humanos" es lo que decían, quizás estaban en lo cierto.

Al menos eso es lo que Hoseok pudo comprobar una noche de tormenta, solo en su casa. Era noche de fiesta, lo típico, sus padres no estaban en casa.

Sí tal vez hubieran estado antes... Pero los errores no pueden arreglarse.

HoSeok se había puesto cómodo en el sofá, había calentado palomitas de maíz y encendió su televisión para ver alguna película. Era su típica rutina cuando sus padres no estaban en casa, Netflix, alguna película tonta, vídeojuegos, su mundo perfecto.

Sin embargo ese día no fue tan perfecto para él.

Como dije antes, se había alistado para estar lo más cómodo posible, pero entonces un apagón logró que la oscuridad reinara en la casa. Todos los electrodomésticos dejaron de actuar al instante y el silencio se hizo presente causando en Hoseok un escalofrío incontrolable.

No había por qué tener miedo, estaba en su casa, no pasaría nada.

Con cuidado dejó las palomitas a un costado y se levantó del sofá para dirigirse hacia la cocina, allí habían algunas velas, quizás eso sería suficiente para darle algo de tranquilidad.

En su mente, Hoseok estaba rogando que sus padres volvieran.

Se emocionó cuando por fin encontró una vela grasosa, apenas usada. Tomó el encendedor e hizo que la pequeña llama apareciera en la punta. No iluminaba mucho, pero al menos ya era algo.

Suspiró y volvió a la sala, pero entonces un sonido sobre el techo lo alertó. ¿Conoces esa sensación de adrenalina que recorre tu piel sin razón alguna? Pues esa era exactamente la sensación que tuvo el pobre Hoseok en ese instante. Un pánico infundado que recorrió toda su espina dorsal.

No hay por qué tener miedo.

Pensó que quizás solo sería algún gato. Tragó en seco ante ese pensamiento y se relajó un poco. Ahora que no había nada más que hacer lo mejor sería dormir, sin embargo antes debía ir al baño.

Respiró profundamente y, con la vela en su mano, abrió la puerta que lo conducía a su destino. Normalmente el baño era blanco y bonito, sin embargo en ese momento la oscuridad lo hacía ver oscuro y tenebroso.

Si hubiera corrido en ese entonces, dejándose llevar por sus miedos... Pero al pobre Hoseok nadie le dijo que no debía hablar con extraños, incluso si era él mismo.

Por precaución primero tomó aire y abrió la cortina que lo separaba de la bañera esperando encontrar algún monstruo dentro. Sólo encontró el frío mármol de siempre.

Ahora sí estaba más relajado, así que hizo sus necesidades y luego se lavó las manos. Miró al espejo que se encontraba justo por encima del lavamanos. Su rostro se veía diferente a la luz de la vela. Sonrió por lo gracioso de la situación, sin embargo las cosas no fueron tan graciosas al segundo siguiente cuando la vela se apagó por arte de magia y quedó en medio de la oscuridad absoluta. Sólo una pequeña luz en el espejo, un pequeño reflejo de algo, alumbraba alguna facciones de su rostro haciéndolo ver escalofriante, casi como si no fuera él.

¡Pero qué locura! ¿Cómo no iba a ser él sí estaba justo ahí?

Tragó en seco y rió descargando sus nervios en aquella patética risa, acto seguido entrecerró sus ojos para verse mejor y comenzó a decir cumplidos para si mismo, comenzó a hablar con aquella silueta extraña que suponía debía ser él.

Pobre e inocente Hoseok.

Su sonrisa comenzó a desaparecer lentamente cuando notó que la silueta no se movía como él lo hacía. Era un espejo, era su reflejo... ¡Era él, por favor!

Otra vez la sensación de pánico se apoderó de él. Un sonido llegó desde la bañera que minutos antes había revisado, un golpe en la cortina y algunos rasguños.

El gato no podría haber entrado...

Un sudor frío se apoderó de su piel y, antes de que el miedo lo paralizara por completo decidió correr lejos. Cerró la puerta del baño detrás de sí y salió despavorido hacia su habitación, donde se encerró.

Pasaron pocos segundos antes de que se oyeran unos golpes en la puerta de su cuarto, rasguños, pasos. HoSeok estaba completamente en pánico, temblando de miedo y sintiendo su sangre correr por sus venas mucho más rápido de lo normal.

Los golpes comenzaron a intensificarse hasta el punto en el que su puerta temblaba, alguien estaba intentando abrir desde afuera. Fué en ese momento cuando todo se paralizó, logró escuchar las voces de sus padres en la entrada y a su vez los golpes a la puerta habían desaparecido.

Quizás todo había acabado ya. HoSeok por fin lograba respirar.

Con un suspiro pesado, sus manos aún temblando y su pecho agitado, tomó el pomo de la puerta y la abrió, rápidamente se acercó al living tanteando en la oscuridad. No podía ver absolutamente nada.

Llamó a sus padres, pero ellos no contestaban.

Otra vez la sensación de pánico lo invadía, ¡él los había escuchado! ¿Dónde estaban?

No fue hasta que pisó algo pegajoso en el suelo que se dió cuenta de que las cosas estaban peor de lo que parecían. Una tenue luz de vela apareció delante de él alumbrando su peor pesadilla. Sus padres estaban muertos, ambos, sus cuerpos yacían en el suelo sin vida y frente a él se encontraba un espejo de cuerpo completo que reflejaba su pecado.

HoSeok se miraba confundido, pero volvió en sí al momento en el que las luces se encendieron nuevamente y pudo verse allí, cubierto de sangre ajena, portando un cuchillo y con varios rasguños en su rostro y brazos.

Él era un asesino.

Soltó un grito de dolor y lanzó el cuchillo contra el espejo que había distorsionado su realidad. Se había vuelto loco, ese no podría ser él...

¡No...! ¡No!

Lloró exactamente todo lo que contenía mientras se arrodillaba junto a los cadáveres de sus padres, los recuerdos claros iban llegando de a poco, sus padres habían llegado a casa temprano y notado la actitud paranoica de su hijo. Sus padres habían intentado ayudarlo, y él había acabado con sus vidas como si se tratara de juguetes... Sólo había bastando un cuchillo, una sonrisa macabra y mucha locura.

Momentos después se oyó la sirena de la policía, unos cuantos uniformados entraron en la escena del crimen apuntándolo con armas y esposaron sus muñecas.

A partir de entonces Hoseok se encuentra en un hospital psiquiátrico, medicado, iluminado y, principalmente, lejos de cualquier espejo. Lo demás es historia innecesaria.

Nunca sabes cuando una de esas cosas puede reflejar tu verdadero ser. Quizás tienen razón, todos tenemos un monstruo dentro, uno que ocultamos detrás de luz y sonrisas.

¿Qué pasaría si nos sumergimos en la oscuridad?

Mirror, Mirror |  j.h.s Donde viven las historias. Descúbrelo ahora