Inside my soul.

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Prólogo:

You're the drug.

Horas, habían pasado horas, tortuosos minutos inacabables que parecían querer lanzarse sobre mí como un cubo de agua fría que me devolvía a la cruel realidad de la situación. Él se había ido, y yo, en cambio, seguía tirado en un sofá de cuero desgastado, demasiado absorto en mis propios pensamientos repletos de esos insolentes recuerdos que no dejaban de taladrarme; y en mi cabeza el eco de la pregunta sin respuesta. ¿Qué había pasado? En un segundo se había derrumbado cada uno de los muros que había construido con esfuerzo y dedicación, barreras que me habían costado lágrimas y sudor, sangre en las manos a causa del trabajo. 

Miré nuevamente hacia la mesilla de noche que se encontraba a mi derecha, sobre ella el maldito móvil seguía sin sonar. Lo cogí nuevamente para mirar la hora, y como un acto reflejo puse los ojos en blanco y eché la cabeza hacia atrás, dejándola caer sobre el respaldo de mi incómodo asiento. Sabía que él tenía que pensar, yo también debía hacerlo, o más bien debía aclarar los cajones de escoria que me estaban evitando ver con claridad lo que tenía que hacer, más por mi bien que por el suyo. «Estúpido egoísta» me dije, y en un suspiro dejé entrever toda mi frustración acumulada. Y es que en el fondo no era más que un niño acojonado por lo que el futuro pudiera depararme, escondiéndome entre mis propias inseguridades, temeroso de que esa persona me abandonara, pero con intención de huir dejando los remordimientos atrás si esta relación enfermiza me llegaba a dañar en exceso. O quizás ya me dañaba en exceso, sin embargo, por ahora sólo era como si me arrancaran la piel a tiras, y no como si me arrancaran el corazón para tirarlo al suelo y pisotearlo sin piedad. 

Yo seguía allí, idiota de mí. Mi vista perdida en el blanco techo, con algún que otro rastro de humedad, y, como si así mis problemas desaparecieran, cerré los ojos. Era bien sabido para mí que no iba a desaparecer el ardor en el pecho ni el nudo en el estómago, mucho menos mis ganas de correr despavorido hacia la puerta y no volver, pero los cerré. Y al abrirlos, sí, efectivamente, estaba todavía en aquel sofá mugriento, con el cuello dolorido y un par de horas más a mi espalda. Volví a mirar la mesilla, el maldito aparato seguía sin reaccionar, sin sonar, sin iluminar su enorme pantalla mostrando el nombre que llevaba esperando desde hace, por lo menos, siglos. Pero para mi sorpresa, escuché el tintineo de las llaves, el choque de metal contra metal cuando torpemente intentaba introducirlas en la cerradura. Oh, ¡venga ya! Jodido hombre inútil, ni siquiera podía abrir la puerta sin hacer un escándalo por ello. 

Me levanté a toda velocidad, casi comiéndome la mesa de té que tenía enfrente. Llegué a esquivarla torpemente, casi perdiendo el equilibrio de nuevo, y una vez sobrepasada esa pequeña e insignificante barrera me dirigí a la puerta, poniendo la mano en el pomo para moverlo y abrir la puerta, elevando la vista y quedándome inmóvil mirando al sujeto que ahora tenía enfrente mirándome con la misma estupefacción que un criminal a un agente policial cuando acaba de ser pillado en medio de un robo. Elevé una ceja, interrogándole con la mirada, él abrió la boca para proferir alguna de sus estupideces, alguna posible disculpa tartamudeada o de mala gana, mas cerró la boca al observarme detenidamente. Me clavó sus ojos con tal intensidad que por un momento creí que pretendía traspasarme el alma. Y sé quedó en la puerta, de pie, como si fuera un desconocido que necesita permiso para entrar; yo simplemente me eché a un lado haciéndole espacio para que lo hiciera, un gesto que iba a costarme la poca paciencia que conservaba. 

Sus pasos eran lentos, bañados en una falsa seguridad que casi le hacía tambalearse. Se sentó con las rodillas separadas en uno de los sofás, y sobre ellas posó sus brazos para juntar sus manos entrelazando sus propios dedos. Siempre había amado esas manos, sus manos, sus dedos largos y delgados, su piel fina, blanca y fría que me hacía estremecer con el mínimo roce.

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⏰ Última actualización: May 25, 2014 ⏰

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