Mis pies estaban cansados, me dolían y los notaba agarrotados. Mi respiración era acelerada y habían veces en las que me faltaba el aire. Me estaba quedando atrás.Esto del deporte no es lo mío, definitivamente. Y el profesor de educación física no es que ayude en lo absoluto.
Era primera hora de la mañana y lo único que se escuchaba en todo el recinto deportivo era la voz del maldito profesor, nuestras respiraciones y algún que otro pájaro.
La verdad, quiero que esta tortura acabe. Siento que me voy a desmayar y me voy a ahogar con mi propio vómito.
—¡Jones!—di un saltito al escucharle gritar mi apellido.— ¡Deja de galdulear! ¡Mueve el culo! —que asco le tengo.-
Aumenté la velocidad en cuanto escuché sus palabras. Ahí sentí que me tendrían que amputar las piernas.
—Tranquila, —me susurró mi mejor amigo James cuando se puso a mi lado.— queda poco para que la clase acabe.—murmuró con la voz entrecortada.—
Yo seguí con mi tortura hasta que sonó el timbre.
¡Que bien! No tenemos tiempo para cambiarnos...como siempre.
¡Dios! ¡Tenía toda la cara roja! Me costaba mucho respirar, creo que tendré que apuntarme a un gimnasio.
Cuando conseguí respirar bien, James y yo nos dirigimos a clase de matemáticas y nos sentamos en nuestro sitio, en la tercera fila al lado de la ventana, ¡el mejor lugar!
Cuando empezamos la clase presté mucha atención a lo que nos decía nuestra profesora. Todo era sobre las raíces cuadradas y esas cosas, todo muy simple.
Cabe decir que habla con un acento muy extraño, como de pija rica, pero ya os digo que rica no era.
Escuché un estruendoso ruido en la mesa de al lado.
Era James que se había quedado dormido y se había golpeado con la mesa en la cabeza. Como le pillen no será culpa mía.
— Señor Johnson,—le dijo la profesora con la tiza en la mano—¿qué le he dicho de dormir en clase? —preguntó esta haciendo que James se despierte.—
El castaño me miró con sus profundos ojos negros y después dirigió su mirada a la enfadada profesora.
No había notado que los demás compañeros se estaban riendo.
Cuando les pase algo parecido que no se quejen si nos partimos el culo.—Señorita Jones, ¿me ha escuchado?—me preguntó la señora de extensa edad sorprendiendome.—
—Eh...no, perdone.—le dije en un susurro no muy bajo, por lo que llegó a escucharlo. Por lo menos me he disculpado ¿no?—
—Le estaba comentando que usted podría acompañar al señor Johnson al despacho de la directora.—soltó con voz agria clavando sus ojos marrones verdosos en mi mejor amigo, que ya se había levantado y estaba recargado en la puerta.—
—Claro, claro, usted perdone. —me diculpé con educación y salimos de la clase.—¿Cómo puedes ser tan idiota? —le insulté golpeando su brazo.—
—¿Qué pasa? ¿Ahora no puedo dormir en paz?—preguntó andando a mi lado y lanzandome una mirada de reproche que enseguida le devolví.—
—Sí, pero en tu casa, puerco. —me miró con mala cara, pero después se empezó a reír exageradamente.— Venga, al despacho del director.—
—¡Al despacho!—gritó con voz graciosa, o eso intentó, por que consiguió que sonara de lo más ridículo.—
Lo único que logré hacer en ese momento fue rodar los ojos y seguir andando. El camino se me va a hacer largo...
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¡Hey, Ivy!
Short StoryElla quería sentir el tacto de su piel. Quería sentirla entre sus brazos. Eran mejores amigas. Se querían, pero los sentimientos de una hacia la otra eran de una manera diferente. Ivy, una chica entregada al amor, no se da cuenta de sus sentimientos...