Los sábados eran sagrados. La señora Ling, encargada de la taquilla llevaba un gran pollo para la cena, más tarde entraría Rosé, la chica tragafuego y esposa del domador de leones, usando un delgado vestido y cargando una cacerola de sopa de lentejas. Mi madre colocaría una olla con verduras cocidas al centro de la mesa y poco a poco nos iríamos reuniendo hasta que mi padre hiciera como siempre su entrada triunfal y tomará su lugar al final de la larga mesa improvisada y diera un discurso sobre el circo, amar el arte circense y ser una familia dentro y fuera del escenario y procedería a inaugurar la cena.
Los sábados eran tradición hasta que Hoseok murió y en mi corazón los sábados pasaron a ser un día triste.
Mi padre era un genio y raro hombre que tenía sueños y ambiciones a las que el mundo no estaba preparado y cuando conoció a mi progenitora fue la cosa más maravillosa que le pudo suceder, la segunda cosa maravillosa fue el crear el circo y finalmente tenerme a mi. Era un genio, alguien admirable, alguien con fantasías y que reuniendo a las personas más talentosas y curiosas se dio cuenta del gran potencial que tenían para brillar en el arte circense. Pero eso le había tomado sus años y sus viajes, mi padre era alguien maravilloso que siempre extendería una mano a quien lo necesitará y cuando salvó a Hoseok de la calle y lo integró al circo todos sabíamos que era porque mi padre sabía que era diferente y especial, en eso se basaba al escoger a la familia circense.
Hoseok era especial, era un sol entre los largos viajes, un descanso cada vez que mi madre decidía darme horas extras de estudio en casa, porque una gran desventaja de vivir en un circo era que nunca nos deteníamos, no tenía amigos ni jamás había pisado una escuela, pero eso se volvió en algo insignificante cuando Hoseok se unió. Era solo unos diez años mayor que yo y cuando mi padre lo presento a todo el circo no pude dejar de observarle, era atractivo, con la piel blanca y los labios rojizos, el cabello rubio y cubriendole sus ojos, un torso formado y hombros anchos. Realmente hermoso y yo no podía despegar mi mirada de él, desear hundirme en sus brazos y que solo me mirará a mi. Pero lo que realmente lo hacía especial era su voz, tomaba su guitarra por las tardes, antes de que diera inicio la función y se subía al techo del camión de los elefantes mientras cantaba canciones tristes.
Un día me había acercado con demasiados nervios en mi estómago pero decidido a mantener una conversación con él. Subí a lo alto del camión durante una canción y al verme sonrió, formó dos medias lunas con sus ojos y en sus mejillas se pintó el rosado. Finalmente terminó la canción con un acorde y un ritmo diferente, uno más alegre y perdiendo su tinte de canción triste.
-Changkyun, bienvenido. -Había dicho y mis mejillas teñidas en rojo me estaban delatando.
-¿Puedes tocar otra? -Pregunté avergonzado.
-Claro, canta conmigo.
Hoseok volvió a sonreír y mientras me acomodaba junto a él empezó a tocar una canción que hablaba de estar enamorado. No canté, no tenía la seguridad para intentar cantar y desafinar, en su lugar lo escuché y quería decirle que yo me sentía al igual que la canción pero mi padre le gritó que se apresurara porque la función iba a comenzar y entonces no terminó la canción y yo no me atreví a decirle nada.
Días después mi padre me había agarrado del brazo durante la cena, me jaló hasta que salimos de la casa rodante y tras sacudirme como si fuera un trapo y finalmente cachetearme hasta que mi cuerpo cayó al suelo, escuché su voz.
Mi padre se helo porque su imagen era importante, todos lo veían como un hombre respetable y ese tipo de maltratos no era de todos los días, solo cuando lo ameritaba, como esa ocasión que me había encontrado siendo besado por el hijo menor de los Lee, la familia de acróbatas. En el momento Jooheon solo se alejó y sonrió de esa forma angelical que él solo sabía. Pero más tarde descubrí que mi padre nos había visto.

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Sadderdaze [WonKyun]
KurzgeschichtenLos sábados eran tradición hasta que Hoseok murió y en mi corazón los sábados pasaron a ser un día triste. Basado en la canción "Sadderdaze" de The Neighbourhood.