Dicen que los peores momentos en la vida pueden ser soportados con el apoyo de los recuerdos más alegres que puedas conjurar. El único detalle es, que a pesar de ser uno de los mejores días, ese día marcó el inicio de mi destrucción.
*~*~*
Hola. ¿Estás despierto? - H
Ahora lo estoy - L
¿Quieres compañía? - H
Siempre - L
15 minutos - H
Sonreí. Era cosa de Harry poder ir a cualquier sitio sin siquiera pensarlo dos veces. Normalmente me molestaría con su actitud despreocupada, pero bueno, yo podía ser peor y, bien, era a mí a quien vería. No podía quejarme.
Fiel a su palabra, tocaron a mi puerta 15 minutos después. Al abrir miré a Harry con su ahora usual atiendo de pantalones ajustados y playera que no dejaba nada a la imaginación.
No pude evitarlo, sonreí. —Hola.
—Hola. --saludó él, entrando y esperando a que cerrara la puerta.
Una vez que lo hice, sentí un par de brazos rodeando mi cintura por detrás, seguido de una cabeza apoyándose en mi hombro. Suspiré, dejando que mis manos se unieran a las suyas encima de mi estómago, entrelazando nuestros dedos. Sentí un apretón en mi mano y comenzamos a caminar al dormitorio.
Así eran las cosas con Harry. Usualmente las personas creían que era un chico con actitud, rozando en la rudeza, debido a sus respuestas cortas y tardías cuando le preguntaban algo. En realidad, la situación era algo diferente. No era rudeza, sino inseguridad la que abrumaba a Harry. Hacía que cada palabra fuera reconsiderada, cada idea subestimada, y cada deseo acallado por la necesidad de no ser juzgado por nadie. Conmigo no era así. De alguna manera milagrosa, Harry realmente hablaba conmigo. No por obligación, no. Simplemente existía el hecho de que le había ofrecido todo mi apoyo y atención desde el día que lo conocí. Pero la presión de la gente era grande y Harry siempre prefería guardar silencio y esperar que sus acciones fueran bien interpretadas.
Harry y yo habíamos amaestrado el arte del lenguaje corporal. Como un toque en el momento indicado podía ser una llamada de auxilio. Un abrazo sobre los hombros podía ser una advertencia a todos para alejarse. Y unas manos abrazándome con fuerza en este momento me decían que él quería más. Un apretón de mi parte le dijo que deseaba lo mismo.
Esa comunicación, creada en años de amistad, solo creció cuando esto inició, cuando Harry decidió que quererme no era una idea mala, ni desagradable.
Y los labios que ahora se presionaban con insistencia contra los míos me dijeron que nunca iba a tener suficiente de esto.
*~*~*
Caminé despacio a mi cuarto, donde me esperaba el mismo bulto de sábanas sobre la cama. No, no era saludable. No, no lo traería de vuelta a mí. Sí, sabía que probablemente las sábanas se irían algún día. Pero era mi forma de sobrevivir. Esas sábanas eran mi entrada al recuerdo de ese día de mi vida, a pesar del dolor. No quería perder eso.
*~*~*
Desperté abrazando una almohada en medio del desastre que había en mi cama. Harry no estaba a la vista. Froté mis ojos con el dorso de mi mano, estirando mis brazos para bostezar. Al bajarlos, un pedazo de papel rozó mi mano.
Fui a mi casa. Te tengo una sorpresa. ESPERA.
Ven en punto de las 6. Harry xx