Era una bellísima tarde de otoño, especialmente para estar en medio del bosque. Natsu y Happy, como de costumbre, habían salido temprano a pescar al bosque que estaba en los alrededores de la ciudad. En esta época, el bosque se tornaba de muchas tonalidades entre el rojo, el naranja y el amarillo. Y lo mismo ocurría en Magnolia, que quedaba tapizada en hojas secas de colores cálidos. Tanto el bosque como la cuidad parecían estar en llamas.
Por desgracia, los peces no parecían estar disfrutando del momento al igual que ellos y se negaban a dar señales de vida. Al cabo de unos escasos minutos, ambos estaban totalmente aburridos. Luego de una breve siesta, Happy decidió entretenerse con su nuevo pasatiempo favorito, que consistía en molestar a su amigo de toda la vida hasta el punto del quiebre. Aún no había conseguido que estallara, pero sí había obtenido un tema que lo acercaba bastante a ese punto: Lisanna.
Happy sonrió para sí con esa sonrisa felina suya. Iba a divertirse a lo grande.-Oye, ¿Natsu?- pregunto con actuado desinterés
-¿Qué sucede, Happy?- le contestó el joven sin desviar su atención del agua frente a él y a la boya flotando.
-¿Cuándo le dirás a Lisanna lo que sientes por ella?-
-¡¿Q-q-q-qué?- preguntó, tornándose de una tonalidad escarlata desde la punta de los pies hasta las orejas.
- Vamos Natsu, no nací ayer. Sé que te guuuuuuuuusta- se burló de él, enrollando la lengua.
-E-e-eso ¡No es cierto!- contestó levantando el tono de vos casi histérico.
-…- Happy sólo le dedicó a su pobre amigo una mirada incisiva y una sonrisita burlona.
-Bueno...quizás un poco- dijo, rascándose la cabeza con un mano, colorado.
-¿Y no piensas decírselo?-
-¡Claro que no!- le contestó, ofendido, como si hubiera preguntado lo más obvio del mundo.
La sonrisa de Happy se ensanchó abarcando desde una oreja a la otra.
-Natsu Dragneel ¿asustado? Nunca me lo hubiera imaginado- fue la gota que derramó el vaso.
Natsu se puso de pie, en un ataque de furia y adrenalina.
-¡No es como si no pudiera hacerlo si quisiera!-gritó, en un berrinche infantil. Luego, cayó sentado a su lugar original. Escondió sus ojos debajo de su cabello rosado.
-No es como si no pudiera…- volvió a repetir, en un susurro casi imperceptible.
Happy se sintió mal por su amigo y puso su pata en el hombro de su dueño como disculpa. En señal de aceptación, Natsu le devolvió una sonrisa triste.
Detrás de un árbol, Lisanna no sabía qué demonios debía hacer. Se enojó un poco cuando descubrió que su hermana, Mirajane, la había mandado allí a propósito. Luego se sintió la chica más feliz de la tierra. Su amor era correspondido.
Sin embargo, nunca había visto a Natsu tan dolido. En cuanto Happy se marchó, se acercó sigilosamente a la espalda de Natsu y lo abrazó. Éste quedó inmóvil, reconociendo los brazos inmediatamente. No era posible.
Se liberó del abrazo y tomó a la chica por los hombros.-¿Es…un sueño verdad? ¿Estoy soñando? ¿Me quedé dormido pescando?- le preguntó, desorientado, perdido.
-Claro que no…toooooonto- le respondió con su hermosa sonrisa.
Natsu sonrió, alegre. Había tocado el cielo con las manos. Ambos se acercaron lentamente y se adueñaron de un instante inolvidable que parecía nunca acabar.
Lo próximo que ocurrió los dejó helados. Aún cuando entraron a la ciudad tomados de la mano, toda una fiesta en la ciudad los esperaba. Ambos estaban helados. Era todo un festival para festejar su unión. Ninguno de los dos sabía dónde esconderse de la vergüenza.
Por supuesto, la festividad estaba encabezada por Mirajane y Happy, los grandes informantes de los rumores. Aunque ellos no tuvieron nada que ver con que la todos en Magnolia se enteraran.¿Nunca han oído de que los bosques tienen eco? Pues éste es suficiente para esparcir los gritos de un pequeño dragón molesto por toda la ciudad.
