Espejismos de media Noche

51 4 0
                                    

Espejismos de Media Noche:

Hola, soy Cenicienta, se podría decir que desde todo punto de vista mi vida es una mierda: Soy una inútil sirvienta en mi propia casa, mi madre falleció cuando tenía siete años, y mi padre falleció dos años después dejándome con su esposa, mi madrastra, y sus dos hijas: Drizella y Anastasia, estas me ayudaron a terminar de arruinar mi vida, debo agradecerles (nótese el sarcasmo).

En este preciso instante me encuentro limpiando los suelos del salón principal de mi estúpida mansión, que, para colmo, mide trecientos metros cuadrados. Esta mismísima noche el príncipe dará una gran fiesta, invitó a toda la familia, pero es obvio que no me permitirán ir, ¿Por qué? Pues, claro, porque no me cuentan como una persona, porque no soy nada.

De todas formas, no quería ir, o eso quiero pensar. La verdad es que muero por ir. ¿Qué sucede si le pregunto a mi ama? Seguramente me lo impedirá a toda costa, pero... ¿Qué pasa si no lo hace? No pierdo nada con preguntar.

Camino hacia la habitación de mi ama, dispuesta a decir lo que pienso, y llamo a la puerta. Cuando escucho un "¿Qué quieres?" me permito entrar.

– Buenas tardes madame, quería pedirle permiso para asistir a la fiesta que dará el príncipe.
– ¿Crees que te permitiré ir para que humilles a toda la familia? – se le escapa una risotada – ¿Qué pensabas usar? ¿Tus sucios harapos? O quizá pedirías prestado un vestido a tus amas ¿Verdad? ¿Pretendías llenar nuestros vestidos de todos los microbios que habitaban en tu piel? ¡No me hagas reír!
– De hecho, han invitado a toda la familia, y aunque no le guste que lo diga, soy parte de esta familia, por lo tanto, estoy invitada. – No sé de donde mierda saqué la osadía como para responderle así.
– ¡JÁ! Tu no eres parte de esta familia, tu no sirves para nada aquí. Tu no eres parte de la familia, solo eres una pobre huérfana a la que utilizamos como sirvienta, tu, mi querida y estúpida muchacha, no eres nada. Ahora vete antes que causes que llore de la risa. – Dijo con desprecio. Auch, dolió. Puede que siempre me menosprecie, pero escuchar esas palabras deslizarse de los labios de otra persona duele más que pensarlo.

Salgo del gran salón apretando los puños. Cierro los ojos con fuerza, enojada. No me van a impedir ir a esa fiesta. Creo que tengo un vestido por ahí, lo voy a usar. Le voy a robar el maquillaje a Anastasia y quedaré irreconocible. Pero haga lo que haga, no voy a permitir que me dejen aquí mientras ellas se van de fiesta y se divierten, no esta vez.

Subo a mi habitación lista para cambiarme, me pongo el vestido rosa pálido con escote corazón que en algún momento perteneció a mi madre. Me miro en el espejo con nostalgia reflejada en mis ojos. Como desearía que ella esté aquí conmigo.

Estoy bajando las escaleras cuando mi ama me ve con sorpresa en los ojos, estaba asombrada, ella no creía que fuera capaz de desobedecerla, y quizá hace unos años así hubiera sido, pero ahora, ella me ha cambiado, dándome siempre una mirada de desprecio, siempre asqueada de mi persona, y me pregunto, ¿Qué carajo hice para merecer tanta repulsión de su parte?

– ¿Pensabas ir a algún lado? – dice y me mira de arriba a abajo con desprecio, pero yo ni me inmuto, ya estoy acostumbrada a esas miraditas, y ya no me afectan.
– A la fiesta. La idea era que no me vieras, creo que fallé. – Dije firme y me encojo de hombros, demostrando indiferencia, pero en el fondo me estoy doblando de miedo, me descubrió, ¿Qué va a hacer conmigo? No va a ver cómo me largo, me lo va a impedir ¿Me lo va a impedir? O dios, creo que moriré.
– Anastasia, Drizella, vengan a ver esto, es sorprendente. – ¡Oh genial! Llamó a sus odiosas hijas.
– Por los dioses, Cenicienta, estas horrible. Déjame ayudarte con ese vestido. – dijo Drizella. Se acerca a mí y arranca un pedazo de tul del vestido, su odiosa madre la mira orgullosa, le sigue arrancando otro pedazo de tela de mi vestido, luego Anastasia se acerca y rompe la parte superior del vestido de mi madre, veo dolor en sus ojos, me mira como si se estuviera disculpando; pero ya rompió mi vestido, no me importan sus estúpidas disculpas. Yo para todo esto estaba en shock, no pude reaccionar a tiempo y ahora mi vestido está arruinado. – Me encantan tus nuevos harapos, tienen estilo – Dijo con maldad desbordando por sus ojos – Tan destruidos, tan sucios, tan inútiles, son tan... tu

Espejismos de media NocheDonde viven las historias. Descúbrelo ahora