One-shot:

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Su cuerpo anunció su despertar, sus sentidos se agudizaron y por unos segundos palpó la cama bajo él. Pudo haber despertado o estar en un sueño sumamente realista, sinceramente, no podría saberlo, todo seguía siendo oscuro, lo había sido durante semanas, desde el primer segundo en el que despertó en esa cama de hospital.

Con algo de dificultad se sentó sobre sus hombros, dejando que la sabana se resbalara hasta su regazo, suspiró con pesar mientras llevaba una mano a su cara, la venda seguía ahí. Estuvo un par de segundo repasando lo más básico de su vida, tal como su doctor se lo había recomendado hacer cada mañana.

Mi nombre es Yamaguchi Tadashi, tengo 20 años, vivía en las residencias de la universidad y... como si de repente todas sus fuerzas se esfumaran, Tadashi se acostó de golpe en la cama, causando dolor en sus suturas. Tuve un accidente, me hicieron un trasplante... Y ahora estoy ciego. susurró colocando un brazo sobre las vendas de sus ojos, como solía hacerlo cuando lloraba. Frunció su ceño y mordió sus labios, comenzando a sollozar en silencio como lo hacía todas las mañanas, dejando que pequeñas lagrimas mojaran sus vendas. En algún punto volvió a dormirse.

Despertó por segunda vez a causa de un ruido metálico, lo reconoció rápidamente como el sonido de una de las bandejas en donde le traían comida estrellándose contra el piso. Se incorporó sobre su cama y volteo hacia donde logró distinguir había venido el ruido, donde ahora se escuchaba un murmullo.

Ehm... ¿Yachi-san? preguntó sabiendo que la única persona que entraba a su habitación era ella.

¡Lo siento, te desperté! se disculpó rápidamente, pisando parte de la comida que había tirado. Yamaguchi escuchó el chapoteo.

¿Estás bien?

Sí sí, solo me tropecé... Buscaré algo para secar esto y... ¡Más comida para ti! Con permiso... Yachi hizo una reverencia, aunque sabía que Tadashi no podría verla y corrió fuera de la habitación. Tadashi volvió a acostarse.

Yachi Hitoka era su enfermera, tenía una voz dulce y aunque era un poco torpe siempre estaba cuidando de él, era su trabajo después de todo. Le llevaba comida y ropa, se encargó por un tiempo de suministrarle y recordarle a qué horas debía tomar sus medicinas, también lo llevaba a las diferentes habitaciones donde monitoreaban su progreso o en su defecto, le mandaban más exámenes. Esto fue así hasta que Tadashi le pidió un poco más independencia con la excusa de que no quería acaparar su tiempo cuando él no era un paciente de urgencia, la verdad era que se veía cohibido y avergonzado de que ella se encargara de él en tantos sentidos.

Yachi, lejos de molestarse o negarse, se había mostrado muy complaciente al respecto, se aseguró de que memorizara los caminos que llevaban a las diferentes habitaciones, baño, comedor, recepción y cualquier otro lugar que alguno de los dos creyera conveniente. Le enseñó a identificar sus pastillas por la forma que tenían, además de regalarle una alarma que debía sonar a la hora que le tocara, incluso se tomó la molestia de personalizarla con diferentes tonos para que Tadashi supiera a que pastilla se refería. Su olfato detectó el olor de la sopa, lo cual tendría sentido si consideraba el sonido húmedo que escuchó antes. Si estomago se retorció, no le gustaba la sopa, al menos no esa, pensó en decir que no tenía apetito, pero pronto recordó todo el escándalo que hizo Yachi la última vez que dijo eso.

Estuvo un par de minutos más divagando en sus pensamientos, su habitación se prestaba mucho para eso ahora que se había quedado solo. Había tenido un compañero, pero este no hablaba mucho con él y hasta lo que sabía, presentaba alucinaciones ya que siempre hablaba con otra persona que estaba seguro no existía. Su teoría se vio acertada cuando pocas semanas después le informaron que ese chico se había suicidado.

El ritmo de tus latidos - TsukkiYamaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora