capitulo 1

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Aquel chico, con el cuadro de colores a sus pies, no demostraba ninguna expresión en su rostro y su mirada apuntaba directamente hacia aquel fantástico mar. No parpadeaba, es mas, ni siquiera aparentaba respirar, parecía una estatua. Ni el sabía cómo había llegado a ese lugar, tampoco se acordaba de cuál era su nombre, solo sabía que era él y punto. No sentía frío o calor, si estaba cansado o tenía hambre. Nada

De repente el mar pareció tranquilizarse y las olas dejaron de chocar contra la playa. El viento empezó a soplar con fuerza, tanta que el aire salía de aquel misterioso cuadrado y revolvía el cabello de aquel chico, que solo traía puesta una sudadera con un estampado de su banda favorita y un pants color gris, andaba descalzo, pero no sentía nada, ni siquiera el viento chocar contra su rostro. El sonido aumentaba drásticamente, parecía como si algún Dios se hubiera enojado y soplaba con todas sus fuerzas para borrar de la faz de la tierra a la raza humana.

Un remolino surgió en el centro de aquel mar y poco a poco comenzó a ganar volumen. Pero el chico seguía ahí, con la mirada fija en el infinito. El monstruo que habia surgido del agua en forma de remolino había crecido bastante. En el centro de este no se veía nada más que obscuridad, era más obscuro que el pasillo en dónde se encontraba el niño, y conforme el monstruo crecía, la obscuridad parecía ganar más terreno, como si fueran tomados de la mano.

Llegaron a ser demasiado grandes que aún fuera del cuadro se lograba percibir como la fuerza que el remolino causaba atraía las cosas. El viento pareció haberse perdido dentro del agujero negro que se encontraba en medio del majestuoso remolino. ¿Cómo se deberían de ver las cosas desde abajo? Esa fue la única pregunta que pudo formular aquel niño, seguía en una especie de shock, pero por lo menos tenía una ligera idea de lo que esta pasando dentro del cuadrado. ¿Se vería en alguna parte del cielo un enorme cuadrado con un chico dentro vestido con una sudadera negra y unos pantalones que ya le quedaban pequeños del largo, apuntando con la mirada hacia aquel remolino que se había formado en el mar? Quién sabe, será mejor averiguarlo, se respondió así mismo. Al parecer el hoyo negro que crecía logro atraer la mente de aquel niño y con eso, ya había ganado la primera batalla. Pero aquel agujero no se confirmaba solo con eso, entró en la cabeza del chico e hizo y deshizo todo a su antojo. ¿Qué habrá dentro de este hoyo negro? Ya, estaba hecho, con eso ya había ganado la guerra ¿O no?

Con un pie en el obscuro pasillo y otro por encima del extraño cuadrado el chico empezaba a mostrar una ligera mueca de inseguridad en su rostro. De seguro ya empezaba a darse cuenta de lo que estaba a punto de hacer, iba a saltar hacia lo desconocido, hacia aquel hoyo negro que lo esperaba con los brazos abiertos y una sonrisa falsa. Cerró los ojos por un momento y puso el otro pie en el pasillo, inhaló, abrió los ojos lentamente y exhaló. Empezaba a recuperar la conciencia, de pronto un frío extremo recorrió sus pies y de ahí pasó a todo su cuerpo. Tenía la garganta seca y los labios morados. ¿Qué hacía ahí? ¿Que estaba pasando? ¿Cómo llego a aquel extraño lugar? No, tenía que salir de ahí, como sea que fuera, ya no quería estar ahí, en aquel tenebroso pasillo que despedía un penetrante olor a humedad. Trato de girar la cabeza hacia atrás pero no podía mover mi un solo músculo. El sur empezó a bajar por su frente, rozó las mejillas del chico, después bajó aún más y se quedó ahí, en la barbilla del muchacho. Parecía haberse detenido para tomar un respiro, estaba a punto de hacer la locura más grande de su corta existencia. Se empezó a separar de la barbilla, conforme más sudor salía de la frente, más cerca estaba esa gota de caer al exilio.

Y finalmente cayó, atravesó el extraño marco y se dirigió hacia el agujero negro. Pero el poco viento que aún quedaba pareció desviarla, haciendo que cayera en la arena de la playa, al contacto con esta, la arena pareció tornarse de un color grisáceo, sin vida y después se desboronó dejando ver nada más que la obscuridad, toda la arena a su alrededor se ponía gris y luego caía al vacío. Que extraño ¿No?

No podía moverse, le costaba mucho trabajo respirar y sentía un gran peso sobre su pecho. Sus ojos iban cómo locos de un lado a otro tratando de encontrar alguna salida. ¿Qué habría al final del pasillo? No se veía nada más que obscuridad a lo lejos y el cuadro era demasiado grande como para pasar por encima de él con un salto. Su mente daba vueltas y vueltas, analizaba la situación  en la que se encontraba, buscaba posibles salidas, volvía a evaluar todo y es que no hayaba la solución del problema: ¿Cómo salir de ahí? Todo se resumía en entrar a aquel hoyo negro. Si, quería entrar ¿Qué? Quería ver qué se sentiría ser tragado por uno. No es cierto - voy a entrar- dijo- no espera si entro moriré y... Pareció como si su mente hubiera vuelto a dejar de trabajar -me gustaría que el hoyo negro me matara- y por arte de magia ya podía mover cualquier músculo de su cuerpo, y lo primero que hizo fue dar un paso hacia adelante y dejarse caer al vacío, con los brazos abiertos, los ojos cerrados y una tonta sonrisa de oreja a oreja...©

El hoyo negroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora