Capitulo II

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Iba cayendo a lo desconocido, con los brazos abiertos, caía tan rápido que parecía una bala. Después de haber cruzado el cuadro un frío descomunal recorrió cada parte de su cuerpo, el viento entraba por una oreja, giraba y giraba al rededor de la cabeza del chico y salía por la otra oreja, todos los pensamientos y recuerdos que aparecían se iban con el viento, lo único que no podía irse era el hecho de que quería explorar aquel hoyo negro. De repente una extraña sensación le hizo abrir los ojos, se empezó a sentir incómodo, con náuseas, los dedos de las manos le empezaron a temblar por una extraña razón, su mente se volvió a encender y ahora estaba cayendo del cielo a punto de entrar a un gran remolino, perdió el equilibrio y empezó a patalear, a mover las manos desesperadamente de un lado a otro tratando de regresar al cuadro, al pasillo en dónde se encontraba, desde allá arriba nunca llegó a sentir tanto miedo, todo se veía demasiado tranquilo pero ya que estaba más cerca podía lograr ver cosas que antes no pudo apreciar, la marea era  mucho más fuerte, las olas iban y venían de un lado a otro furiosas, chocaban contra la arena, rocas, arremetían con todo lo que se les cruzara en el camino. El mar de colores ya no se veía tan fantástico como antes, los colores se veían de un tono más verdoso mientras se acercaba, un color más muerto, sin vida.

Por más que pataleo no pudo lograr salir de la situación en que se habia metido, quería vomitar pero nada salía de su estómago.

Y por fin entró al remolino con tal fuerza y velocidad que no le dio tiempo al agua de reaccionar, el hoyo negro lo atrajo, lo devoró y siguió absorbiendo cosas como si lo que se tragó no fuera nada más que un montón de carne y huesos, aquel chico había cruzado la boca de ese gigantesco monstruo, no lograba ver nada, más obscuro que el pasillo en dónde se encontraba. ¿Y qué tal si había entrado a otro tipo de pasillo pero esta vez más muerto que el anterior? Cerró los ojos aquel lugar le llenó de dudas la cabeza, parecía estar flotando. ¿Cómo pudo haber llegado a ese extraño lugar? Lo único que recordaba era que...no recordaba nada, los recuerdos se mostraban borrosos, tan confusos que le dolía la cabeza, no lograba recordar más que sombras, entrar a su cuarto y quedarse dormido. Eso es, lo último que recordaba haber hecho es quedarse dormido en su cuarto. ¿Cuarto? ¿Pero que significa esa palabra? Su mente parecía estar parcialmente en blanco. Se quedó dormido para descansar, estaba agotado había sido un largo día y mañana tenía una exhibición...¿Una qué? Soñar, imaginar, sueños, pesadillas. ¿Estaba soñando? No lo sabia, eso parecía ser tan real, sentía como su respiración se aceleraba y su corazón latir con tanta fuerza que le dolía el pecho. Cerró los ojos aún más fuerte.

Abrió los ojos de golpe, ya no estaba flotando, en dónde se encontraba ahora, la luz le lastimaba los ojos, todo era blanco pero conforme empezó a transcurrir el tiempo, aparecían todo tipo de figuras por doquier, enfoco la mirada en el suelo y pareció ver una calle, estaba en medio de una calle que por su apariencia parecía no haber tenido mantenimiento desde hace mucho tiempo. Alzó la mirada y los edificios lo rodeaban, aquel lugar estaba infestado de rascacielos, le resultaba casi imposible ver el cielo y cuando lo vió se movía mucho, parecía estar viendo el mar de cabeza o ¿Seguía dentro del hoyo negro? No, eso era imposible.

Solo podía percibir dos tipos de color, el gris, que era el color de los edificios, calles y banquetas y el verde, que era el del cielo, muy parecido al del mar. No recordaba haber estado en ese extraño lugar, ¿Donde estaba la gente, dónde estaban aquellos carros ruidosos? Solo estaba el en esa ciudad ¿O no? Giró la cabeza de un lado a otro buscando señales de lo que fuera, ni el sabía lo que estaba buscando realmente. Tenia miedo, demasiado miedo y no había nadie ahí para ayudarlo. De repente sintió como si una mano lo sujetara fuertemente del hombro derecho, era grande y pesaba mucho, pero al voltear la cabeza a un costado no habia nada más que un enorme vidrio, se lograba reflejar en él, tenía el cabello alborotado y temblaba demasiado a causa del frío, en el reflejo se logró apreciar cómo se daba la vuelta para estar frente a él, pero el chico nunca se movió, seguía ahí mirando como su figura se movía hacia el. Debo estar alucinando, pensó. Pero alguna parte dentro de él sabía que todo ese podía estar pasando en ese mismo instante, que no era sueño y que por arte de magia se habia teletransportado al pasillo, se lanzó al hoyo negro y aparecido en una especie de ciudad abandonada y ahora su reflejo no parecía ser su reflejo, era alguien más disfrazado de él. Volvió a cerrar los ojos, ya no quería estar ahí ni un minuto más, quería irse a su cuarto o a algún otro lugar que no fuera ese.

Inhaló, quiero irme de aquí, se dijo a si mismo, uno, nada de esto es real, dos, es un sueño de mal gusto, cuando abra los ojos estaré tumbado en mi cama empapado de sudor, tres, exhaló y con una extrema lentitud abrió los ojos, la luz pareció haberse ido, estaba seguro de que se iba a encontrar en su cuarto, pero cuando abrió totalmente los ojos lo único con lo que se encontró fue con la cara de un chico muy parecido a él, mirándolo fijamente, solo unos cuantos centímetros impedían que se tocaran, tenía los ojos abiertos de par en par y una ligera mueca de sonrisa, olía a chocolate, el sudor del niño empezó a brotar de su frente nuevamente y con torpeza trato de dar un paso hacia atrás, pero el desconocido sonrió soltando una carcajada, no tenía dientes podía ver su encía toda llena de sangre, despedía un olor a muerto y con una voz ronca le dijo: "estás muerto"...

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⏰ Última actualización: Jan 09, 2018 ⏰

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