Capítulo 1

19 4 0
                                    

-¡Emilio, ven!

-Ya voy, deja que termine la hoja.

-Emilio, ya es tarde, tenemos que ir a Alemán.

-Esto es importante, Raquel, y entre más me interrumpas, más demoraré.

-Está bien, ya. Tú y tu chica relevante siempre.

-¿Te harta que esté con ella?

-No, a mí no.

-¿Entonces en qué afecta esto?

-Olvídalo y ya termina de escribir la carta.

-Gracias, Raquel.

Después de otro de nuestros enojos, concluí con mi carta y la guardé en uno de los mejores sobres que tenía, que no tenían el mejor diseño, pero sí que eran de sumo valor sentimental. Esos sobres me los había obsequiado una persona muy importante para mí, y a pesar de la gran cantidad que me regaló, sólo los utilizaba para ocasiones verdaderamente importantes. Teníamos una salida a un evento privado entre familia, justo un día antes de mi segundo aniversario con mi novia.

-Listo.

-Han pasado ochenta y cuatro años desde que teníamos que llegar a la fiesta.

-Deja de exagerar y anda, ¿llevas la cámara?

-¿Qué has dicho?

-¿Llevas la cámara o no?

-¡¿Cómo que soy una exagerada?!

-¿Quién es la que demora ahora?

-Vas a ver cuando lleguemos a casa.

-Y tú verás cuando le diga a Samuel que te gusta.

-¡¿Qué te he hecho yo para que me traiciones así?!

-Anda, que ya verás.

-Está bien, llevo los cables también.

-¡Uy!, llevas los cargadores pero no el celular.

-¡Demonios, por poco! Te debo una.

-¿Sólo una?

-Cállate.

-Bien, veré que esté todo listo en la camioneta, que a medio camino no habrá vuelta atrás.

-¿Pasarás por algo a Camargo?

-Para nada, no ocupo nada de ahí.

-Bueno, entonces vamos directo, excelente.

Continuamos el camino a Ciudad Miguel Alemán, justo al Chasis. Raquel fue preparando todas las cosas durante el camino y yo manejaba directo al salón. Cuando llegamos, fuimos recibidos por nuestros familiares e hicimos preparativos, los cuales después de terminar, me tomé un descanso y le hablé a mi novia.

-Hola, linda.

-Tardaste demasiado.

-Perdona, tuve un compromiso el cual implicaba manejar lejos, por ello no pude contestar.

-¿En dónde estás?

-Estoy en Miguel Alemán.

-¿Y qué haces allá?

-¿Recuerdas que te dije que habría un evento por el cumpleaños de mi primo?

-Sí, lo recuerdo.

-Bien, se está haciendo ahora y me pidieron ayudar con las fotografías.

-Oh, comprendo, siempre te gustó la cámara.

-Sí, por ello mismo.

-Lo que no entiendo es cómo jamás te ha gustado tomarte fotos, selfies, eso...

-Bueno, es complicado de explicar, sólo pasa que me gusta tomar fotos a lugares y a las personas, pero jamás me ha gustado verme en una fotografía.

-Lo sé, muy apenas tienes como veinticinco fotos que te has tomado en toda tu vida, sin contar las que te tomaron por obligación.

-No sé cómo mi familia no entiende que las fotos no son lo mío. Es decir, no les agrada que me oculte o me niegue a tomar una foto familiar, pero insisto, no puedes guiar a una persona que ya tiene decidido qué camino seguir.

-Así es, te comprendo, me ha llegado a pasar en ocasiones.

Seguimos la charla hasta que fue transcurriendo el lapso de la fiesta. Pláticas normales en una pareja por cumplir dos años de relación, pero sin tocar el tema del aniversario. Terminó la fiesta y llegamos a casa, me despedí de Sofía, mi novia, y opté por dormir.

Al día siguiente me desperté y me preparé, pues era el día, cumplía dos años con ella, mi chica.

-¿Despierto tan temprano, Emilio?

-Sabes que hoy es un día relevante, Raquel.

-Sí, me lo dijiste ayer.

Raquel es mi mejor amiga, vivimos en la misma casa, y es como de mi familia; mi confidente. A pesar de que no soy totalmente un adulto o al menos no tengo un trabajo fijo todavía, ya no tengo edad para seguir siendo mantenido por mis padres. No digo que una persona no debe vivir con sus padres sólo por tener veintiún años o más, porque naturalmente los hijos están con sus padres hasta incluso teniendo veintiséis años, o quizá más, pero en mi caso así deben ser las cosas.

-Pasaré por ella a su casa, a eso de las siete, porque antes de ello estará ocupada.

-¿Le avisaste que pasarías?

-Sí, le pedí que si salíamos a la noche y accedió.

-Qué bien, casi nunca accede.

-Sabes bien que hoy era de que accedería a toda costa.

-¡Uy, sí!, su día especial.

-Deja el sarcasmo un momento, por favor, es importante.

-Está bien, va.

-Iré por algunas cosas para completar lo que usaré hoy, y la carta que le entregaré.

-Bien, ve con cuidado, que sabes cómo están las cosas como para que salgas solo.

-Lo sé, no olvido la situación.

-Pero tampoco te cuidas de ella.

-Perdón, pero no tengo mucho tiempo para fijarme en ello.

-Sólo cuídate, por favor. Te veo en la tarde.

-Por supuesto que sí.

El día continuó y a lo largo de ello conseguí las cosas que necesitaba, después de algunas horas volví a casa, y por supuesto, ahí estaba Raquel, pues no solía salir los sábados.

-¿Encontraste todo?

-Así es.

-Te ayudaré.

-¿Loción, desodorante o perfume?

-Cualquiera pero no el de Chocolate[1] -comentó haciendo una mueca.

-¿Ah, no?

-No, es desagradable, mejor loción, o un perfume me parece igual.

-De acuerdo, ya veré lo que usaré.

-Tenías la camisa un poco arrugada, te la preparé.

-¿En serio?, oh, no sé qué decir.

-No tienes nada qué decir.

-Te lo agradezco mucho.

-No hay de qué, es un día importante para ti.

-Demasiado.

-Bien, preparemos las cosas y emprende camino a ver a tu chica.

-Así será, hoy deberá ser muy especial.

___________

[1] Chocolate: Hay un desodorante de la marca Axe, que muchos dicen apreciar, pero hay ciertas mujeres que detestan ese olor, y entre ellas está Raquel.

Has llegado al final de las partes publicadas.

⏰ Última actualización: May 18, 2019 ⏰

¡Añade esta historia a tu biblioteca para recibir notificaciones sobre nuevas partes!

La chica indicadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora