Te quejaste y gritaste que alguien te había robado el corazón.
Jung Kook siempre ha sido temerario y alguien sin palabras. Jamás ha podido decir aquello que quiere, la primera vez que lo hizo, lo echaron de su casa, sin más. Creyó que era un hijo amado, pero todo el amor que existió en él se fue en aquel momento; su hermano se limitó a mirar y sonreír, más sus padres solo cerraron la puerta y aquel primer frío de la calle, fue más agrio que el de los callejones.
En las calles encontró la realidad, al entenderlo, sólo se volvió lo mismo que había visto toda su vida. Su realidad era vivir, y siempre lo había hecho.
No recuerda cuántos años tenía, quizás fueron insuficientes, ni cuál fue el primer baño en el que durmió, seguramente porque perdió la cuenta y su cabeza no se llenó más que de gritos y carcajadas que no puede olvidar. Es cierto, tampoco cuando es que se dejó ultrajar por primera vez a causa de un plato de comida. A fin de cuentas ¿qué palabras querían escuchar las personas a las que amaba? en el fondo jamás lamentó haber vociferado a los cuatro vientos lo que quería, era su propia voz, quería que todos fuesen capaz de escucharla.
Tenía 18 años cuando conoció a Min Yoon Gi, y a los 20, ese mismo Min Yoon Gi le había hecho el amor como jamás lo había sentido. Por primera vez, tuvo el deseo de sentir, en el fondo guardó mucha repugnancia a su deseo.
Aquel hombre tenía su misterio, pero eso no le importó, mucho menos ahora. Solo sugiere que su encuentro jamás fue casual, aun cuando cada vez que lo encuentra, lo primero que quiere hacer es ir a su departamento e invitarlo a hacer el amor.
Jamás le ha preguntado su edad, pero sabe que es mucho mayor, lo sabe, aun así sus impulsos no quieren cerciorarse de tal cosa. Se conocen de hace tres años, y lo único que sabe, es su nombre. Yoongi es casi imposible. Está es un modo difícil. Le recuerda a la juventud que se le escapó de las manos, pero ese mismo chico le devuelve a flor de piel lo que no quiere sentir. No quiere sentir más del dolor mártir que siempre le recuerda la facilidad con la que vive. Se muere. Empieza a callar.
Y es hoy que se encuentran, han pasado cuatro semanas, pero para Jung Kook sigue estando igual, un día, un año, siente que es lo mismo, el cielo sigue teniendo el mismo color que ha visto toda su vida. Es negro brillante, tanto casi al igual que su cabello. Le gusta pensarlo de esa manera, aunque a la vez no es más que un manchón indescriptible. No puede salir por las mañanas porque tiene un problema con sus ojos, son demasiado débiles, y odia el sol. Jamás ha podido verlo.
Las cosas buenas que el sol tiene ya no sirven para él, en los recuerdos de su infancia rara vez recuerda la sensación cálida en su rostro o en su cuerpo. No lo recuerda ya, ha pasado tanto desde eso. Demasiado que ya no sabe si alguna vez sintió.
No sabe qué cara ponerle a Yoongi, no está feliz de verle, eso es seguro, pero la palabra extrañar está más cerca a sus penumbras, está más cerca que nunca, palpitando tan fuerte que siente nauseas, entonces sabe, que no es algo bueno y su cara deja ver su repentino enojo y desdicha. El rubio le recibe sin sonrisas, pero el suspiro que deja salir desde la puerta es cálido repentinamente, tampoco sabe decir las palabras adecuadas, posiblemente quiere al chico dentro, así que antes de pedírselo observa cómo es que Jung Kook mete las manos en su abrigo de piel.
―Si no quieres, puedo irme.
Dice para comenzar. Ni siquiera sabe qué hace parado frente a su casa sin la excusa correcta. No se siente tonto, pero el rubio cruza los brazos y el segundo suspiro parece llegar casi a sus labios.
― ¿Qué no quiero qué? ¿A qué viniste, Jung Kook?
También odia cuando la razón se pone en su punto máximo, y es expuesto sin razón alguna. ¿No puede ir simplemente por ahí a principios de Octubre? Yoongi siempre le ha parecido mayor en todos los sentidos, luego se da cuenta, Yoongi no confía en él; no en la manera en que uno puede llegar y entrar sin curia a su casa, ni en la que pueden estrechar las manos, ni abrazarse como acto genuino y de acompañamiento, de hecho, no tienen nada. Y está seguro de que el mayor tampoco sabe nada de él. En el fondo la amarga sensación de perder algo se aleja.
―Bueno, son comienzos de Octubre ―dice finalmente, después de ya no aguantar la mirada de Min que sigue siendo tan gélida como siempre―. ¿Es malo que venga a verte? Sólo, no hay personas con las que me sienta cómodo.
― ¿Así que lo haces sólo por comodidad?
Maldice en sus interiores. Le está preguntando más que otras veces, Min no sabe cuándo hacer las cosas, parece que no le importa el tiempo, esta vez Jung Kook es el que suspira, dejando ver que su paciencia no existe, que solo está parado fuera del departamento mientras el viento parece querer llevárselo.
―Sabes a lo que me refiero, Yoongi.
―Lo sé, pero quiero que sepas lo que haces.
Los ojos cafés del pálido le dan la espalda, mientras lo invita a pasar. Qué manera ingrata de ofrecerse.
Por lo menos sabe lo que quiere, quiere entrar en calor con Min Yoon Gi, aunque no es tan descarado como para pedírselo, tampoco tiene la dignidad como para formar una pareja callejera, sólo es que su cuerpo se acostumbró demasiado a la forma de Yoongi que no ha podido tener sexo con nadie más. Es una novedad, de hecho, es demasiado conformista y quiere obtener grandes cosas mediante su cuerpo, pero, del hombre frente a él, no obtiene nada.
Y solo quiere sentirlo un poco más.
No quiero olvidar lo que se siente tener la atención de Min Yoon Gi, por completo.
―Sé lo que hago ―puesto que lleva su segunda intención demasiado oculta, pasa desapercibido por un momento, su suspiro lo lleva hasta la cama, desordenada y blanca, lo que deja su mente en vuelo―. ¿Has estado muy ocupado?
― ¿Lo dices porque no nos hemos visto en cinco semanas? ―Yoongi ha avanzado hasta sentarse en una silla frente al pequeño escritorio, no se detiene en seguir escribiendo sobre su computador, desde el ángulo en que está, logra ver que escribe un correo, un largo, largo correo.
―Que nos veamos o no, no importa. No tenemos nada, ¿sabes? eres un desconocido y por eso me siento cómodo acá. Me gusta que tu departamento sea frio. El mío es... demasiado cálido ―suelta cuando se siente muy a gusto sobre las sábanas de la cama, accedió a sentarse sin permiso sobre ella―. Y no me gusta de esa manera.
― ¿Por qué crees que soy un desconocido, Jung Kook?
¿Por qué se cree en lo que se ve? Los latidos dentro de él son tan débiles que alcanza a sentir cada uno de ellos, de una manera agitada, el olor del otro se esparce dentro de las cuatro paredes, Jung Kook inhala mientras lo absorbe todo, se moja los labios porque siente que debería irse pronto. Antes que pensar por demás.
―Termina primero lo que haces, podemos hablar sobre eso cualquier día.
―Quizás jamás termine lo que hago.
―Como sea, no es necesario hablar de ello.
Siempre termina en ese departamento por las noches, así las madrugadas son más preciadas. Jung Kook termina en el estado atontado, casi dormido, respirando más de lo que debería, ha aprendido tanto de estar en las sombras, los pozos, una manera de verlo y gustarle es que no le importe de donde ha salido, ni cómo se haga llamar.
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fckg.
Random❝Inesperadamente, nos volvemos las personas que no queremos❞ | myg + jjk | estamos destinados a estar cubiertos de cicatrices |