El abismo.

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Londres 1820




— ¿Es él? —pregunto Ana a una de sus ayudantes e cama, corrió hacia la ventana que daba vista al jardín del palacio y efectivamente, era él, era en guapísimo Frank Johnson, el duque de Bedford, Ana soltó un suspiro que hizo a sus ayudantes de cama soltar una risita.

—Me quiero casar con ese hombre. —dijo.

Frank Johnson, era un duque muy influyente, había estado al servicio de la reina, los últimos cinco años, era amable y carismático, tenía el pelo rubio y los ojos grises, era tan apuesto, Ana estaba más que segura de que él, estaba enamorado de ella, de lo contrario no la miraría como lo hace, siempre que podía le lanzaba miradas furtivas y ella se las respondía con una sonrisa, era encantador.

—Vamos, vamos, démonos prisa, quiero estar presentable para cuando me vea. —dijo Ana apurando a sus damas.

La reina miró a Frank, con una pregunta en sus ojos, el hombre asintió.

—Están viviendo en las afueras de Escocia, las propiedades son inmensas, tienen muchísimos criados, será muy difícil terminar con todo eso, mi reina. —La reina vio a Frank con molestia. —Solo háganlo, incendien todo, que no quede nada, ni una sola oveja, ni una vaca, ni una espiga de arroz, todo. —dijo con firmeza, Frank la miro y asintió.

—Así lo haré, mi reina.


***


Ana miro a ambos lados antes de salir por la puerta trasera del palacio, se iba a encontrar con Lord Frank en el bosque, no era la primera vez que se salía a escondidas del palacio para verse con su caballero, caminó por un largo rato, hasta llegar a lugar donde dolían encontrarse, casi cerca de los acantilados, Ana procuraba que sea lejos del palacio, porque su hermano, Louis, a veces solía cabalgar por esos lugares, y Frank, por alguna razón, no le agradaba.

Ana sonrió al verlo, estaba de pie, cerca de un árbol, dejo salir un suspiro, tan guapo como siempre.

—Mi Lord. —dijo con una inclinación, Frank sonrió al verla, y eso le gusto.

—Está usted muy hermosa, su alteza.

—Muchas gracias.

— ¿Vamos? —pregunto él tendiéndole el brazo, Ana asintió, empezaron a caminar entre los árboles, charlando de temas triviales, Ana estaba muy feliz, con el simple hecho de escuchar su voz, su corazón saltaba de alegría, no podía esperar a que pidiera su mano en matrimonio, aunque él no fuera un rey, pero era un duque, y su madre lo tenía en estima.


***


— ¿Quieres jugar a las escondidas?

— ¡Louis! Te he dicho que no entres en mi habitación de imprevisto ¿y si estoy indispuestas? Además, ya estoy grande para jugar a las escondidillas ¿Qué edad crees que tengo? Ya soy una lady. —Louis levanto las cejas mirando a su hermana, era cierto que había cumplido dieciséis y dio un gran estirón, pero para él seguía siendo una ratona real.

—Te veo igual de ratona, que siempre.

— ¡Louis! Deja de decirme así, ya soy grande. —se quejó Ana con las mejillas sonrojadas. —el príncipe sonrió, le encantaba molestar a su pequeña hermana, siempre amenazaba con acusarlo con su madre.

Los Secretos de Ana. La Dama Intocable.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora