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Recuerdo aquellas veces en las que solía visitar el parque en San Valentín, porque amaba ser masoquista. Ver en su mayoría a parejas, dándose de comer en la boca en un simple picnic, tonteando mientras se comían un helado, haciendo cosquillas... A pesar de que odiaba esa fecha, me gustaba ver como las parejas podían ser felices.

En muchas ocasiones me cuestionaba si algún día me pasaría algo similar. Yo quería vivir algo como eso, por más común y tonto que sonara. Yo quería que alguien me diera de comer en la boca, alguien que me manchara la punta de mi nariz con helado, alguien que tomara mi mano solo para brindarme calidez y comodidad. Jamás creí que ese día ocurriría hasta que te conocí.

Uno de tantos días festivos en donde el parque y los centros comerciales se inundaban de parejas enamoradas te vi. Y lo más gracioso es que te vi haciendo lo mismo que yo, observar como esa gente era feliz con alguien a su lado y nosotros solo admirábamos.

Estabas sentado en la banca frente a mí. Tal vez siete metros de distancia eran los que estaban de por medio. Tu rostro sonrojado cuando te atrapé mirando como una pareja se tomaba de las manos y él le daba un cálido beso en la nariz a esa chica mucho más baja que él. Tú solo sonreíste y agachaste tu mirada, apretando en una línea fina tus labios. Fue la mejor cosa que pude ver en el día. Esa armazón redonda sin cristal te sentaba muy bien, podría jurar que de todos los chicos en ese parque, tú eras el único tierno y guapo a la vez. No sabía que hacer para hablar contigo y al parecer tu tampoco sabías, porque sentía en algunas ocasiones tu mirada, pero justo cuando quería que nuestros ojos conectaran, tu girabas tu cabeza a otro lugar. Eso sin duda removió algo dentro de mí.

Sin más, me levanté de esa incómoda banca para sentarme a tu lado. A pesar de que eras más alto que yo, todo tu ser se cohibió frente a mí. Tu piel aperlada se tiñó de rojo en las mejillas y podía ver como intentabas ocultar tu sonrisa. Después de eso, intenté sacar cualquier tema a flote para poder entablar una conversación contigo. Fue difícil porque eres la clase de chico tímido, sin embargo, yo soy alguien mucho más sociable. Probablemente sea eso lo que nos unió mucho más. Polos opuestos se atraen, ¿cierto?

Admito que la primera vez que escuché tu voz sentí algo indescriptible en mí. ¿Cómo un ser tan tierno puede tener una voz tan varonil? Eso mismo te dije y solo reíste ligeramente, entonces confirmé en ese instante que ya estaba en el cielo. Tu voz, tu risa, tu sonrisa, tu rostro, todo tú me encantaba y me sigue encantando.

Esa día nos quedamos hasta tarde hablando, conociéndonos, riéndonos de cada estupidez que los dos decíamos y hacíamos. Claramente sin ser una pareja, éramos la mejor en ese lugar. La química estaba presente y yo no quería despedirme de ti. ¿Era correcto sentir cariño por alguien que conocí en un día? No lo sabía, y aunque no fuera correcto yo sentía que debíamos estar juntos.

Día tras día.

La verdad no había día en que no fuéramos a ese gran parque sólo para platicar y echar relajo. Esa banca sigue siendo nuestro lugar, el comienzo de nuestra historia, el comienzo de algo bello.

Pasaron meses, meses en los que mi cariño y afecto por ti crecieron. Un "solo me gusta mucho" se convirtió en un "creo que estoy enamorada de él". No sabía si era correcto decirte lo mucho que ansiaba verte, aun cuando tenía un minuto de haberme despedido de ti. No sabía si era correcto dejarte saber todos mis sentimientos, pues a mi parecer podía deducir que también sentías algo por mí.

Entonces pasó, ese día que tanto añoraba sucedió.

Te tardaste algunos minutos en llegar y yo estaba un poco desesperada ya que siempre eras tú quién llegaba temprano. El clima comenzaba a ser más fresco de lo normal y como gran estúpida que soy, sólo llevaba un suéter negro que no aminoraba el frío en mi cuerpo. Algunos minutos que parecieron una eternidad para mí transcurrieron y apareciste. Llámenme exagerada pero tu sonrisa iluminaba por completo a una ciudad o al mundo entero. Tu cuerpo estaba envuelto en una gabardina negra que lucía bastante cómoda y caliente. Te sentaste junto a mí y desbotonaste el abrigo para estar ambos en él. Mis manos te rodeaban dentro de esa gabardina, tus brazos me apretaron más contra a ti y susurraste en mi oído algo mucho más cálido que tu gabardina: "te quiero mucho". Esa frase pudo haber sido interpretada como un "mejores amigos" o como algo más, pero te encargaste de darme un pequeño beso en los labios. Nuestro primer beso. Yo estaba anonadada, mi corazón había dejado de latir por un nanosegundo para después acelerarse sin un mañana. Me sonrojé y tu sonreíste por eso. Así que yo también te dije lo mismo. Sonaba extraño decirlo en voz alta, pero a la vez era reconfortante. Ambos sabíamos que nuestra relación ya no era más que amistad y me sentía feliz por eso.

No puedo creer que llevemos más de dos años de relación. Dos años sin contar los cuatro meses que fuimos amigos. Sigo estando tan perdidamente enamorada de ti como cuando me hice mucho más cercana a ti. Me sigo poniendo nerviosa cada que me dices lo mucho que me amas, cada que me abrazas, cada que me besas, cada que tus manos recorren mi cintura. Y sé que te pone nervioso cada que digo lo guapo y tierno que eres cuando haces gestos, cuando usas esos lentes redondos, cuando yo tomo la iniciativa para darte un beso. Estoy feliz de haberte visto ese día, porque de no ser por ti no hubiera podido experimentar lo bonito que es tener a alguien para ti, a alguien que se preocupe por ti y te haga experimentar cosas que jamás hubieras creído hacer, decir e inclusive sentir.

Te agradezco mucho Im Changkyun.

Por aparecer en mi vida.

Por darle ese toque especial que tanto necesité por mucho tiempo.

Por ser tú, y simplemente tú.

at first sight ; im changkyun. ¦one-shot¦Donde viven las historias. Descúbrelo ahora