Mi cabeza duele y siento que palpita. Giro mi rostro para ver la hora en el reloj digital que tengo en la mesita de noche y marca las tres de la mañana. No pude evitar mirar aquella foto que reposaba al lado del reloj. No veía claramente, dado que el cuarto estaba a oscuras, pero la luz de la luna que se colaba por la ventana me daba un poco de visión.
Aun me cuesta y duele creerlo, el recuerdo de aquella imagen se siente tan lejano. Tú, como siempre, mirabas a la cámara con esa característica sonrisa tuya. Aquella de la que me enamoré. Mientras yo estaba viendo la consola en mis manos, ni si quiera me di cuenta que habían tomado la foto hasta que el día de mi cumpleaños, el último que pasamos juntos, tú me obsequiaste esa imagen junto con un juego que tanto había pedido. Si tan sólo hubiera apreciado un poco más ese momento y no me hubiera cegado con el videojuego.
Ya me cansé de que me pregunten si estoy bien, siempre lo hacen, aunque yo les dé la misma respuesta cada vez.
Observo fijamente al techo recordando los momentos que vivimos juntos, desde la infancia que tuvimos hasta cuando te declaraste y estabas tan nervioso que tropezaste y caíste en un arbusto; cuando dimos nuestro primer beso; cuando lo hicimos por primera vez; cuando te fuiste a la universidad y me dijiste que cuando me graduara fuera a vivir contigo... cuando me enseñaste con toda tu alegría la motocicleta que habías comprado. Supiste por mi cara que me daba un poco de miedo aquel transporte, pero por tu felicidad traté de disfrutar aquella alegría contigo. Cuánto hubiera dado por haberte dicho que no la montaras y te deshicieras de ella.
Recuerdo el día de tu funeral, uno que otro vecino de nuestro vecindario se encontraba ahí, personas de tu familia, distintos equipos contra los que jugamos en la preparatoria, junto con el equipo de la nuestra y amigos tuyos de la universidad.
El primer día que te velaron no tuve la fuerza para acercarme al féretro. No podía. Creía que me iba a romper, pero no lo hice. El segundo y último día, antes de que te llevaran al cementerio, saqué la fuerza para ver por última vez tu rostro. Esos cabellos, que usualmente siempre traías alborotados, se encontraban peinados hacia abajo y algunos mechones caían con delicadeza sobre tu rostro, aquel que era cubierto por unos cuantos rasguños y hematomas, producto tal vez del accidente. Estabas tan sereno, parecía que dormías y tuve que convencerme a mí mismo de que eso hacías para evitar el llanto que se apoderaba de mí.
Tu sepultura fue aún más dolorosa que el funeral. Las personas lloraban y tu madre gritaba de dolor, aquel chico que alguna vez fue capitán de Fukurodani y tu mejor amigo gritaba y se aferraba a Akaashi mientras su cara se llenaba de lágrimas. Los de Nekoma estaban igual, incluso Yaku-san perdió el equilibrio, él tampoco podía creer aun la situación en la que estabas.
Han pasado 2 semanas desde aquello y puedo decirte que no he llorado, no siento dolor... en realidad... he sentido nada.
Me detengo de pensar en todo eso y siento como mi cara se humedece, mis ojos arden y mis labios titubean. Tomo la almohada más cercana y hundo mi cara en ella. Grito. Grito como si no hubiera un mañana, como si fuera la última cosa que me salvara la vida.
Cargar con esto ya está haciendo su efecto. Golpeo el colchón con el dorso de mi mano cerrada mientras grito tu nombre en la almohada una y otra y otra vez. Ya no puedo con esto. Me arrepiento de nunca haberte dicho lo que verdaderamente sentía, de no haberte aprovechado ni haberte apreciado como debí y merecías.
Ahora tengo que aprender a vivir sin ti. Sí, aun no te he podido olvidar ni superar y creo que jamás lo haré. Tengo que acostumbrarme a la idea de que ya no te veré sonreír con esa sonrisa gatuna; ya no escucharé tu voz; ya no tendré tus brazos para ocultarme del mundo; ya no pasaré noches junto a ti, ya no será tu y yo... será solo yo.
Después de desahogarme por no sé cuánto tiempo, volteo a ver por la ventana tu habitación... el recuerdo de ti saludándome y lanzándome sonrisas coquetas desde ahí invade mi mente y sonrío por esas memorias.
Tengo que hacerme la idea de que ya no volverás nunca a casa ni mevendrás a buscar. Lo único que me queda ahora son los fantasmas de tusrecuerdos.
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The Ghost of You
Short Story"Tengo que hacerme la idea de que ya no volverás nunca a casa ni me vendrás a buscar. Lo único que me queda ahora son los fantasmas de tus recuerdos." [KuroKen] Esta historia está subida en AmorYaoi bajo el seudónimo "ZamWinchester", que también es...