Se dejó caer sobre un taburete, colapsando sobre la isla de la cocina con un quejido. Los brazos cruzados, la cabeza de lado encima de ellos, y el alboroto de rizos morenos extendidos por el granito; Jane cerró los ojos, todavía pegajosos de sueño.
Escuchó una risa reprimida en la otra esquina de la cocina pero no se molestó en mirar quién era, lo sabía perfectamente, tenía ese sonido grabado en la memoria, guardado en la carpeta de favoritos, y se esforzaba todos los días por conseguir sacarlo las más veces posibles.
Maura se acercó hasta la figura derrotada de la detective, depositando un dulce beso en su sien izquierda y una taza de cerámica llena de humeante café a su lado. Jane murmuró algo incomprensible, la boca aplastada contra su codo.
- Vas a tener que repetir eso si quieres que lo entienda - comentó la forense, divertida, jugando con un rebelde rizo moreno.
- Gracias - volvió a decir incorporándose un poco y rodeando la taza con las manos. - Pero esto no te exonera.
La rubia contuvo una risa, las comisuras de sus labios curvándose hacia arriba de forma delatora, y ladeó la cabeza de esa forma que sabía que Jane encontraba adorablemente irresistible.
- Ya te pedido perdón mil veces.
- "Perdón" no va a hacer que no me duerma hoy durante los fuegos artificiales - protestó la detective mientras soplaba en el café para no quemarse la lengua. - Todo por mantenerme despierta toda la noche... - Ante las cejas arqueadas de la forense, la morena bufó. - Ojalá hubiera sido por eso, ¡pero no!, la señorita Isles aquí presente tenía que ir a ver la luna.
- ¡Es que era una luna única, Jane! - Exclamó Maura con las mejillas ligeramente ruborizadas. - Había una alineación de Venus con...
- Lo único que tenían que alinearse eran mis párpados cerrados - refunfuñó.
La forense puso los ojos en blanco, pero su sonrisa la traicionaba. Adoraba hasta esas pequeñas discusiones con la poco cooperativa detective.
- Y aún encima - continuó Jane con sus quejas. - hoy nos vamos a la playa, ¡con lo que adoro yo la playa! - ironizó.
- No te preocupes, seguro que encuentras algo con lo que distraerte - la calmó Maura, dándole un beso en la mejilla. - Voy a terminar de prepararme.
La morena observó la esbelta figura de la forense pasar a su lado, envolviéndola en una nube de perfume, unos vaqueros largos ciñendo su cintura y una camiseta de tirantes con la bandera de américa estampada acorde con la celebración. Cuando Maura desapareció escaleras arriba, la mirada de Jane tropezó con una cesta de mimbre ya preparada al lado de la puerta, junto con la bolsa de playa llena de toallas, protector y los mangos de unas palas sobresaliendo por el borde.
Con un suspiro, la detective apuró su café, sabiendo que era la única oportunidad que tenía de espabilarse un poco antes de ser absorbida por los enérgicos Rizzoli.
- R&I -
Jo Friday salió corriendo en cuanto Jane le soltó la correa y TJ se revolvió en los brazos de Angela, ansioso por perseguir al animal, que estaba ladrándole a las olas que iban a morir a la orilla como si le fuera la vida en ello. La italiana reprendió al niño, luchando por mantenerle quieto mientras avanzaban por la irregular arena de la playa hasta un gran espacio vacío. Pinchó la sombrilla, tiró las toallas al suelo y se volvió hacia los demás con una sonrisa de triunfo.
Mientras Tommy peleaba con su rebelde hijo de cinco años para que se echara protector, Maura se remangó las perneras de los vaqueros hasta las espinillas y se afianzó el sombrero de paja que protegía su rostro del sol porque si no "se me llenan las mejillas de pecas y lo odio". Jane había visto inútil decirle que a ella le encantaban sus pecas, que podía pasarse la noche entera contándolas si eso le daba una excusa para admirarla abiertamente; se había callado, la mirada fija en la parte trasera del viejo coche familiar de su madre para no perderla en medio del abundante tráfico.
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One shot Rizzoles
Romance"El sonido de las olas rompiendo en la orilla era un murmullo que Jane siempre había considerado el mejor calmante existente en el mundo, aunque jamás lo admitiría en voz alta. Y ese año tenía el añadido de las carcajadas de Maura resonando en el ai...