La mitad de mi corazón está en la Habana

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One shot basado en el análisis de ihavepieces sobre 'Havana' de Camila Cabello


—"Sinuhé Estrabao, pasa al frente" —dijo imitando una voz autoritaria—. Y yo traté de esconder con gestos mi cara de chiquilla, caminé lo más recta que pude con los tacones que le había robado a mi mamá. Llegué frente a ellos y me hicieron dar tres vueltas.

—¿Para qué, abuelita? —dijo Leo, el niño de ojos verdes.

—Pues... Para conocerme mejor y saber si valía para el trabajo —los tres niños la miraron confundidos—, no importa, ya entenderán. Como sea, me paré frente a ellos como había visto que las anteriores lo habían hecho, como tratando de enchuecar el cuerpo para que se me notara algo.

—¡Mamá! —gritaron en el pasillo.

Sinu se levantó lentamente, con el peso de los años en los huesos. Llegó hasta su hija.

—Lauren pasa a recogerlos a las 8:30, la comida y todo lo que necesitan está en la maleta, cada uno sabe lo que es suyo, aún así están marcados con sus nombres por si se confunden, los juguetes están en una bolsa al fondo, tienen muda de ropa por si se ensucian y no pueden ver televisión ni tomar sus tablets hasta las 6 pm y sólo una hora... Gracias por cuidarlos, mamá.

—Amo a esos niños, no me agradezcas. Me hacen compañía, con tu hermana en Londres, tu papá trabajando y tú casada... Pero ya apúrate, que conociéndote llegarás tarde.

—Tienes razón. ¡Vengan a despedirse! —gritó, los tres niños corrieron a los brazos de su madre. Cada uno le dio un beso en la mejilla— No hagan enojar a su abuelita, pórtense bien. Leo, no muerdas a tus hermanos. Al rato viene su mamá por ustedes. Los amo.

—Camilita...

Salió dando grandes zancadas. Antes de subir al auto se dirigió a su madre:

—No les cuentes esa historia... Bueno, hazlo pero clasificación AA, por favor. Te amo.

Y aceleró.

Miguel volteó a ver a su abuela.

—¿Nos sigues contando? —sus ojitos cafés brillaban.

Sinu asintió y caminaron a donde estaban, los niños sentados en el suelo y ella en el sillón. La miraban atentamente.

—¿En qué me quedé? —Aria, la más grande, levantó la mano como en la escuela— Dime, mi amor.

—En que te enchuecaste para los señores esos —sonrió mostrando un tierno huequito entre los dientes superiores.

—Muy bien, mi amor...

Sinu tenía los 19 recién cumplidos. Necesitaba dinero, su plan era no quedarse en la isla, no quería tener una familia ahí, quería tener oportunidades. La terminaron aceptando en el trabajo por su carisma, eso haría que los extranjeros gastaran sus dólares en el lugar. Salió con los tacones en la mano, se enfundó las chanclas que traía en una bolsa de plástico y con una sonrisa cloqueó hasta su casa. No pudo ocultarla de su madre.

—Ahora, ¿tú qué te trae'?

—Nada, mamita.

—No me mienta.

—No es nada, mamita querida.

—¿Pa' qué quería mis tacones?

—Para enseñárselos a la María; no desconfíe de mí.

—Bueno, ya tú sabe qué hace. ¿Qué va a querer pa' cenar?

—Moros y cristianos o moros y cristianos con calamar. Difícil decisión —rió.

Havana (OS)Where stories live. Discover now