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Era realmente estresante todo lo que tenía que vivir cada día, empezando con las constantes presiones de mis padres con la insistencia de que escogiera una carrera universitaria que me produjera dinero, ya que la música me dejaría en banca rota, según ellos.

Siempre me apasionó la música y la composición, claro está que cuando nadie ve tu talento en esto, comienzas a deprimirte. ¿Como puedes motivarte a seguir cuando todo el mundo parece decirte que ese no es tu verdadero destino? Lo peor era estar ya en el punto de tu vida donde tienes que elegir uno de los caminos y seguirlo hasta el final, eso es un 40% de la razón de mi estrés.

Después le sigue la escuela, para algunos es el lugar donde se va a llenar las mentes de conocimiento y otras tantas cosas que de solo decirlo me dan inmensas ganas de reír, porque para mi ese era el lugar donde ponían a prueba tu capacidad de aguantar las fuertes críticas sociedades, el típico "el pez más grandes es el que sobrevive". La escuela para mi era un océano lleno de peces medianos, sólo que algunos logran hacerse pasar por peces grandes, y luego estaban los otros, siendo rebajados a pequeños.

¿Saben en que lugar estoy yo? Si, exacto, con los peces pequeños.

—Yoongi, Yoongi...te he dicho miles de veces que te dejes de aparecer por el club, comienzo a odiar tu persistencia—dijo el pelinegro mientras se acercaba a mi a pasos lentos, tratando de intimidarme, pero ya estaba acostumbrado a esto, miraba a mis lados y como los estudiantes caminaban a sus respectivos salones sin ser capaces de parar a poner atención a la futura pelea, ahora simplemente me quedaba a esperar los golpes hasta que él se cansase.

Y así fue, Jackson comenzó a estrellar sus puños en mi rostro y costillas. Esto pasa cuando uno de los peces pequeños quieren rebasar a los grandes, esto pasa cuando un chico de 17 años intenta sobresalir en un club de mala muerte con su rap, pero esto no me haría detenerme.

Aunque quizás Jackson ya ha ganado muchas veces.

Caminé con dificultad hasta uno de las gradas del campo de fútbol, sintiendo como todo mi estómago se retorcía, ¿Una costilla rota quizás? Bueno, otro día sin poder siquiera entrar a mi primera clase.

Suspire rendido y saqué mi libreta de mi mochila, la libreta donde estaban escritas todas mis creaciones, decidido a romperla, ¿Para que seguir aguantando? ¿Para que seguir siendo un perdedor? Esto ya no era lo mío.

Comencé a romper una página, después otra, y otra hasta que tomé la siguiente pero mi mano fue detenida.

—Ni siquiera se te ocurra romper otra hoja más ¿Sabes cuantos árboles son despalados para poder tener esa libreta en tus manos?.

Un chico de cabello naranja estaba frente a mi con una expresión enojada, sentía su agarre fuerte en mi mano hasta que fue soltada. Después su expresión cambió a una de total confusión.

—¿Porque rompes todas estas hojas?—dijo y tomó una de las que había en el suelo. No lo detuve cuando comenzó a leer, quizás porque no me importaba, o quizás porque estaba muy ocupado observando detalladamente sus facciones.

Su rostro de piel delicada, pestañas largas, mejillas abultadas, labios gruesos, ojos pequeños. Mi descripción puede que sea simple, pero ese chico no era común, ese chico era extremadamente lindo.

Paré lo que estaba pensando, en esas hojas estaban plasmadas mis más privados pensamientos, y ahora un completo desconocido las estaba leyendo como si de una novela se tratase.

—¡Oye, deja...

—Esto es bueno—dijo el pelinaranja para girarse a verme sorprendido—Tu forma de expresarte aunque es agresiva, es realista.

Loser «Yoonmin OS»Donde viven las historias. Descúbrelo ahora