Llegó a las seis de la tarde para lavar la ropa sucia de toda la semana. No es un local muy grande, pero tiene suficientes lavadoras para todos. Le gusta la limpieza, cambiarse. Hacía mucho calor, estábamos a 30 grados.
Allí se reunían muchas mujeres para hacer la colada. Su precio era bastante económico.
Aquel día entró por la puerta una chica a la que nunca había visto. Su cuerpo era delgado, con unos pechos duros y firmes, no parecían operados. Llevaba una camiseta, que dejaba a la vista su ombliguito, con un pequeño piercing en él. Sus pantalones eran cortos, para poder enseñar bien esas bonitas piernas. El pelo moreno y bastante largo, lo llevaba recogido en una coleta que le llegaba hasta su culito respingón.
Se formó un gran revuelo entre las mujeres presentes, se podía intuir que la estaban tratando de golfa para arriba. Es sabido que las féminas, critican a las que creen que pueden ser competencia especialmente, cuando hay un hombre cerca. Por casualidad, era el único que se encontraba allí. Se dispuso a poner la ropa dentro. Eran casi todo prendas deportivas e intimas: sujetadores, bragas, tangas, bikinis...
Se le cayeron un par de ellas. Al agacharse, pudo ver su tanga rojo. Empezó a colocar en el tambor todo lo que había traído. Ahora era ella quien le observaba. La invitó a un refresco. Al lado de donde estaba situada la maquina, se encontraba una habitación, era el almacén, lo usaban para colocar detergentes y suavizantes. El encargado lo dejo abierto.
En un descuido, le cogió de la camiseta. No se dio cuenta, pero ya estaba dentro con ella. Le acariciaba la entrepierna. Poco a poco la cosa se ponía más dura. Sintió la lengua dentro de su boca. Empezó a desabrocharle el pantalón, su tienda de campaña iba a reventar. Fue quitándole lentamente la camiseta, desabrochándole el sujetador. Tocó los pechos con delicadeza, comprobó que eran naturales. Ella se arrodilló y le hizo una felación. Cuando quedó satisfecha, el bajó su pantalón junto con el tanga. Donde estaban, no era muy amplio que digamos, pero le agarró del culo con fuerza para luego sentarla en unas cajas, estaba bastante excitada. Acarició cada centímetro de su cuerpo. Y su pene entró con bastante facilidad.
También ella le apretaba el trasero, mientras la iba penetrando. Los dos estaban disfrutando. La puerta no quedó bien cerrada. Pudo ver unos ojos que los miraban, al principio le daba apuro, pero luego comenzó a darle morbo. Fuera se escuchaban los gemidos. Les daba igual lo que pensaran las otras víboras. Follaron como locos durante media hora. Al salir, todas las miradas se dirigían a ellos. Regresaron justo a tiempo para terminar de secar la ropa. No paraban de mirarse ¿qué estarían pensando?
Él estaba algo avergonzado, nunca había hecho algo parecido, al menos en un lugar público. Ella terminó antes. Le miró fijamente a los ojos. Acercó su boca a la oreja izquierda para decirle. Gracias por todo, he podido vengarme del asqueroso de mi novio. No supo que decirle, le dio un beso en la mejilla y desapareció.