II [END]

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Al día siguiente, por la noche, Mark aún se encontraba metiendo las últimas cosas a una mochila considerablemente grande —la mayor parte del contenido era comida— y escribiendo una carta a sus padres para calmar un poco las aguas.

Decir que estaba nervioso y ansioso era poco, estaba que se moría intentando meter los frascos con ahorros de su trabajo de medio tiempo y la mesada de sus padres al bolso. No era mucho dinero, pero era suficiente para sobrevivir, máximo, dos meses.

No fue difícil llegar a la decisión que tomó, fueron cuatro horas metido en la bañera de su habitación meditando todos los pros y los contras de irse con Jackson a quien sabe donde. Se había graduado hace unas semanas atrás, al igual que el mayor, así que no les sería difícil encontrar trabajo, no tenía mucho que perder, y además, iba estar con el amor de su vida y podrían ser felices tal cual como ambos siempre habían soñado.

Confiaba plenamente en su mayor, tal cual como Jackson confiaba en él.

Unas piedritas golpearon el vidrio de su ventana con delicadeza, llamando la atención del menor, y darle a entender que su pelinegro estaba afuera. Mark se acercó a la ventana, la abrió y sonrió al verlo parado afuera iluminado por la luz de la luna llena, con sus ojitos brillantes y una sonrisa radiante.

— Oh, Markie, deja caer tu cabello... — se burló el mayor, a lo que ambos rieron.

— Serás idiota — dijo el menor.

— Tú idiota favorito — le lanzó un beso.

Mark dejó caer su bolso a lo que Jackson lo atrapó con agilidad, y también ayudar a su bebé a bajar por el árbol que conectaba la ventana de la habitación del menor con la calle.

— ¿Listo? — preguntó el mayor con la mano de su bebé entrelazada con la de él.

— Más que listo — respondió con una sonrisa y dejando un casto beso en los labios del mayor.

— Vámonos.

Jackson alzó al castaño y lo llevó al asiento del copiloto entre risas y uno que otro casto beso. El miedo que tenían al futuro se esfumó apenas tocaron los labios ajenos, hundiéndose en un mundo dónde todo iba a estar bien, un mundo de fantasías que pronto se harán realidad. El mayor terminó de meter las cosas al maletero y subirse en el asiento del piloto y encender el auto, pero Mark bajo y cerró la puerta, a lo que Jackson fruncio el ceño.

— ¿Pasa algo, amor? — preguntó el mayor, algo asustado de que su pequeño no quisiera ir.

— Hyung... — habló Mark, y el pelinegro lo escuchó atento.

Le he dicho que no es necesario que me lleve, puedo ir cami... — el mayor lo interrumpió con una sonrisa al saber a donde iba la situación.

No, no, no, he dicho que te iba a llevar yo. — Mark sonrió. —Ahora sube.

Mark volvió a montarse en el auto con una enorme sonrisa al haber revivido la primera de muchas veces en la que su hyung lo llevó a recorrer la ciudad en aquel viejo auto.

— ¡Amo a Mark Tuan y nada ni nadie me va impedir que esté con él! — gritó Jackson con todas sus ganas y arrancó el káiser carabela blanco cuando vio que una luz se encendía dentro de la casa del menor.

Mark tenía las mejillas más sonrojadas que un tomate y una sonrisa boba en sus belfos. Estaba feliz, muy contento de que todas y cada una de las adversidades estaban apunto de alejarse de su camino, estaba alegre de poder escribir su propio futuro junto a la persona que ama, al fin sería libre.

«Queridos mamá y papá, les mentiría sí les dijera que sé que es lo que les voy a escribir porque no tengo ni la más remota idea, así que iré directo al grano.

Sé que es una decisión muy precipitada, pero es mi vida, es mi futuro, y aún soy joven, aún tengo tiempo de cometer errores y hundir la pata hasta el fondo, pero, es que sólo quiero ser feliz, y sí, estoy dispuesto a pagar el costo por esa felicidad.

Tienen un hijo homosexual, que es feliz junto a su novio, y que se acaba de escapar de casa justo enfrente de sus narices, y que no se arrepiente de absolutamente nada.

No me busquen, estaré bien, no se preocupen. Mentiría sí dijera que llamaré seguido ya que no tengo ni la más remota idea de que sí eso va a llegar a pasar, pero trataré de hacerlo.

Quiero que sepan que esta decisión la tomé yo, nadie me obligó, yo mismo quise irme, escribir mi propio destino, y ser feliz.

Los amo, gracias por todo.

—Mark Tuan.

P.D: Mamá, me lleve tus barras de chocolate.»

— ¿A donde vamos? — preguntó Mark, quien se encontraba recostado en el hombro de su amante, mientras este conducía por la carretera casi vacía.

— Es una sorpresa — sonrió Jackson, entrelazando su mano libre con la del menor.

— Sabes que no soy bueno con las sorpresas — hizo un adorable puchero que el pelinegro vio por el retrovisor y se mordió el labio aguantando las ganas de besarlo — Voy a morir de curiosidad.

— Y yo voy a morir de ternura sí sigues así.

Luego de media hora de viaje, entre una plática alegre, besos de parte de Mark a Jackson, y una barra de chocolate a la mitad, llegaron a su primer destino. El menor quiso bajar del auto cuando el mayor lo apagó pero el pelinegro lo detuvo.

— Espera aquí un momento — dijo para luego bajar del auto.

El mayor abrió el maletero, sacando el bolso de la comida que él había traído, una manta y un paño color negro.

— Te voy a cubrir los ojos con esto — dijo Jackson sacando a Mark del auto y el menor asintió algo nervioso, para que luego una suave tela negra impidiera su visión — Es para meterle más intriga a la sorpresa.

— Malo — Mark se cruzó de brazos haciendo pucheros, y Jackson no se pudo resistir a besarlo.

El mayor guió al castaño por un sendero de arena, hasta que sonido del mar chocando con las rocas inundó el ambiente. Jackson soltó la mano del contrario y extendió la sabana en la arena, colocando el bolso con la comida encima, y sacando de este una corneta a bluetooth, cual encendió y dio play a una balada de piano muy romántica, que acompañó el sonido del agua en un ambiente más hermoso. Dio gracias a que la luna estuviera a todo su esplendor, reflejándose en la superficie cristalina frente a ellos.

Jackson retiró el pañuelo de sus ojos, y Mark observó todo maravillado. Era algo muy sencillo, pero hermoso, que hizo que valorara ese pequeño detalle del mayor en su corazón.

— Te amo — dijo Mark, sonriendo y abrazando a su amado.

— Yo también te amo — correspondió, y ambos fundieron sus labios en un beso lleno de amor.

Que hermosa forma de iniciar un largo viaje.

~•~

Espero y les haya gustado. ♡

escapemos ; markson.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora