Gato

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Es mi última vida y en realidad no tengo miedo. Quizá se deba a que conocí a un humano sublime. 

En mis anteriores vidas también me topé con personas increíbles, pero él es el primero que me hace desear poseer un cuerpo más grande, uno donde tenga brazos y así pueda sostenerlo, o un lomo firme para que se aferre a mí. 

Es mi última vida y doy gracias al cielo el que se me haya permitido estar junto a alguien como él antes de que mi alma por fin descanse en paz.

[...] 

¿Cuántas vidas tienen los gatos?

Siete y en casos excepcionales nueve. No se adquieren estas vidas de forma continua, no se muere y al instante se revive, a veces se renace un siglo después, otras al día siguiente. No existe una regla para ello y nadie nunca encontrará una ecuación que descifre el enigma.

La primera vida la experimenté siendo la mascota de una princesa. Fue un buen comienzo, sin embargo me daba lástima la chica, tenía todo, pero lo único que le ofrecía un poco de consuelo era mi presencia. 

La segunda, la viví siendo amigo de los hijos de un ninja médico, eran muy amables y les gustaba que jugara con ellos. 

La tercera no la compartí con nadie, viví en las calles repletas de pobreza, en una aldea donde siempre llovía. 

La cuarta vida, muchos la podrían definir como la más miserable, pero no tienen por qué preocuparse, solo viví un mes y ni siquiera sentí dolor cuando fui arrojado al fondo de un río dentro de una bolsa. Para ser sincero, dolió más los golpes que recibí cuando intentaba defender mi territorio de otros gatos en los callejones y techos de Amegakure; me siento muy orgulloso de aquellas heridas, fui valiente y fuerte, libre y no necesité la ayuda de ningún humano. 

No lo malinterpreten, no es que odie a los humanos, al contrario, creo que cuando no se guían por el bajo instinto de crueldad, como una minoría, entonces pueden ser muy amables y mi quinta vida lo comprueba. 

Estuve con una anciana, ella acostumbrada a vivir en constante movimiento siempre procuraba atenderme con fervor. Sus ojos poseían cierta dulzura, pero ocultaban tristeza. Estaba sola y no como la princesa que lo tenía todo y a la vez nada, se debía a que lo tuvo todo y ahora ya no tenía nada. La anciana disfrutaba cuando me subía a su regazo, comenzaba a mecernos en su extraña silla de madera que tenía en el patio, ahí me acariciaba detrás de las orejas mientras me relataba diferentes historias; me platicaba del vecino Genin que vivía frente a su casa cuando era pequeña, también de su mejor amiga que se embarazó de un ninja ANBU, sobre sus padres y hermanos que poseían un chakra considerable. Siempre tenía algo qué decir de los demás y nunca de ella misma. Una mañana, una gris, ese día me subí a su regazo de un salto y después de restregarme en su estómago me acomodé; ella ni siquiera se movió, ya no tenía fuerzas para acariciarme como siempre hacía. Comenzó a relatarme su vida y entonces entendí por qué nunca lo hizo antes. No tardó en morir y enseguida la seguí. 

De la sexta vida no recuerdo mucho, se dice que al nacer en una camada grande las probabilidades de supervivencia son más escasas, a veces me llegan imágenes donde intentaba con todas mis fuerzas alcanzar una tetilla de la gata que me ayudó a llegar de nuevo al mundo, sin embargo, mis hambrientos hermanos impidieron mi objetivo.

Me considero un gato con suerte, en el transcurso de mi intermitente existencia conocí diferentes felinos; la mayoría no se acercaban a mí. ¿Qué puedo decir? No está en nuestra naturaleza confiar y abrirnos a otro gato sería como exponernos por completo, aun así me encontré con otros mininos que pasaban por su última vida y a ellos no les importaba narrar sus experiencias. Muchos de ellos odiaban a los humanos, gracias a ellos sufrieron más de lo que el destino tenía deparado. Algunos nacieron en la calle y estaban condenados a morir de hambre al ser débiles; no había caso en que un humano encontrara gracioso prenderles fuego o utilizarlos como un costal de patatas para encajar sus shurikens, por eso entendía que no les agradaran las personas. Otros en cambio tuvieron suerte y fueron tratados como reyes, mimados, adorados e idolatrados. Encontré todo tipo de gatos, incluso una vez conocí uno que dijo haber sido rescatado de la Segunda Guerra Mundial Shinobi. Hay de todo en este mundo y respeto profundamente cada una de las vidas que ellos atravesaron.

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