Capítulo 01 | Querida Jade

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Septiembre, 2015

Tengo la estatura promedio, no soy muy alto ni muy bajo, me mantengo en el medio o al menos eso es lo que me dice mi abuelita para no hacerme sentir mal, triste vida, pero ese no es el punto. Tengo la piel canela, siempre pensé que era adoptado por que mis padres tienen la piel un poco morena y aquí entra mi abuelita otra vez por que yo salí a ella y con las mejillas regordetas, lo suficiente para poder pellizcarlas, eso también me dice mi abuela.

En mis ojos guardo una galaxia o al menos eso me gusta pensar cuando me veo en el espejo, es una mezcla rara entre el verde, el azul y el café, ¿extraño, verdad? A quien no le gustaría tener ese hermoso color, yo soy uno de esos por que en realidad tengo los ojos color chocolate, muy cafes, ¿común, verdad?

Mi cabello es uno de los aspectos que me llama la atención de mi cuerpo, no es de color negro, es el mismo color de mis ojos, chocolate intenso, uno de mis colores favoritos, aunque el negro es mi preferido, es un poco irónico por que no me considero un chico que odia la vida ni lleno de problemas, al contrario, soy una persona demasiado positiva y eso hace que algunos me crean ingenuo, aunque no lo sea ¿o si? Eso es algo que me encargaré de pensar después.

Mamá es profesora en una escuela alejada de la ciudad donde no asisten muchos estudiantes pero el sueldo es lo "normal", papá atiende y trabaja en una pequeña panaderia familiar desde los 8 años y hasta ahora se sigue haciendo responsable del negocio que dejo la abuela; oh y por cierto tengos dos hermanos, Sebastian y Sofia.
Anhele muchas cosas desde pequeño, la música era lo principal, cuando tenia cinco años empezé a escribir experiencias familiares en pedazos de hoja de papel, a los ocho años papá me regaló mi primera guitarra que al siguiente segundo comenzé a rasgar, a los doce años me di cuenta que podía cantar y a los veinte tres años empezé a triunfar, una historia larga de contar. Miller's Records era mi orgullo total.

Crecí creyendo que papá Noel no existe y que la vida no es perfecta pero si que es hermosa, hay momentos en donde nos enfrentamos a gigantes personas que intentan destruirnos o derrumbarnos, excavan en lo profundo de la mente con la intención de cambiar nuestra forma de ser, haciéndonos creer que en realidad somos uno más del universo y que no tenemos valor alguno, buscan la manera de hacernos miserables ante nuestros ojos y delante de los demás. Pero, existen en el mundo personas que hacen que el camino de la vida sea mágico, especial y único, la clase de gente que usa las palabras correctas para hacerte sentir afortunado por tenerlos en tu vida, invade un sentimiento cálido en nuestro pecho sólo por saber que ellos siempre van a estar ahí, nos aferramos con la mayor fuerza posible con la esperanza de poder mantenerlos junto a nosotros, no importa lo que hagan ni lo que digan, siempre vamos a esperar que duren con nosotros una eternidad...

—¡Nathan Edward Miller Smith!

Y ahí esta esa voz otra vez, que fastidio, juré que esta vez iba a dejarme en paz pero creo que me equivoqué.

—¡Tienes 3 segundos para levantar tu pesado trasero de esa cama!

Sí, definitivamente me equivoqué. Esa mujer esta loca.

—¡Tres!

Ella estaba muy equivocada si creía que le iba a hacer caso. Merezco tomarme una siesta de vez en cuando.

—¡Dos!

Deberas que empeño pone esa mujer en querer arruinar mi sueño, espero poder cerrar los ojos otra vez para continuarlo.

—¡UNO!

Joder, ni siquiera me acuerdo lo que estaba soñando, eso es demasiado injusto, voy a abrir los ojos sólo para decirle que pare de gritar como una urraca, es demasiado molesto.

RasgadoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora