Levi se ha despertado sobresaltado, al recordar la muerte de Erwin, y esto preocupa al pequeño qué esta junto a él.
Por el bien del pequeño, Levi no le revela quién es su padre hasta esa mañana en que el muchacho quiso saber de él.
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Creí que la muerte de Erwin, había sido superada, pero un sueño con él, me recordó qué jamás, podría superar su pérdida. Me desperté con lágrimas en los ojos y sollozando, cuando oí que alguien me hablaba. Miré a mi lado, y allí estaban aquellos ojitos azules que amo tanto, mi pequeño hijo. —¿Papá... ? ¿Que tienes? — mi hijo Erwin, una copia exacta de su padre, me miraba preocupado. —¿Tuviste un mal sueño?— me dijo y tomó mi mano. Acaricié su rubia cabecita y la besé para tranquilizarlo. —No es nada...— dije —es sólo que no me siento muy bien el día de hoy... ¿Tienes hambre? Vamos a desayunar — le sonreí. —Papá ¿A quién llamas en sueños? ¿Era a mí? Repetias mi nombre una y otra vez... Lo estreche entre mis brazos y lo besé cariñosamente. —No eras tu esta vez...— dije y él quitaba las lágrimas de mis ojos —Era tu padre... Me hizo una visita en mis sueños... En realidad, había soñado otra vez con aquel día... No había manera de borrar ese recuerdo. —¿Papá?— Asenti mientras seguía abrazado de él sin poder aguantar mis ganas de llorar. —¿Por qué nunca me has hablado de él? ¿Era una mala persona?— —No cariño, todo lo contrario, nunca conocí a nadie más amable qué él. —Y dónde está ahora...— No fui capaz de responder a esa pregunta, por cuatro años le oculte la verdad, por su propio bien, pero por lo visto era el momento de hacerle saber quién era su padre y dónde estaba ahora. Se apartó de mi y tomó mis manos justo cuando la puerta de nuestro cuarto se abrió. Por ella entraban Hanji y la Reina Historia, supuse que hacía una visita normal a Hanji puesto que no iba vestida con todo aquel lujo. Ambos miramos a ambas mujeres. Al verme en este estado, Historia ofreció una visita a mi hijo a su castillo, entendí perfectamente porque lo hizo. Tras un beso lo dejé ir. Me costaba estar lejos de él. Se había vuelto mi razón de seguir adelante, pero había momentos en que deseaba estar sólo y llorar. Le dije a Historia que iría luego por él y finalmente quedamos solos Hanji y yo. —¿Estas enfermo? — me preguntó al verme. Me sentía mal, pero sentía un dolor tan fuerte en mi pecho... Que nada tenía que ver con el mal estar físico. —No puedo más Hanji... Ya no aguanto un día más sin Erwin... — acabé diciendo casi a los gritos. —Ya no puedo más... Lo extraño... Lo extraño tanto que duele... Hanji siempre la había considerado como una madre, aunque me hacía perder la paciencia, siempre estaba ahí para mí. No podía dejar de llorar, el sentimiento que me invadía en este momento no podía describirlo con palabras... —No dejo de amarlo incluso después de muerto... No puedo más... No se que pasaba por su cabeza en realidad, pero me dijo algo que me volvió a la realidad. —No tienes que dejar de amarlo, amalo tanto como puedas, pero dejalo ir. Tienes que asumir qué ya no esta... Y sigue siendo fuerte para tu hijo. Se quedó acompañandome un momento y luego regresó a sus labores. Un par de horas más tarde, fui a buscar Erwin al palacio, y lo llevé conmigo a un lugar especial. —Hoy me preguntaste por tu padre ¿verdad? ¿Quieres ir a verlo?— le sonreí. Su carita se iluminó y asintió feliz, y me pidió que le hablara de él. Le conté todo, no le omiti nada, tenía que saber la verdad de su padre, de mi boca y no de otros. —...Tu padre junto a todos esos soldados, nos dieron esta nueva vida. Pero él nunca supo de ti. No porque no quise decírselo, sino qué, porque él nos dejó antes de saber que tu crecías dentro de mí... Llegamos a destino, allí estaba la sepultura que habíamos levantado Hanji y yo para él, y como siempre, estaba repleto de flores, que le dejaban algunos ex miembros del escuadrón 104, oficiales de la policía militar y también, los de la guardia estacionaria, aún que los ciudadanos eran quienes mas lo visitaban. —Tu padre está aquí, Erwin. Y llevas su nombre por una razón en particular. Hace cuatro años, antes de que nacieras, me prometí que te pondría su nombre en memoria de su sacrificio. Erwin, el es tu padre, Erwin Smith, Comandante de la "Legión del Reconocimiento" y el hombre que liberó a todos nosotros. Erwin, sujetaba mi mano y me mantuve firme ante los recuerdos que asaltaban mi mente. —Erwin, te presento a nuestro hijo, Erwin Smith Akerman— Las lágrimas volvían a resbalar por mi rostro y saque de mi bolsillo, el colgante que Erwin solía llevar colgado a su cuello. —Eso que es...— quiso saber mi pequeño. —Tu padre solía llevar esto con él siempre, y es el único recuerdo que tengo de él después de ti... — Terminé quebrándome ante mi hijo, que a pesar de su corta edad, parecía entender todo. —No quise decirte nada, porque creí que sería vergonzoso para ti, saber que eres el fruto del amor de dos hombres...— —Papá... — me llamó, lo mire desde arriba — no podría sentir vergüenza de soldado más fuerte de la humanidad, y del Comandante que sacrificó su vida por todos nosotros. Me siento orgulloso de ser su hijo— Me arrodille ante él y lo abrace. En éste momento no se quién es el niño y quién es el adulto. Nuestro hijo, no me recriminaba nada ni a mi ni a su padre. —Lamento no haberte dicho la verdad antes...— Quizás era mi imaginación. Pero sentí no solo, la calides de mi pequeño, sino que también sentía como si Erwin estuviese con nosotros y nos envolviera en sus brazos. Y la brisa se sentía como una caricia. —Gracias por todo papá — Lo miré y Erwin sonreía a alguien a alguien a quién yo no veía. Pero estaba seguro, que Erwin estaba con nosotros en ese instante. "Gracias mi amor, por dejarme a nuestro hijo como tu mayor recuerdo, te amo" Cargué a Erwin en mis brazos y nos alejamos de allí, y yo con mi alma realmente tranquila y con nuestro hijo dormido en mi hombro, sabiendo que su padre era el hombre mas bondadoso y amable que ha pisado la tierra. #Kida