Tan solo es un cuento de hadas

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El sol ya se ocultaba entre las montañas y ella observaba el carruaje que llevaba consigo a aquellas mujeres irse. Tenía mucho que limpiar, la mansión en la que vivía era tan enorme que no importaba cuántas veces lavara los pisos, no había día en el cual no estuvieran llenos de polvo.

Si esa noche ellas regresaban y no veían su hogar limpio probablemente le gritarían llamándola inútil o incompetente, aquellas palabras le importaban muy poco, en aquellos momentos se encontraba conversando con Fairy.

Desde muy temprana edad estuvo trabajando, siendo insultada y en ocasiones golpeada, al ser una niña constantemente lloraba hasta que se dió cuenta que demostrando su sufrimiento solo lograba que quisieran sepultarla más de lo que ya estaba, así que intentando sobrellevar aquel dolor mantenía conversaciones con aquella mujer de ojos cyan que desde aquel entonces estuvo acompañándola.

¿Quién era ella? No lo sabía, un día mientras pensaba sencillamente escuchó su voz comportándose amable y ese fue el inicio del fin, no le importaba si tantas dificultades a diario habían terminado por enloquecerla, solo quería continuar intentando salir de aquel camino de miseria y mientras Fairy estuviera con ella estaba bien, era su única amiga después de todo.

A pesar de que buscaba no pensar en su actual modo de vivir no podía evitarlo, llevaba tantos años siendo ahogada por semejantes sueños no alcanzados que constantemente pensaba en ellos y se lamentaba sintiendo molestia por no haber nacido en otras circunstancias, con padres vivos y viviendo como una joven común.

Le habría encantado estudiar, vivir en una casa con un jardín extravagante, tener caballos en los cuales cabalgar, conseguir buenas amigas y el amor de un joven que le gustará, sin embargo aquellos sueños se mantuvieron como tal y ahora tan solo era una triste sirvienta que no tenía ni siquiera un vestido con el cual ir a un baile.

Traicioneras lágrimas se acumularon en sus ojos y las limpio con rapidez.

Deja de llorar~ Murmuró Fairy, sus ojos cyan se presentaron en su mente.

Ella solo asintió sin responderle y se encamino hacia la mansión, por un ínfimo segundo deseo que los milagros realmente existieran.

-Buenas noches, señorita-

Se volteó rápidamente y observo a un hombre enmascarado a unos pocos metros de donde se encontraba, vestía muy elegante con aquél atuendo y llevaba un maletín, de su sombrero de copa sobresalían mechones azulados.

Es peligroso~ Advirtió Fairy y ella se apartó sin despegar su mirada del desconocido.

-Buenas noches- Saludo cortésmente y con cautela -¿Que necesita?- Preguntó.

-Que jovencita tan educada- Menciono el desconocido otorgándole una pequeña sonrisa.

-Si busca a mi señora ella no se encuentra en estos momentos- Informo.

-Ah, habrá ido a la gran celebración en el castillo- Murmuró.

-Si, venga mañana, probablemente estará libre para recibirlo- La joven bajo levemente la mirada, aquel extraño no dejaba de intimidarla con su presencia.

-¿Por qué no fuiste tú al baile? Escuché que todas las doncellas fueron invitadas- Pregunto acercándose a ella lentamente, la joven retrocedió con cierta rapidez y lo observó a los ojos con firmeza.

-Soy una sirvienta, nosotras no vamos a bailes- Su voz se alzó ante la oscuridad de la noche y aquel hombre.

-Pero seguramente tu vida entera lo has anhelado, ¿Verdad?- Cada vez se acercaba más a ella y su elegancia al caminar era extrañamente aterradora.

Cinderella agus sithicheDonde viven las historias. Descúbrelo ahora