Capitulo 3

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El sol entraba por el gran ventanal directo a mi rostro, me metí dentro de las cobijas haciéndome ovillo, no tengo ni la más mínima intención de ir al colegio, estoy cansada de todo.

—¿Estas despierta? —dijo Josh tocando la puerta

—No

—Que graciosa, ahora levántate que se hace tarde

Me levante lo más lento posible y fui a la ducha, al desnudarme sentí el frío del día, en Canadá así era, aveces había días soleados pero el frío se seguía sintiendo, tome una ducha rápida y salí, opte por ponerme unos jeans negros y una playera blanca y unos tenis a juego, tome mi mochila y salí de ahí

—¿Café?—preguntó Josh detrás de la mesa

—Sin azúcar—termine

Mi mirada se perdía en ver cómo mi hermano se movía rápidamente en la cocina, y los recuerdos de los desayunos que hacía mamá antes de ir al colegio o trabajar llegaban a mi, limpie una lágrima que se había escapado de mi ojo e intente disimular mi tristeza

—Si, vamos se hace tarde—dije tomando el café que tenía en sus manos

—¿has pensado en comprar un auto?

—Si, claro que lo he pensado, pero sin dinero no creo lograrlo Josh—dije subiendo al copiloto de su auto

—Yo entrare a trabajar muy pronto, te podré ayudar

En ese momento me quede callada y el único ruido que interrumpía el silencio era el del motor del auto de josh

—Yo también buscaré trabajo—dije interrumpiendo el silencio

—No hace falta, con que yo trabajé es más que suficiente

—Pero yo quiero trabajar Josh, no quiero ser una mantenida—dije bufando

—Eres mi hermana, no eres una mantenida ese es mi deber

—No pienso discutirlo Josh—dije desviando la mirada de él y poniéndola en todos los autos que estaban estacionados frente al colegio

—Eso no está en discusión Hanna, no vas a trabajar, no lo necesitas

—Pues esto tampoco está en discusión Josh, ya no soy una niña y puedo hacer lo que quiera—dije bajando del auto

Nunca habíamos sufrido por falta de dinero, mamá y papá tenían buenos empleos y habían ahorrado bastante dinero y ahora que ellos ya no estaban ese dinero pasaba a nuestras manos, pero no siempre viviría de eso y estar en casa se me hacía cada día más difícil, los recuerdos de cada momento con mis padres me atormentaban

—Fíjate—escuche que alguien me decía

Fije mi mirada en la chica rubia que está frente a mi.

—Lo siento—dije sin más y seguí caminando hasta el salón de clases

Llegue al salón donde el maestro de Química estaba esperando a los alumnos

—Buenos días—dije dándome paso hasta mi lugar

—Hanna, ven un momento

—¿Pasa algo profesor?—dije acercándome hasta su escritorio

—Nada Hanna, solo quiero darte mis condolencias por lo de tus padres—dijo acariciando mi hombro

Sueños Rotos.   Donde viven las historias. Descúbrelo ahora