Yo siempre me había quejado del poco tiempo que tenía mi madre para mi. Cuando vivíamos en Uruguay, siempre estaba ocupada. O leía,o corregía examenes, o tenía que preparar clases, además de hacer las cosas de la casa.
Y ahora que tenía un poco más de tiempo porque trabajaba de tarde y tenía la mañana libre, la verdad es que no resultaba como yo había esperado.Literalmente estaba pendiente de todas mis cosas.
Nada podía con el entusiasmo de mi madre, que se levantaba todos los días a las 7 de la mañana,preparaba el desayuno para Martín y para mi,lavaba mi ropa, y hasta a veces ordenaba mi cuarto, la energía que tenía era impresionante.
-Lamento informarte que Martin se ha comido los sandwiches de jamón y queso que había preparado para el desayuno- escuche la voz de mi madre mientras llegaba a la cocina y me sentaba en uno de los bancos de la barra de desayuno.
-Lamento informarte que si tu marido sigue comiendose mis desayunos va a reemplazar a papá noel- Respondí bufando, mi madre soltó una risa suave, mientras sacaba un vaso de la alacena,lo ponia frente a mi y me servía jugo de manzana.
-Para la próxima te prometo que te guardo sandwiches y te compro donas solo para ti- respondió mi madre dejando también en la mesa unas tostadas con manteca.
-Espero que lo cumplas- murmure antes de tomar de mi jugo
-¿Necesitas algo más? Porque voy a plantar unas flores que trajo Martin- dijo mi madre cargando con un maceta de jazmines que había en el suelo.
Negué con la cabeza mientras me metía una tostada a la boca.
-Bueno, cualquier cosa estoy en el jardín- dijo alejandose.
Algo que siempre hacía era desayunar tranquilamente cada mañana, siempre era la última en terminar de desayunar, pero esa mañana me lo había tomado muy a pecho y cuando vi la hora en el reloj de mi muñeca corrí rápidamente hacia mi cuarto a cambiarme, pero me sorprendí al ver arriba de la silla una bola peluda blanca.
Era un gato, un asqueroso gato.
Y no estaba solamente sobre la silla,estaba precisamente durmiendo arriba del jean y la blusa que me iba a poner.
Lo primero que se me ocurrió para espantar al gato que dormía placidamente arrollado, fue tirarle con una zapatilla que había al costado de la cama.
Obviamente mi puntería no fue muy buena, y la zapatilla termino golpeando la lámpara que había en la mesa de luz cerca de la silla, haciendo que pedazos de la lampara aterrizaran contra el suelo con un golpe sordo. Lo cual para mi triunfo,hizo asustar el gato y se fue corriendo por la ventana de mi habitación.
-Objetivo logrado- dije hablando sola mientras agarraba la ropa que estaba un poco arrugada y me la ponía.
Estaba llegando tarde al trabajo y no tenía tiempo para juntar los restos de lámpara, asi que los deje como estaba y salí de casa no sin antes saludar a mamá, la cual se encontraba regando los jazmines que había plantado.
- Éxitos para tu nuevo trabajo hija, te amo!- me dijo mi madre antes de marcharme.
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-Maldito gato- hablaba sola en camino al trabajo.
Estaba muy segura de que ese gato había echo pis en mi blusa, la cual desprendía un olor no muy agradable, que daban arcadas. No podía volver a la casa a cambiarme ya que llegaría aun más retrasada de tiempo de lo que me encontraba. Trataba de dar zancadas largas a pesar de mis piernas cortas.
Solo cuando llegue al parque de juegos me olvide de lo que me habia sucedido más temprano.
Cuando llegue,
mis nervios empezaron a aparecer. Las manos me sudaban mientras me dirigía a una oficina que quedaba en el fondo del parque, pasando las boleterías.-Azul, buenas tardes, tu trabajo consistirá en atender la calesita - dijo mi jefe con voz neutra mientras me sentaba en frente a un escritorio llenos de papeles y una laptop.
El hombre era un veterano robusto, de tez blanca, su cabello estaba perfectamente cortado igual que su barba. Aunque deberia de tener unos 50 y poco, el jean que usaba junto a una camisa blanca lo hacían parecer un poco mas joven. Pero eso no le quitaba la mirada un poco intimidante que tenia, era muy serio.
Luego de informarme algunas cosas del parque que incluía mis horarios, cuanto iba a ser mi paga,etc. Me condujo hacia el centro del parque donde se hallaba la rueda gigante, ahí, se encontraba una chica menudita, con el cabello negro y ojos claros.
-Natalia, enseñale a la chica nueva como funciona el inflable- le hablo a la chica, la cual enseguida fijo su vista en mi y me dedico una sonrisa de oreja a oreja.
- Claro, no hay problema- contesto mirando a mi jefe, éste asintio y se dirgio de vuelta a la oficina no sin antes fijar su vista en mi,brindandome una sonrisa que le salio mas parecido a una mueca.
<<Éste tipo no sonríe ni porque le paguen>> pensé.
Natalia se debe haber dado cuenta de mi expresión porque enseguida me hablo del tema.-El en verdad no es tan frio como parece-habló la chica.
- Como sabes que no es tan frio?- pregunte curiosa centrandome en ella.
-Es mi padre- dijo sorprendiendome
-Vaya... no parecen padre e hija.
En verdad no se parecían en nada, no podia creer que un hombre como mi jefe iba a tener una hija tan simpatica, todo lo contrario a el.
-Muchos nos dicen lo mismo, pero en realidad te sorpenderias por todas las cosas que tenemos en comun. Las apariencias engañan dicen.
En fin, ya te darás cuenta con el tiempo de lo que digo. Te parece que te explique como funciona el juego?- si claro.
La chica se veia muy simpática, sonreía al explicarme entusiasmada como funcionaba el juego, su voz era muy dulce y era sobre todo muy agradable.
-Creo que me sera muy fácil - respondi con una sonrisa, cuando termino de explicarme. Tan solo tenia que encargarme de ir acelerando la velocidad en la cual giraba la base que tenia 1 tubo abajo (que habia que saltarlo) y un tubo arriba (en el cual te agachabas).
- Cualquier problema que tengas solo llamame, soy Natalia- respondió
-Buenisimo, muchas gracias por explicarme, yo soy Azul!-
-Encantada de conocerte Azul,te dejo trabajar- dijo mientras se dirigía hacia la rueda gigante.
Pasaron unos minutos, y niños empezaron a hacer cola para el juego. Me estaba yendo muy bien, seguia las indicaciones que me dio Natalia y ya al cabo de una hora y media, ya habia perdido la cuenta de cuantos niños habian subido, aunque habian algun que otro adolescente o adulto que se animaba a jugar.
Este trabajo era muy facil y me estaba gustando, era lo que yo queria, interactuaba con personas-o mas bien con niños que sonreían felices-. Mi jefe de vez en cuando se acercaba para que estaba todo bien, al ver que si, volvia para su oficina.
Hola, les dejo una parte de este capitulo que es muy cortita,pero para no dejarlo sin nada y hace bastante no actualizo, prefiero esto, peor es nada! Que lo disfruten♡
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La casa de enfrente
JugendliteraturVolver a España era un sueño que tanto anhelaba, reencontrarme con mi ciudad natal, y, sobre todo con esos seres queridos que ocuparon un lugar enorme en mi corazon. Pero lo que no sabía,era que muchas cosas habían cambiado y sobre todo él, el chi...