El Dios Plateado que todo lo ve

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Piedras gigantes, como grandes trozos de tierra flotando en el cielo, era la nueva vista de aquel paisaje devastado por la reciente guerra que pasó, la cual había derrumbando toda construcción humana que tanto se habían vanagloriado la gente de todas las décadas. Los hombres y mujeres que quedaron vivos, no podían comprender qué veían sus ojos, cansados de tanto sufrimiento y desazón, de hecho es difícil saber si aquello -que se suponían que miraban- lo entendiesen, aún explicado sencillamente, como quien enseña a un niño algo que desconoce, pero que es tan común para nosotros.

La gente se dirigía miradas vacías, todo ello mientras algunos de esos pedazos de tierra caían bruscamente tras un remezón del viento, suficientemente fuerte para que las desequilibrara de sus invisibles centros sujetadores.

«¡Dios!, ¡oh Dios!, ¿por qué nos has abandonado?», se oía decir cada cinco minutos por el anciano párroco de la zona, pero aquella frase era la única que decía, tal cual, sin cambiarle ninguna sola palabra. La gente a su alrededor, a veces, respondían con un «Marán athá» al minuto siguiente, pero nadie oía sus suplicas, nadie venía a socorrerlos, aquel señor que oraban debió que haber estado muy lejos de su trono para tomarles atención.

A los pocos días empezaron a morir los niños más pequeños y los ancianos, ahora la súplica del párroco se hacía cada media hora y la respuesta de los pocos feligreses que aún quedaban se hacía menos sonora, y menos seguida. El señor no venía, pero sí las enfermedades que empezaron a calar la poca conciencia que le quedaba a la gente. Ya se habían derrumbado la mayor parte de las piedras gigantes, pero quedaba una en particular, que poseía un aspecto fuera de lo normal; era una esfera perfecta que se había formado -aparentemente- de la nada, durante estos días. Aquella esfera presentaba un color plateado, muy llamativo, el cual había provocado que la gente se aglomerara debajo de él y se quedasen observándolo sonámbulamente, como si estuviesen hipnotizados por algo divino, tentador y hasta incluso dionisiaco.

El párroco al ver que ya nadie respondía a su súplica, y con un poco de tino y agudeza, empezó a llamar a esa esfera de extraña tierra plateada, como el dios que él clamaba; la gente hipnotizada se dejó bautizar por este dios plateado, uno por uno proclamaban su amor al nuevo dios, pero nada parecía detener la muerte de ellos.

«Nuestro dios quiere un sacrificio» empezó a decir uno al despertar, causando que se multiplicase rápidamente la idea, «nuestro dios quiere un sacrificio», repetían, volviéndose pronto una idea fuerte y decisiva. «Matemos al párroco, él está más cerca de dios» dijo por fin una voz entre las sombras, «sí, matemos al cura» se decía la gente sin pensarlo. El párroco estaba al medio, de lo que se puede llamar multitud en ese entonces, predicando la enseñanza del nuevo dios, sin oír más de lo que de su boca salía; fue entonces que un grupo de hombres se acercó de frente, sin el menor miedo en sus pasos, tomaron al párroco y lo degollaron diciendo, «ten oh dios este sacrificio...»; el cura agonizó lo suficiente para ver por última vez a su dios plateado aún flotando, sin inmutarse a hacer un milagro por la vida del él, de hecho ninguno de los dioses que alguna vez oró fue en su ayuda, fue entonces que el párroco maldijo en un susurro -inaudible para los demás- todo lo que alguna vez creyó en su desperdiciada vida que acabó en ese instante. La gente no pareció impactarles lo que acababa de suceder, sino que seguían orando, en espera de una ayuda divina a su paupérrima situación.

Pero pasaba el tiempo y aquel dios nunca se disponía a despertar.

-Pero qué animales más extraños tenemos, ¿no?. ¿Por qué seguirán orando a nuestra cámara, después de tanto tiempo? _dijo X-103, un almirante de alto prestigio en Saturno, al vigilante H-1566g.

-Creo que temen tomar ellos mismos la responsabilidad de sus vidas, Señor, al fin y al cabo ya han destruido su mundo, ¿qué más pueden hacer? _respondió el vigilante, volviendo a ver el triste espectáculo que le habían encargado analizar.

EL DIOS PLATEADO QUE TODO LO VEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora