Amelia

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Si cierras los ojos, aún puedes verla corriendo por tu jardín con su vestido amarillo y aquella larga trenza morena y brillante que tanto envidiabas. Ves su sonrisa y sus ojos azules, su piel clara y sus mejillas sonrojadas mientras cantabais "I Want To Break Free" a voz en grito. Los juegos de muñecas, las dos correteando por el parque, jugando a ser hadas, princesas o cazadoras de zombies.

Recuerdas a la perfección las noches en vela hablando de todo y de nada, mientras le contabas tus problemas y te daba consejos. Nadie te ha dado consejos tan buenos jamás. Recuerdas la adolescencia compartida, el ser una más que dos, el "se llama Jenna y es mi hermana" que todo el mundo acababa creyéndose, porque era exactamente lo que parecíais.

Sigues recordando la tarde en la que la acompañaste a la tienda de música para comprar su primera guitarra, una Gibson acústica tan azul como sus ojos. Esa misma noche, tiradas en el suelo de su habitación, mirando las estrellas a través del pequeño tragaluz de su techo, planeasteis una vida llena de música, de conciertos por todo el mundo, una vida dentro de un autobús pequeño y sucio al que, con un poco de suerte, podríais llamar hogar. Jamás os creísteis capaces de conseguirlo, pero nadie podía quitaros el derecho a soñar.

Sonríes con melancolía al pensar qué diría si te viese ahora.

Ojalá pudiera verte.

Una lágrima se desliza por tu mejilla, arrastrando maquillaje y arrepentimiento. Has pasado seis años sin hablar con ella, y ahora, aquí, después de todo, quieres decirle tantas cosas que no sabes por dónde empezar.

"Lo he conseguido, Amelia"

Lo susurras mientras las lágrimas inundan tus ojos y hacen que tu visión se nuble.

Estás cumpliendo tu sueño, pero, dentro de ti, sientes que falta algo. Falta ella. Allí, en el escenario, contigo, y en los camerinos, y en el bus, abrazándote cuando estés deprimida y riendo contigo el resto del tiempo.

Sientes que le debes muchas cosas, y todo el tiempo que habéis pasado alejadas te pesa en los hombros más que nunca. Ella se merecía tanto o más que tú ser feliz como tú lo estás siendo con la banda. Merecía que el mundo supiese de ella.

Ojalá estuviese aquí.

Sacas de tu mochila un bolígrafo y un cuaderno, dispuesta a agradecerle todo lo que ha hecho por ti, todo lo que te ha enseñado, y para pedirle perdón por los últimos años de la mejor manera que sabes. Te sientas en la hierba, rodeada de ramos de flores tan recientes que duele, y parece que las palabras se escriben solas.

Our love lies with you.

Our souls fly with you, Amelia.

El cielo oscuro amenaza tormenta, y te levantas despacio cuando has terminado, arrancando la hoja de tu cuaderno y depositándola sobre la lápida de mármol. Te alejas caminando, aunque sientes que una parte de ti se ha quedado ahí, con ella, y jamás vas a recuperarla.

"Te echo de menos"

Y empieza a llover. Quizá, para ti, no pare nunca.

AmeliaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora