El clima frío golpeaba la ciudad como el mazo de un juez sentenciando a muerte, los grados centígrados que indicaban los termostatos estaban por los suelos, pero aun así los alumnos de la academia tenían que asistir obligatoriamente.
Los miembros del club de ocultismo iban en una fila de dos en dos de camino a sus casilleros para cambiar sus zapatos e irse al club y poder distraerse hasta que las clases comenzaran.
—Shin, ¿podrías hacerte cargo del club mientras no estoy? —Oka sacaba apurada unos papeles de su casillero mientras los demás esperaban.
—Sí, sí, no tienes que pedírmelo —respondió el otro chico abrazándose a sí mismo en un intento de ya no sentir frío. Mirando al suelo, vio un papel violeta y se agachó a recogerlo para luego entregárselo a Oka—. Ten, se te cayó.
El rostro de la chica se sonrojó violentamente y se lo arrebató al tiempo que lo escondía tras su espalda. Shin la miró extrañado y luego esbozó una pequeña sonrisa, cosa que, viniendo de él, era un poco fuera de lugar según lo que decían otros alumnos. Jugando tímido con sus manos y mirando al suelo, le preguntó:
—¿M-me dirás para quién es?
—¿Para quién es qué? —preguntó Daku perspicaz, ajustándose las gafas. Supana y Chojo dejaron de discutir y pusieron atención.
Kokuma dejó de leer Narraciones Extraordinarias y se acercó al grupo. Oka los evitaba con sus ojos puestos en el suelo, pero se sobrepuso a su timidez innata y le tendió la hoja a Shin, queriendo que su mejor amigo la leyera primero. El chico la desdobló con torpeza y la leyó en silencio, hasta llegar al final. Cuando acabó contuvo la respiración con miedo y casi deja caer lo que era una tierna confesión de amor, sí, pero para una persona aterradora.
—Oka... ¿Cómo es que tú...?
Los otros chicos se miraron sin entender y se arrimaron detrás de Supana que había tomado la nota para leer al mismo tiempo. Era elaborada, pero dulce, se notaba la dedicación en la letra y la sinceridad en las palabras. No podían negar que no les agradaba la idea de que la reservada líder estuviese enamorada tan temprano, pero se contuvieron hasta que llegaron al final.
—¡¿Osoro Shidesu?! —gritaron los cuatro al mismo tiempo.
Era mala suerte, de todas las personas que asistían a la academia, ¿Oka tenía que enamorarse del líder de los delincuentes? ¿Qué demonios le había visto a ese chico? Shin en cambio, a pesar de estar asustado abrazó a Oka como señal de apoyo.
—Qué bueno que encontraras a alguien, digo, eres la mejor chica —alabó con voz bajita a su amiga, se separó del abrazo y agarró una pila de libros—. Voy a cubrirte todo lo que quieras, pero ten mucho cuidado.
—S-sí —se sonrojó agarrando la carta y caminó hacia las gradas—. Nos vemos luego.
Los demás no sabían que hacer, tenían ganas de vigilar a Oka todos, pero eso significaría dejar en desamparo a Shin, que era molestado por un grupo indeseable.
—¿Qué vamos a hacer? —preguntó Supana, agarrándose el rostro desesperada.
—Bueno, yo propongo que...
Daku dejó de hablar al escuchar que alguien gritaba el nombre de Shin. De manera instintiva, los cuatro cruzaron el pasillo para socorrer al pequeño si era necesario, pero lo que encontraron casi los hacía caer de espaldas.
—¡Shin Higaku! —volvió a gritar.
—¿Budo-senpai? —El maestro de las artes Marciales inhalaba y exhalaba rápido tratando de regular su respiración después de correr por toda la academia buscando a Shin—. ¿Puedo ayudarle en algo?
Miró a los ojos al más bajito, que no alcanzaba a llegarle a los hombros. Luchó contra el sonrojo que amenazaba con llegar a toda su cara y se acercó otro paso.
—Yo solo quería decirte que... —hizo una pausa, hasta que encontró las palabras más sencillas para declararse, según él—. Estoy interesado en ti.
Kokuma y Chojo estaban a punto de desmayarse, Daku estaba congelado en su lugar mientras Supana trataba de traerlo a la realidad. Del otro lado, Shin ladeó su cabeza sin entender bien y Budo esperaba una respuesta con desespero o sentía que caería ahí mismo por los nervios.
—Oh, ya veo —respondió con su tono sumamente tímido, tono que usaba con cualquiera que no fuese del club a excepción de su amiga Ayano, con ellos al menos se sabía controlar—. No hay problema, pero me parece extraño.
—¿Extraño dices? —preguntó desilusionado sintiendo una punzada de tristeza.
—Sí, ¿según tú que soy? Bueno, pero creo que no tiene nada de malo, Oka está interesada en las hermanas Basu, cree que son criaturas extrañas como un vampiro o un Súcubo.
—¿Q-qué? —preguntó Budo perplejo. Los cuatro observadores se palmearon el rostro ante la inocencia de Shin.
—Pero no estoy seguro, aunque tendrá sus razones para creer eso —reflexionó cerrando los ojos.
—No Shin, no me has entendido bien... —Chojo reaccionó y caminó hacia ellos antes que Budo terminara de explicarse mejor.
—¡Shin, encontré el libro de los demonios que has estado buscando!
—¿Enserio? —abrió los ojos con una pizca de ilusión.
—¡Sí, sí! —secundó Kokuma agarrando del brazo a su segundo líder, mirando a Budo con detenimiento—. Nos vemos Budo-senpai, Shin quiere ver ése libro desde hace meses.
El líder del club de Artes Marciales estaba nervioso, por un lado quería retener a Shin y hacer que le comprendiera, pero por el otro sonrió suavemente al contemplar los ojos ilusionados de su pequeño "amor platónico".
—Nos vemos luego chicos.
Budo se despidió con una sonrisa, decidiendo que luego retomaría su fallida confesión de amor y Shin le respondió con otra nerviosa. ¡Esto iba a ser difícil!
Pero las cosas a penas se complicaban.
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Occult Club Problems. [BudoShin/MALE-OsoroOka]
FanfictionShin Higaku y Oka Ruto son los líderes y protegidos del club de Ocultismo, constantemente eran vigilados y cuidados por sus integrantes. Pero todo se sale de control cuando Oka confiesa que tiene sentimientos por alguien especial y Budo Masuta comie...