Única parte.

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Estaba muerto, pero muy muerto. Se preparaba mentalmente para lo que vendría, mientras le rezaba a todos los dioses que conocía, soportando las ganas de llorar justo en esos momentos.

En un examen anterior hizo lo que jamás creyó que iba a hacer: Pasarle sus respuestas a otra persona. No tuvo otra opción, Akutagawa (el chico que se sienta a su lado) le daba mucho miedo.

El problema empezó este día, cuando avisaron que ya entregarían las calificaciones. Él creía que se había salvado, pero no fue así: Cuando le entregaron su examen pasó toda su vida por sus ojos, sintió como su corazón se detenía y como su alma se iba de su cuerpo. Había conseguido una mala calificación.

Para él no hubiera sido tan importante, pero le preocupaba otra cosa: Las mismas respuestas que le había pasado a Akutagawa, estaban malas.

¿A quién debería dejarle mi herencia...?

—Akutagawa Ryūnosuke –Al escuchar ese nombre, apretó entre sus manos su pobre estuche mientras miraba el suelo. El nombrado se levantó de su silla, buscó la famosa hoja y volvió a su lugar, sin decir absolutamente nada.

Mierda... ¿¡Y si también le fue mal!? Oh dios, es mi culpa, me va a matar. ¡Aún no quiero morir! ¡Ayuda!.

Lentamente, fijó su vista hacia la dirección del pelinegro, asustándose al darse cuenta que el contrario lo miraba intensamente aún con el examen en manos, completamente arrugado.

... Creo que me oriné.

[⋅ ⋅ ⋅]

—¡Dazai-san! ¡Por favor, necesito su ayuda! –Lloriqueó el albino hacia su senpai, quien reía internamente por sus súplicas.

Era hora de almuerzo, y Atsushi aprovechó para ir corriendo hacia su amigo de tercero y protegerse ahí. De momento, Aku_Emo no ha atacado, su base aún está a salvo del enemigo.

—No lo sé, Akutagawa igual es un buen chico... Pero en el fondo. Una vez me pidió ayuda en un examen y como buen senpai que soy le ayudé... Parece que le fue mal –Se mantuvo callado unos momentos, para luego levantar la manga de su uniforme y apuntar una parte de su brazo–... ¿Ves esta cicatriz?

Para decir verdad, era muy pequeña, pero fue suficiente para que el de ojos bicolor se asustada como un niño pequeño.

—¿A-Acaso él...?

—Oh, no. Solamente me acordé que la tenía, me la hice cuando me caí de mi bicicleta.

—... –Otro silencio entre ambos, el menor mirando aún la cicatriz mientras que el contrario miraba su reacción con una gran sonrisa–... Oh, ¿te dolió mucho?

Claramente, se habían desviado del tema.

—Bueno, Atsushi-kun, tal vez –Por sin Dazai se había dignado a ayudar al chico, pero en realidad no sabía cómo–. Akutagawa es... Raro, sí, creo que ya lo sabes.

—Sí...

—Entonces, uhm –Se hizo el pensativo, desesperando un poco a Nakajima. Unos segundos más tarde, su rostro se iluminó: Tuvo una idea–. Una ofrenda de paz.

—... ¿Qué?

—¿¡No es obvio!? Dale algo a cambio de tu libertad, o algo así... ¿Aún eres virgen, verdad?

Ofrenda de paz ➳AkuAtsuDonde viven las historias. Descúbrelo ahora