―something like you.

único

" Muchas noches, le he preguntado al señor allá arriba: 
Por favor, hazme lo suficientemente afortunado 
para encontrar un amor que perdure.
Algo continua diciéndome 
qué tú podrías ser la respuesta a mi oración. "

—Something like you, ncync.

♪

JaeBum amaba a YoungJae.

Lo amaba con la misma fuerza que las olas chocaban con las rocas, como cuando la lluvia caía furiosa sobre nuestras cabezas, como cuando saciaba su frustración contra la pared o cuando la sonrisa del chico lanzaba su corazón muy lejos de una patada.

El chico era hermoso, de pies a cabeza. Su cabello rubio en crecimiento, su labios en forma de corazón que cuánto no desearía delinear con sus dedos, la bonita forma de sus pequeños ojos y como se achicaban hasta ser una línea de pestañas tupidas y oscuras, la diminuta nariz un poco alzada en la punta que lo incitaba a dejar miles de besos en esta, sus regordetas mejillas y como estás se teñían de un suave color rosa cuando JaeBum le decía algún comentario con la única intención de causarle ese sonrojo, su cuerpo curvilíneo que tanto amaba observar desde la distancia moverse al ritmo de la música y sus dedos, tan pequeños y gorditos que, joder, JaeBum podría pasar toda su vida uniéndolos con los suyos y admirando lo bonito que lucirían juntos.

Ahora mismo, se encontraban en la casa de JaeBum. YoungJae con sus típicas camisetas de manga larga, el cabello revuelto y garabateaba sobre su cuaderno mientras soltaba ruidosos bostezos, como un bonito gatito. JaeBum hacía lo mismo, pero sólo movía su lápiz sin estar consciente de si estaba colocando los caracteres en las líneas. Le parecía mucho más interesante mirar al pedazo de sol que tenía en frente que estudiar. La única razón por la que aceptaba esas citas de estudio era para dedicarse a mirarlo con o sin discreción después de la escuela. JaeBum aceptaría cualquiera cosa por estar algunos minutos con YoungJae, escuchando su risa, sus gruñidos, sus suspiros, los gemidos que soltaba de la frustración por no saber que escribir en cierta pregunta o leer en voz alta lo que debía memorizar y luego pedirle a JaeBum que le hiciera preguntas al respecto para cerciorarse de que el tema estaba en su cabeza.

JaeBum amaba a YoungJae.

Tanto que no podía hacer una cifra, tanto que haría avergonzarse a cualquiera que aseguraba estar enamorado, tanto que pasarían años y años y no terminaría de explicar toda la felicidad que el chico causaba en él, tanto que gastaba todos sus viejos cuadernos, hojas y bolígrafos describiendo cuanto lo amaba y nada era suficiente, tanto que la frase te amo se volvía tan diminuta como una hormiga, tanto que sufría, tanto que no podía hacer nada para controlarse, tanto que no podía soportarlo, tanto que no podía dormir, tanto que le dolía respirar, tanto que quería llorar, tanto que quería ser amado también, tanto que estaba desesperado, tanto que ya no podía verle el rostro, tanto que necesitaba olvidarlo y a la vez mantener su recuerdo en un altar en su mente, tanto que ya no sabía qué hacer.

Su corazón se aceleró por primera vez cuando agarró su mano porque tenía miedo de subir a la montaña rusa, lo había conocido en la fila de la misma y podía escuchar sus lamentos detrás de sí. Recuerda estar furioso porque era muy ruidoso y le parecía inmaduro que se subiera si estaba tan asustado. JaeBum le mostró su mejor ceño fruncido pero le dolió tanto verlo con la cabeza agachada, mordiendo su labio para acallar sus sollozos y limpiado sus mejillas sonrojadas.

— Sí tienes tanto miedo, no subas. —Fue lo que se le ocurrió decir, muy bobo de su parte.

— Mi papá me decomisó mis caramelos y no me los devolverá hasta que me suba a la montaña rusa. —Eso no era preciso un problema muy grave para JaeBum, pero la melodiosa voz rota del chico lo ablandó tanto así que quería hasta comprarle por si mismo sus dulces de nuevo. Entonces, YoungJae levantó su mirada revelando su empapado rostro y lo miró con sus ojos cristalizados. — ¿Puedes subirte conmigo? Tengo mucho miedo.