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El nudo en la garganta se le estaba haciendo tan doloroso de soportar, que con fuerzas tragó, intentando en vano que se fuera. Sus ojos comenzaron a escocer y dudaba poder mantener la compostura más tiempo sin derrumbarse como un bebé. Felix miró a Jisung con todas las fuerzas que le quedaban. Su rostro aún lo escaneaba seriamente.

De pronto, el chico cayó en cuenta de lo que había dicho, de lo que había hecho y de quienes estaban a su alrededor. Parpadeó y logró ver las lágrimas agolpándose en los ojos del rubio.

"Mierda, mierda, mierda, mierda..."

Felix tragó duro y se acercó a su rostro. Sus ojos sin pestañear le clavaban la mirada. Por el rabillo del ojo pudo ver a Hyunjin que había dado un paso para separarlos, pero Felix levantó su mano y lo detuvo. Él podía solo.

—Sabes... —dijo en tono grave, sólo para que él lo escuchara. Podía notar como apretaba los dientes en cada una de sus palabras—, puede que no lo merezca.... Pero tú tampoco lo haces.

Jisung supo que sabía su secreto con su forma de decirlo. Su mirada gélida y esos ojos observándolo, notando como al decir eso un pequeño pestañeo involuntario de su parte, le hacía saber a Felix que él había entendido perfectamente que se refería a sus sentimientos por el pelinegro.

El rubio se alejó de él y se volteó sin mirar a nadie.


【...】


—¿Qué quieres Jisung? ¿Qué terminen? ¿No querías que fuera feliz? —preguntó exasperado Woojin, al llegar a la sala que ocupaban como oficina en la casa del menor.

Jisung entró, luego de él, con el rostro cabizbajo, y cerró la puerta para que ninguno de sus familiares los escuchara. Woojin estaba tan exaltado que no medía el tono de su voz, y parecía completamente decepcionado de él.

—Hyung... —murmuró Jisung, en un intento en vano de calmarlo para que lo escuchara, pero no tenía palabras para comenzar a excusarse. Sabía que estaba en lo cierto y merecía todo el sermón que sabía que Woojin le daría.

El rubio sacó la silla del escritorio del padre de Jisung y se sentó en ella, mirando con el rostro grave a su primo. Jisung tomó asiento en el pequeño sofá que había en la otra esquina. Por las cortinas, la luz de la luna se hacía presente, iluminando la pequeña sala más apartada de la sala de estar de la casa. Lugar que ocupaban siempre cuando la familia se reunía y no querían escuchar las historias aburridas que sus tíos relataban. En el último tiempo las juntas se había hecho tan seguido que aquella sala estaba casi siempre ocupada por ellos.

—Primero háblale a Chan y luego vienes con tus regaños de cómo debería actuar —susurró Jisung, observando el tapete blanco que cubría el piso laminado en tonos caoba—. Piensa que estás enojado con él, me lo preguntó.

Lo oyó suspirar y elevó la mirada, sólo para ver al mayor tallarse la cara.

—¿Qué sucede? —preguntó sentando en la punta del sofá para mirar el rostro de su primo—. No creo que te deje de hablar si le dices que te gusta.

—Lo mismo te digo. No intentes cambiar el tema Jisung —Woojin dijo serio.

—No es lo mismo —murmuró y suspiró.

—Es lo mismo —aseveró Woojin.

—Chan no tiene pareja —aclaró el menor.

—Una pareja que estás empecinado en que termine.

El castaño se molestó.

—Es no es mi intención —dijo poniéndose de pie—. Changbin merece a alguien que no se enoje por celos estúpidos. Yo no le he quitado a Changbin. Somos amigos, como siempre lo hemos sido.

Oh, Romeo ▶ Changlix (Stray Kids)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora