Colegio Hogwarts de Magia y Hechicería.

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Dorcas.


Dorcas tenía la magia en la sangre y en el pasado. Al ser una Malfoy, había crecido sabiendo que su destino estaba en alguna escuela de hechicería prestigiosa, probablemente a la que sus padres habían asistido a su vez. Hogwarts había sido el lugar que había visto crecer a Narcissa y Lucius Malfoy desde los once años de edad, ambos pertenecientes a la casa Slytherin. Para la menor de los Malfoy, no era realmente extraño saber como funcionaba todo aquello. Desde los tres años hacía levitar sin querer a su hermano mayor, Draco, mientras que este se encargaba de transformar todos sus chupetes en mascotas. Habían crecido para la magia, tal y cómo habían crecido para ser idénticos. O si no idénticos, al menos lo más parecidos que dos mellizos podían ser.


Dorcas tenía el cabello rubio y le llegaba hasta la cintura, era totalmente firme, se mantenía quito y lizo como si hubiera sido creado por arte de magia, un pequeño flequillo ocupaba su frente y sólo sus ojos parecían desentonar, siendo de un potente color chocolate, enormes y siempre atentos a su alrededor, como cualquier persona curiosa. Su hermano tenía el cabello más bien platinado y los ojos de un tempestuoso gris. Y aunque realmente no se parecían en facciones faciales, ambos parecían adorarse. Draco había decidido que Dorcas tendría que ser protegida a capa y espada por alguna conversación secreta que había tenido con su padre alguna vez y eso hacía que fuera insoportable con la menor. Sin embargo, las similitudes de carácter eran aún menores. Dorcas no comprendía lo que significaba ser una dama; corría de aquí para allá, noche y día montada en una de las escobas voladoras de Draco -Ella no tendría una, por supuesto. ¡Era una dama!- o buscando criaturas fantásticas en los jardines.


Aquella descripción quedaba realmente mal en cuanto a los Malfoy se refería, pues al ser una familia "Pura", se esperaba más de la menor. Claro que ella jamás había pedido ser una Malfoy, y de haber podido, se habría hecho inmediatamente hija de Gwenog Jones o algo así. ¡Hija de una arpía de Holyhead! Seguro esa vida sería fantástica. Claro que eso sólo pasaba en sueños, y por eso, cuando Dorcas despertó con una enorme sonrisa en su rostro, se dio cuenta con algo de tristeza una vez más que sólo podía soñar con que algo tan fantástico le pasara. Soltó un ligero suspiro: su vida realmente no era mala. Vivía en una enorme mansión de tres pisos, su habitación era tan grande que parecía ridículo que una niña viviese ahí y sus padres, si bien no eran amorosos ni con Draco ni con ella, lo cierto era que les cumplían todos sus caprichos. Si a Dorcas se le ocurría que quería ir al concierto de Spellbound, ellos los llevaban a ambos y les dejaban conocer a las estrellas. Si se les ocurría que querían de mascotas las más fieras lechuzas o incluso la vez que Draco había querido una serpiente... el punto es que lo tenían todo, todo lo que el mundo mágico pudiera ofrecerles. Excepto lo que más necesitaban, razón por la que constantemente se refugiaban el uno en el otro.


La sensación de nerviosismo que comenzó a sentir desde que se levantó era algo que había sentido toda la semana, estremeciéndose de vez en cuando. Ese día era el día. El día que llevaba esperando prácticamente diez años junto a su hermano, ¡era el día en el que ambos recibirían sus cartas de acceso a Hogwarts! Era un jueves como cualquier otro, sólo que le iban a decir por supuesto, si es que había conseguido su acceso al mejor Colegio de Hechiceria en el mundo. Hogwarts estaba a cargo del que se hacía llamar, el mago más poderoso de todos los tiempos, Albus Dumbledore. Dorcas solía leer muchísimo cuando tenía tiempo libre, razón por la que sabía que a Dumbledore también se le conocía como el Mago Blanco, aunque esto fuera a sus espaldas. Decían que era así, ya que él se había ganado el respeto y admiración de los magos a lo largo del mundo debido a su pasión por lo que hacía, a su poder y a su bondad. Los padres de Dorcas por supuesto, creían totalmente lo contrario. ¿Qué clase de hombre era aquél hippie con barba enorme que se atrevía a aceptar a magos de cualquier ascendencia? Dorcas no veía el problema, pero eso era sólo por lo que su padre le había dicho varias veces: Era corta de entendimiento. No conseguía comprender qué diferencia había si tus padres eran magos a si eran muggles, ¡De todas formas tenías magia en la sangre! Claro que decir eso enfrente de su padre... bueno, no habría sido particularmente brillante.

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⏰ Last updated: Jan 16, 2018 ⏰

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Los Mellizos Potter y la Piedra Filosofal.Where stories live. Discover now