Todos los derechos son propiedad de RICHELLE MEAD, a excepción de la trama.
Rose
Dimitri Belikov proviene de largas generaciones de famosos mushers; fue considerado una estrella en ascenso, un deportista de alto rendimiento, elegante y arriesgado que ejecutaba sus rutinas con maestría y gran precisión.
Un rider como nunca existió uno.
Hace algunos años no había revista o espacio deportivo que no alabara al ruso, su fama alcanzó niveles mundiales gracias a lo arriesgado de sus hazañas y múltiples competencias ganadas.
Le apodaban, el "dios del snowboard".
Sin embargo, se retiró del medio en el momento cúspide de su carrera. Debido a un accidente automovilístico que dejó varias personas muertas y a él muy dañado físicamente. Los titulares afirmaban que nunca más volvería a competir.
Luego de esto rompió todo lazo con el deporte, sus seguidores, redes sociales y medios de comunicación. Perdió patrocinadores y su fantástico equipo de respaldo se disolvió; dejando centenares de espíritus rotos, entre ellos, el de una joven adolescente que moría por sentir la adrenalina de deslizarse de grandes cumbres... yo.
Aún hoy conservo un álbum que hice con infinidad de recortes y artículos suyos. Así conocí lo poco o mucho que sé sobre esta figura extinta del deporte. Sin mencionar que mi relación con las disciplinas de invierno comenzó a los cuatro años de edad, que fue cuando aprendí a usar mi primer par de patines.
Adoro el patinaje, es parte importante y ancla en mi vida. Me hace sentir plenamente libre. Pero cuando descubrí los deportes extremos como el snowboard o el esquí de altura, decidí que era lo máximo y que algún día lo intentaría.
Trágicamente Ibrahim Mazur no pensaba lo mismo. Era el patinaje artístico o la tediosa escuela de leyes. Y fue gracias a mi abuela que logramos convencerlo para que mandara construir una pista improvisada en uno de los países con las más altas temperaturas en el mundo, aún sin el consentimiento de Janine.
Dilara, mi abuela paterna, apoyó y alentó mi sueño desde el día uno. Ella fue la única constante en mi vida, nunca se rindió o dejó de creer en mí, siempre estuvo a mi lado. Y tengo una promesa qué cumplirle... donde sea que se encuentre su alma ahora.
Mis padres son otra cosa, cubren con regalos lo que no pueden hacer con tiempo junto a mí. Para mi cumpleaños número quince mi baba logró que su antiguo amigo y mano derecha del que fuera entrenador personal de Belikov: dejara su país, se familiarizara con la nueva disciplina luego de haberse retirado, y viniera única y exclusivamente a entrenarme. Puesto que mi historial con los entrenadores no es agradable, desfilaron decenas de ellos y ninguno dio el ancho. Creían que por ser una "riquilla" lo hacía por hobbie o capricho y nunca quisieron ver la deportista que hay en mí. Así que me encargué de hacerles la vida una mierda mientras optaban por renunciar.
Hans Croft se adaptó a mí y yo a él... más o menos. No me tomó consideraciones, ni me trató con pinzas por ser la hija de quien soy. Estaba encantada con la idea de trabajar juntos para el campeonato que había estado esperando toda mi vida. Mucho más después de que Abe me mandara a Moscú, a un complejo deportivo que se construyó solo para mí y en dónde vivo desde hace meses.
No obstante, la vida quiso volver a ser una perra conmigo. Croft fue víctima de un asalto a mano armada que lo dejó imposibilitado para seguir entrenándome. Me devasté, creí que a pesar de las pocas diferencias que existían entre nosotros lo conseguiríamos y sé que él también estaba entusiasmado con el campeonato.
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GÉLIDO
FanfictionSinopsis: Hace dos meses... - ¿Realmente crees que es una buena idea? - Completamente Ibrahim. Ella es buena, pero carece de disciplina y eso es lo que le impide ser excelente. - No lo sé, hay algo que no termina de convencerme. - Créeme amigo mío...