Prólogo

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- ¡Eres odioso! 

Limpiándose las lágrimas, dio media vuelta y salió dando un portazo. Christopher bostezó aburrido, pero satisfecho consigo mismo. Siempre reaccionaban así. Pero para que hubiera un ‘siempre’ tenía que haber muchas que cayeran en la trampa. Nicole no había sido la primera en dejarse engañar, ni sería la última.

 

De cuando el lobo conoció al corderoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora