Unique

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Sus pasos eran lentos, temerosos mientras ingresaba al enorme castillo donde el sonido de violines se fundían con otros instrumentos para crear la más hermosa melodía que Yoon JeongHan en su vida hubiera escuchado. Observó el panorama, tan maravillado que no pudo ocultar la sonrisa en su rostro. Jamás pensó que entraría al palacio real, a una de esas fiestas tan importantes... Al cumpleaños del príncipe. Las increíbles decoraciones en oro, las risas de las personas, todo era perfecto ¡Una noche de ensueño!

La música cambió a una más animada, donde invitaban a todos a bailar, pero claro, el plebeyo decidió quedarse en su lugar, aplaudiendo y celebrando las coreografías tradicionales ¡Oh, vaya sorpresa se llevó cuando dos niñitas tiraron de sus manos hasta la pista de baile! La vergüenza lo invadió por completo, pero con una sonrisa tímida aceptó bailar con ellas ¿Cómo decirle que no a la inocencia? Más que seguir el ritmo, se entretuvieron en sus jugueteos de pies, riendo tan alegres como la noche pedía que fueran. Las madres de las niñas se sentían atraídas por el joven plebeyo, pero ante las miradas celosas de sus maridos poco podían hacer.

La espalda de Jeonghan chocó contra otro invitado, por lo que ante el temor de crear un caos rápidamente se inclinó en 90° a pedir disculpas, pero solo oyó una risita.

— Por favor, no haga eso.

La voz era tan dulce, tan embriagante que sus sentidos se bloquearon ¿Quién era dueño de tan única voz? Su vista se alzó para encontrarse con unos ojos felinos y una sonrisa que desbordaba ternura, las facciones delicadas, su piel ligeramente morena, su pelo perfectamente peinado. Su corazón dio un vuelco y volvió a doblarse en una reverencia.

— Príncipe... — dijo con un temblor en la voz. El príncipe volvió a reír y lo hizo erguirse una vez más.

— Debo pedirle, de nuevo, por favor que no es necesario. Veo que estaba entretenido con sus hermanitas ¿es así? — preguntó tan educado y tan elegante que Jeonghan comenzó a corroborar todo lo que se decía del príncipe: Tan guapo que te hacía galopar el corazón y una voz tan única que te hacía temblar las rodillas.

— Oh... ¡Oh, no, no es así, mi Señor! — se apresuró, tartamudeando en el intento y ruborizando sus mejillas al verlo alzar una ceja—. No eran esas niñas mis hermanas, sino unas acompañantes de danza...

El príncipe sonrió, extendiendo su mano hacia él, sorprendiéndolo.

— Entonces, espero acepte usted ser mi acompañante de danza esta vez.

Para un plebeyo como lo quera Yoon Jeonghan, el entrar en aquel castillo era un sueño ¿Pero bailar con el príncipe? ¡Santísima madre! Las mujeres presentes deberían estar envidiándolo, pues no solo compartieron tiempo de baile, sino cálidas conversaciones, como si se conocieran de toda la vida. La mirada contenta del joven pueblerino se paseó por la multitud un momento, sintiendo cómo todo su cuerpo se erizaba en un desagradable escalofríos. Ahí, pasando desapercibido, se encontraba una silueta casi por completo cubierta por telas oscuras y su rostro portaba una máscara. Ante la confusión en el rostro del príncipe, el chico de cabellos castaños sonrió y pidió disculpas, que necesitaba ir a saludar a un conocido.

— Te espero en la fuente de los jardines — susurró el príncipe contra su oído, haciéndolo estremecer y luego asintiendo. Antes de que se retirara, realizó una educada reverencia y finalmente siguió el rastro del hombre enmascarado.

El laberinto de personas era un obstáculo para él, pues parecían querer evitar su pequeña persecución, sin embargo una mano tomó su muñeca y lo arrastró hasta un pasillo desolado. Acorralado contra la pared se enfrentó cara a cara con el enmascarado. Su corazón latía con miedo, la presencia de aquel sujeto le provocaba un inmenso terror.

CrystalWhere stories live. Discover now