19/01/2015
MinSeok entró en la casa y sonrió al escuchar unos ruidos extraños, seguidos de malas palabras y luego más e insoportable ruido.
Subió al piso de arriba, siguiendo el sonido hasta la habitación frente a la suya... y dejó escapar una exclamación al ver que donde había habido una vieja moqueta por la mañana, ahora había suelos de madera.
Y unas cortinas con jirafas, con un manual de instrucciones delante de un pelinegro JongDae y la cuna en un millón de partes a su lado.
TaeOh, el hijo del primer matrimonio de su marido, estaba sentado a un lado de un gigante oso de peluche con las piernas cruzadas. El chiquillo tenía otro manual de instrucciones en sus manos y lo estaba coloreando alegremente.
Monggu, la mascota de JongDae, observaba desde la esquina donde Tan lo tenía atrapado. El felino levantó una pata para decirle quién era el jefe y Monggu miró a JongDae con cara de sufrimiento mientras movía la colita a modo de saludo.
JongDae levantó la cabeza con el pelo disperso a todos lados. Tenía serrín en el pelo y su sonrisa gatuna hizo lo que le había hecho desde el momento que dio el «si quiero»: que su corazón se llenase de amor.
- ¿Sabes una cosa? - murmuró el menor, mirando de nuevo las instrucciones -. Recuerdo que una vez pensé que un hogar era un sitio de descanso. Pues era un error, no he tenido un momento de descanso desde que compramos esta vieja casa.
Y era cierto, pero lo decía con afecto, con cariño.
Había tirado los muros del piso de abajo para darle a la casa un aspecto moderno que era la envidia de todo el vecindario y, especialmente, de su hermano JunMyeon, que vivía dos casas más abajo.
JongDae no era un carpintero profesional y a veces tenía que intentarlo dos o tres veces para conseguir que las cosas estuvieran más o menos bien.
El hecho de que a JongDae le gustase tanto cuando era tan malo hacía que MinSeok sintiera tanta ternura que casi le dolía. Aquel hombre que odiaba el fracaso se había convertido en alguien tan pero tan seguro de sí mismo, y en su amor incondicional por MinSeok, que fracasaba regularmente y luego se encogía de hombros restándole poca importancia.
En eso era en lo que el amor había convertido al pelinegro: en un hombre que aceptaba su humanidad junto a su hijo de cuatro años.
Y MinSeok adoraba eso.
- No tenías que empezar con el cuarto del niño todavía - dijo MinSeok, sentándose en la mecedora -. Estoy embarazado de un mes y medio, tenemos mucho tiempo.
- Ya conoces el dicho: «No dejes para mañana lo que puedas hacer hoy» - replicó él -. Además, me han pedido ayuda para solucionar un caso y ya me conoces: una vez que me ponga con eso no tendré tiempo para nada más - JongDae sacudió la cabeza con buen humor, aceptando que era obsesivo cuando se trataba de su trabajo.
MinSeok lo conocía bien y aceptaba esa parte de él que quería arreglar todo lo que estaba mal en el mundo. Pero había una gran diferencia: ahora volvía a la luz después de pasar un tiempo en la oscuridad al momento de enviudar. Y dejaba que el amor lo curase.
- ¿Y si las cosas no fueran bien? Es mi primer embarazo y nunca se sabe. Por eso deberíamos dejar la habitación para último momento. Tú ya tienes experiencia con bebés.
JongDae sonrió mirando de reojo a su primogénito, que seguía dibujando.
- Todo va a ir bien - le dijo, con tal convencimiento que MinSeok lo creyó.
Le asombraba que su marido, que una vez no había sido capaz de creer que la vida pudiera ser algo maravilloso, estuviera tan comprometido con un final feliz. JongDae ya veía a su segundo hijo en aquel cuarto y lo amaba con todo su corazón.
- Me encantan las cortinas - dijo el rubio -. ¿Dónde has encontrando la tela?
- He comprado la tela en Babyland - el pelinegro palmeo su rostro alegando el polvo -. Pero la barra está un poco torcida, pero la arreglaré.
- ¿Has ido a Babyland? - preguntó él, incrédulo.
- Hemos ido - señaló al infante con la cabeza -. ¿Por qué te sorprende?
- No es un sitio donde se reúnan expertos en homicidios o el nuevo comisario de Daegu - bromeó -. Te van a tomar el pelo.
- No se lo cuentes a tu amigo LuHan, pues no puede mantener la boca cerrada. ¿Me pasas el destornillador?
MinSeok se lo pasó.
- ¿Vas a ir al desfile mañana.
- Sí, claro. Al desfile, a la merienda, a los fuegos artificiales.
Monggu, que lo miraba con cara de adoración, parecía a punto de acercarse, pero como el gato lo vigilaba desde una esquina decidió no acercarse.
Los últimos dos años habían sido más maravillosos de lo que hubiera creído posible. MinSeok se despertaba cada mañana sintiéndose abrumadoramente feliz.
Cuando se conocieron hace tres años en la comisaría, JongDae parecía un hombre fuerte y valiente.
Y era valiente, podía verlo en sus ojos. Un hombre que no tenía miedo a nada. Pero, si había pensando que sería simpático y amable, estaba muy equivocado.
No sabía que le pasaba por la mente de su jefe al ponerlo de compañero pero trató de mantener la calma y hacer las pases con el menor. Otra vez se había equivocado.
Sus demás compañeros le contaron que JongDae no era así. Sonreía. Y la razón de esa sonrisa tenía nombre y apellido.
Kim JongIn.
En pocas palabras de sus compañeros, tuvieron química al tener contacto visual, pasaron la etapa del noviazgo entre citas románticas y discusiones dando resultado un matrimonio de dos años y un niño.
Y MinSeok descubrió por que el menor actuaba de esa forma. JongIn había fallecido cuando el niño tenía cinco meses.
No había nada cálido o simpático en esos ojos oscuros. Eran fríos y penetrante. Había un muro tan alto en ellos que fue sumamente difícil escalarlo. Difícil, pero no imposible.
Supo que lo amaba cuando conoció a TaeOh en casa del hermano del más joven. Los ojos de JongDae tuvieron una calidez y ternura cuando abrazaba al niño que lo enamoraron.
- Estas apresurando las cosas, Dae.
- ¿Y? Ya quiero que nazca la niña - el menor sacudió la cabeza con buen humor.
- Tengo el presentimiento de que será niño.
- ¿Y si las cosas no fueran así? Nunca se sabe si cambia de sexo y ....
- O pueden ser mellizos.
JongDae sonrió con las mejillas llenas de polvos y TaeOh estornudo tiernamente.
- Sería maravilloso.
- Soy el hombre más afortunado del mundo - dijo el menor. Gateo hasta estar entre la piernas del rubio, puso una mano en su plano abdomen, feliz por la nueva vida que tenían juntos.
Debo aclarar que JunMyeon cuidaba de Taeoh mientras JongDae superaba su pérdida.
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Limitless (ChenMin)
Romance«La habitación se abre, desde el fondo en la oscuridad, una llamada persistente y finalmente te veo y te pareces a mí, soy tú y tú eres yo...» «Oh, nene eres tú » ★Mención del KaiChen .