Todavía no podía creer lo que estaba sucediendo. Después de tantos años de casados, no esperaba que aquella situación pudiese llegar a darse, o al menos no de una forma tan exagerada. Desde el principio de nuestra relación, la idea de salir con mi jefe no me había llegado a convencer del todo, ya que al fin y al cabo, si algo salía mal, sería yo principalmente la que saliese perjudicada. Habíamos tenido nuestros problemas e igualmente los habíamos solucionado lo mejor posible. Finalmente, habíamos terminado casándonos tras un periodo de convivencia previa. Después de haber vivido tantas cosas juntos, no pensé que pudiese llegar a ser tan imbécil como en aquel momento.
—Que seas mi mujer no implica que deba dejarte pasar todos los errores que cometes en la empresa. A veces parece que olvidas que soy tu jefe –Kentin sonó enfurecido, casi harto de toda aquella situación—. No puedo dejar que mis empleados me pierdan el respeto y se burlen de mí, viéndome ser mangoneado por mi mujer.
Todo aquello fue la gota que colmó el vaso. No podía sentirme más indignada en aquel momento.
—¿Mangoneado dices? ¿Sabes qué, Kentin? Estoy harta ya de todas tus tonterías. Siempre que cometo algún error, acabas echándomelo en cara sin ningún tacto, pero esta vez te has pasado de la raya. Siempre procuro hacer bien mi trabajo, y aún más al ser el punto de mira de todos tus malditos empleados –la rabia que sentía en aquel momento, no podía ser mayor. Noté el corazón encogerse en mi interior, y cómo las ganas de llorar venían a mí—. No te imaginas ni por asomo la presión que siento al escuchar todas las habladurías de mis compañeros, y ahora vas tú y en vez de apoyarme, lo único que haces es decirme que te mangoneo, echándome las culpas del error de este último proyecto publicitario sin siquiera dejar que explique mi versión de los hechos –apreté mis puños con fuerza, observando con cierta ira cómo el jefazo iba cambiando su expresión a una de arrepentimiento—. Si de verdad vieses con detalle cada uno de los proyectos que he manejado, te darías cuenta de que apenas he cometido fallos en ellos, pero claro, el jefazo tiene que ponerse rabioso cada vez que escucha a sus empleados burlándose de él –sin poder soportarlo más, mi voz se quebró y las lágrimas comenzaron a deslizarse por mis mejillas.
—E-Evangeline... Cariño, n-no quería...
Iba a levantarse de aquella esplendorosa silla que le otorgaba el poder de la empresa, aquella que tanto adoraba y que tan varonil le hacía sentir, pero antes de que siquiera llegase a hacerlo, cogí la identificación que tenía enganchada al pecho y me la quité, para después estampársela en la cara sin cuidado alguno.
—Si vas a ser tan idiota en el trabajo, prefiero que no seas mi jefe. ¡Dimito!
Ni siquiera dejé que respondiese. Nada más decir aquello, me fui rápidamente de la sala, ocultando mi rostro lo mejor que pude y saliendo del edificio de la empresa sin tan siquiera preocuparme por recoger mis cosas.
Ya estaba harta de su actitud. Estaba cansada de que cambiase totalmente de personalidad cuando se trataba de trabajo. Ya no podía soportar más que menospreciase mi esfuerzo en la empresa de aquella manera.
Aquel... aquel no era el Kentin del que me había enamorado.
***
Para cuando el castaño llegó a casa, aún quedaban rastros de lágrimas por mis mejillas.
En todo aquel tiempo me había sido imposible dejar de llorar. Toda aquella situación me había afectado muchísimo, y no solo por aquel estúpido proyecto fallido, sino por todas aquellas veces que acabé tragándome la regañina y las duras palabras de Kentin sin venir a cuento.
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[CDM] Conflictos (Kentin)
RomanceOne-Shot. Evangeline es una chica entusiasmada con su trabajo y orgullosa del esfuerzo que emplea en él, sin embargo, a pesar de que su marido Kentin sea el jefe de la empresa, no parece que este vaya a ponerle las cosas fáciles y acabará por meter...