Ni siquiera lo pensó dos veces.
Saltó.
Saltó tan lento al igual que una pluma.
Una pluma que sale volando con tan solo un poco de viento.
Saltó.
Saltó para ser libre.
Libre del mundo en que vivía.
Libre de aquella maldición que lo hacía gritar cada noche.
Libre de la bestia en la que se había convertido.
Aquel fenómeno que en algún momento llamaron: niño.