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Sus ojos pesaban, sentía fuertes punzadas en el centro de su frente y la boca seca. Su espalda dolía por el lugar donde había dormido pero tampoco se quejaba.
Sus ojos se abrieron de a poco, se acostumbró a la luz en seguida y se refregó con una de sus manos sintiendo también como sus ojitos ardían por culpa del llanto en la noche pasada.

Miró hacia todos lados fijándose en la pared frente a él, no pudo evitar sonreir suavemente al notar los grafittis en esta, si algo amaba de ese lugar, era la libertad que dejaba ver.
Las paredes blancas de esa habitación de encontraban coloreadas con los que muchos llamarían "arte callejero", en su mayoría, eran mariposas de distintas formas y colores, algunas frases tanto en inglés como en coreano y simples garabatos coloridos que le habían provocado una linda sensación.

—Buenos días, bello durmiente— la puerta se había abierto dejando ver a un chico de cabello negro y piel pálida, el dueño de la casa, su hyung, Suga.

—Buenos días, hyung — saludó y miró como las dos manos del mayor eran ocupadas por dos tazas blancas que liberaban humo.

—Traje café, supongo que tienes hambre ¿no?— habló Suga sentándose en el borde de la cama y tendiéndole una de las tazas que JiMin recibió gustoso.

—Gracias— sonrió suave y bebió lentamente el café que le habían ofrecido sintiendo su estómago calentarse en seguida y cerrando los ojos ante la agradable sensación.
Ambos se encontraban en silencio, JiMin pensaba cada vez más en la pelea de la noche anterior con su novio y se preguntaba, por milésima vez, ¿qué era lo que estaba haciendo mal?

Por otro lado, Suga miraba de vez en cuando el rostro perdido de JiMin, notando sus ojos aún rojos y las horribles ojeras bajo estos, maldecía en su cabeza al chico que lo hacia sufir tanto. Se conocían hacía cinco meses y el mismo Suga se sorprendía del cariño que le tenía en tan poco tiempo.

—Sabes... HoSeok hará otra fiesta esta noche... — comenzó a hablar captando su atención —¿Te gustaría venir? —

JiMin soltó un nuevo suspiro y negó con la cabeza.

—Debo volver, tengo que disculparme con JungKook— dijo y el mayor de ambos frunció el ceño y apretó la taza en sus manos. ¿Disculparse?  Quizás no conocía a JiMin a la perfección pero por lo que sabía no era él precisamente el que debía pedir perdón.

—Pero... — quería discutirle y prohibirle por completo que hiciera algo así, pero solo suspiró, él no era quién para decirle qué decisiones tomar —Está bien— dijo y dio el último trago a su café —Ya lo sabes pero... Si quieres olvidarte un rato de ese idiota o hacer lo que hicimos el primer día que nos vimos... Aquí estoy.—

JiMin sonrió ante el recuerdo, la primera vez que conoció a Suga sería inolvidable, la llamará siempre "La mejor noche de mi vida"

—Lo sé, hyung— le tendió la taza y el mayor la tomó, levantándose luego.

—Ahí está tu ropa — señaló la silla cerca de la pequeña cama donde JiMin estaba y enseguida se sintió algo mal, había hecho que su hyung durmiera en un incómodo sillón, como si no hubiera sido suficiente haberlo buscado tan tarde y hacerlo escuchar las razones de su desconsolado llanto. —Te dejé mi sudadera para que no tengas frío al volver.—

—Pero hyung, es tuya, no puedo llevármela— se negó JiMin mirando al mayor.

—Te la llevarás y tendrás que volver para tráermela— dijo sonriendo y guiñándole un ojo al menor, haciéndolo reir suavemente.

—Está bien, hyung— el mayor después de eso salió de la habitación y JiMin miró la fina sábana que lo cubría para apartarla, dejando sus piernas desnudas al descubierto. Se levantó y tomó su ropa poniéndosela lentamente, cuidando de no marearse, por esas razones odiaba llorar tanto.
También tomó la sudadera negra y algo desgastada, Suga no tenía muchas por lo cual no le gustaba la idea de llevársela, pero su hyung insistiría y él no podía negarle nada, así que cuando acabó de vestirse miró una vez más la colorida habitación y caminó por la pequeña casa.

—Hyung, ya me... — no pudo seguir hablando porque una palma se posaba firme sobre su boca, hubiera gritado, pero sabía perfectamente de quién se trataba.

—Sabes que puedes quedarte, no tienes por qué volver con ese chico— habló Suga apoyando su mentón en el hombro del menor mientras lo sostenía por detrás.
Las manitos de JiMin subieron a la gran mano que cubría su boca y la quitó de a poco.

—Gracias, hyung. Pero en serio debo arreglar esto. — volteó quedando frente a su amigo que no soltaba su cintura aún. Suga suspiró rendido y con su otra mano revolvió los cabellos del menor.

—Suerte, niño. —

Y después de eso y algunas miradas más, JiMin salió de la pequeña casa.

Run [YoonMin]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora