Regaba aquellos botones de oro con una leve sonrisa en sus labios, aquella cama resplandecía ante los leves rayos de sol que les daba. Era otoño, una época donde la temperatura comenzaba a bajar en algunos días, unos mas que otros.
El que regaba las flores estaba abrigado, una suéter rojo, encima de este una chaqueta de negra con el cuello lleno de una felpa blanca como los esquimales, una bufanda de tonalidades negra y amarilla, Unos pantalones grises algo gastados de las rodillas, mientras que sus tenis eran de tonalidad rojiza con detalles blancos. Cubría su boca con su bufanda, en su cuello se podían ver dos joyerías.
Una estrella, como la de todas las noches que resplandece en el cielo siendo la estrella que nunca se apaga, De un coló amarillo metálico, llegando a ser dorado. Y otro, una cadena de plata con un dije de corazón rojo, ese lo cuidaba con su alma. No quería que nada le pasara a ese dije que le traía muchos recuerdos.
El agua se acabo en la regadera, dando a entender que había terminado. Guardo aquel artefacto en su mochila café oscuro. Donde había una pala, macetas y otras cosas de jardinería perfectas para cuidar aquellas flores tan importantes para él. En las mas pequeñas bolsas de la mochila tenia su teléfono, y otras cosas que mas adelante mencionare. Miro el manto, veía varias flores demás, pero eso le contentaba. Contó las necesarias para sus propósitos.
Las recorto suavemente y las unió en un pequeño ramo de estas mismas, tomo un lazo en su mochila de color blanco amarrándolo en los tallos. Cuando tenia este sonrió, sabía que le encantaría a él, siempre le gustaba la belleza de aquellas simples flores lo tan hermosas que pueden ser. Las admiró por un segundo, ya sabia porque le gustaban tanto a su amado, y debía admitir que también eran sus favoritas le recordaban a él.
Se acomodo la mochila, y fue a la parada de autobuses esperando el que siempre tomaba cada día a esa misma hora. Iba tan seguido, que hasta los hombres del transporte publico lo conocían y siempre esperaban que el subiera a veces con simplemente su mochila desgastada y una pequeña sonrisa, otras veces con lo que llevaba en sus manos en esos momentos, el pequeño ramo de flores doradas. Se subió al autobús que era el suyo, encontrándose con un hombre de aproximadamente cincuenta años en adelante con unas canas en su cabellera castaña clara, unas pocas arrugas en su rostro. Pagó el pasaje, el hombre le sonrió.
—Ya es la hora de las visitas— Le hablo con una diminuta sonrisa.
—Así es, sabe que nunca me pierdo una— Le sonrió mientras tomaba asiento al lado de una ventana.
El autobús comenzó a caminar de nuevo, con sus ojos observaba las mismas calles de siempre, la misma rutina; aunque en realidad a el le encantaba esa rutina. Aproximadamente unos quince minutos de viaje para llegar a su destino. Se bajó del transporte sin antes despedirse del chofer de este el día de hoy, miro el lugar con cierta nostalgia. Nunca le había gustado los lugares así, pero tenia que hacer ese sacrificio por él, él lo valía todo. Le enseñó lo que era la felicidad y estaba pagando aquella deuda cada día porque adoraba hacerlo.
Entro atravesando las puertas blancas del lugar, poca gente estaba dentro del edificio. Se acercó a la recepción donde la misma enfermera de siempre le daba el permiso para ir a aquella habitación. Sonrió al ver a la dama de cabellos rubios.
—Oh, Hola Hijo, ya estaba preparando tus papeles...— Habló la dama con una sonrisa
—Muchas gracias Señorita Isabel.— Le sonrió a la dama y de su mochila sacó un pastelillo que estaba en una caja que puso en el escritorio —Sabine le manda este pastelillo de banana.
—Oh gracias hijo, ella sabe que es uno de mis favoritos. Lo comeré en mi descanso.— Tomo este y lo puso en otro lugar, le acerco los papeles al adolescente el cual firmo rápidamente —Ya esta hijo, ya puedes ir a verle.
—Gracias.— Se fue de la recepción para pasar mas haya de la sala de espera del hospital, iba por las habitaciones del establecimiento cada una con un numero diferente y una historia dentro de esta.
Habitación "17 D", la que visitaba cada día sin falta. Tomo el picaporte de la puerta dándole un giro abriéndola con una leve sonrisa.
—Noc, Noc...— Habló con algo de comedia.
—"Who's there?"— Respondió
—Flower...
—"Flower who?"
Se acerco lentamente a la camilla, donde el cuerpo de su ser amado reposaba con varias maquinas conectadas a su cuerpo a principal que marcaba los débiles latidos de su enfermo corazón. Estaba en coma ya mas de un año; pero era de esperarse según sus padres ya que desde que nació a estado muy mal del corazón. Las flores de la ultima ves que le llevo estaban algo marchitas pero eso no le importó por el momento.
—Flower you today, Coffee Sweet?
No hubo respuesta, pero en su mente pasaba el pensamiento de que si estuviera despierto reiría ante tal broma. La cual era siempre su favorita y su forma de saludo. Se acerco a su mano la cual tomó, estaba helada; dejo un beso en esta. Sonrió nostálgico.
—Ya vine, Freddy...— Habló Fred observando el cuerpo del mencionado —Te traje otro ramo, espero que te guste...
Dejo este junto con las otras que ya caían algunos pétalos. Acaricio la mejilla morena de su novio.
No se dio cuenta que el alma de este mismo le sonreía con lágrimas detrás de él mientras lo abrazaba por la espalda.
—"Gracias, Bad Comedian"
Susurró mientras una de las lágrimas deslizaba por su mejilla, y comenzaba. escuchar lo su había pasado en el día del azabache. Siempre escuchaba, como el había hecho antes con él. Mientras que apreciaba los botones dorados en la mesa, como amaba a aquel mal comediante.
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.Preparen sus pañuelos que esto va a doler.
Inspirado en Flowerfell y una historia vieja que borre que los que son veteranos de mi perfil sabrán de que hablo.Atte: Una escritora con ganas de llorar.
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? Flores Para Ti ? Frededdy ?
FanfictionBotones de Oro, cada uno era cuidado con cariño y paciencia. Como él lo hizo alguna vez, Siempre estaba ahí, Cada día sin falta. Tenia en su cuello dos collares, Uno con una estrella Y otro con un corazón rojo. Cada vez que habían botones suficie...