LuHan disfrutaba su vida tranquila, sin necesidad de hacer mucho más que cultivar flores y venderlas en la tienda que su madre le había heredado antes de morir.
Su vida no era complicada, en realidad para sus 21 años era un logro vivir con calma en un lugar como Suecia en aquellos días, cuando la iglesia tenia el poder y la santa inquisición mataba a diestra y siniestra sin compasión alguna a cualquiera que fuera en su contra.
Y aunque en su pequeño pueblo todos le temían, nunca compraban las flores que él vendía, nunca lo invitaban a las celebraciones comunes, la gente no quería venderle comida o ropa, sin embargo, LuHan era feliz por que no necesitaba de esas cosas, no necesitaba la aceptación de gente hipócrita del pueblo, tenia todo lo que necesitaba sin ayuda de ellos.
De igual forma no pasaba demasiado de su tiempo en aquel lugar, él prefería mucho más la compañía de aquellos que se ocultaban de los ojos extraños en el bosque cercano a su hogar.
Y aunque esa era la razón principal por la cual todos le temían o bueno, le tenían miedo a sus “amigos”, LuHan nunca le tomo importancia a los rumores sobre su persona, riéndose a veces por que la gente tenia demasiada imaginación como para pensar en historias tan locas para acusarlo de algo.
LuHan creía que la gente estaba equivocada, todos le habían dicho que el bosque era un lugar peligroso, que adentrarse a aquel lugar significaba una muerte segura a manos de los animales salvajes o del frío que se podía sentir en las noches.
Y aún con todo aquello algo lo llamaba a explorar, así que cuando aún era él un adolescente de apenas 15 años y su mamá trabajaba, demasiado ocupada para prestarle atención a su hijo, decidió adentrarse al oscuro bosque, procurando que nadie lo viera pues podrían acusarlo de hacer algo indebido y a su madre de brujería y eso era lo que menos quería en aquellos días.
Recuerda que en un principio no había nada más que un montón de flores, árboles y muchas plantas, la luz del sol se colaba entre las hojas verdes, dándole un aspecto casi mágico al lugar, el ruido del pueblo desaparecía con cada paso que daba, escuchando el cantar de pájaros, el zumbido de algunos insectos, el ruido del lago.
LuHan estaba demasiado encantado con todo lo que encontraba, con la paz que sentía que no se dio cuenta que se había perdido, no recordaba como es que llego hasta el punto donde estaba y aunque eso debía de preocuparle demasiado, sentía que aquel bosque no era un mal lugar como tanto decían en su pueblo.
Quizás por eso es que no le importo seguir caminando, pese a no llevar comida, agua, algún medio para defenderse de los animales o ropa adecuada para andar por esos lugares.
Mientras más se adentraba, la naturaleza se volvía más frondosa, era más complicado moverse con sus ropas sin romperlas con alguna rama o siquiera mantener el equilibrio pues las raíces crecían demasiado y sus pies se atoraban en algunas ocasiones. El sudor bajaba por su frente y aunque había caminado por lo que parecían horas, sabia que no había pasado demasiado por la posición del sol.Aun con todos los obstáculos logro llegar hasta la orilla del lago, el agua pasaba lento y podía ver incluso algunos pequeños y coloridos peces pasar con calma, no espero mucho más cuando él ya estaba sentado a la orilla del lago, mirando como el agua brillaba bajo el reflejo del sol de verano. Sus pensamientos fueron interrumpidos por un momento, cuando pudo ver como del otro lado del lago un ciervo se detenía a beber algo de agua, nunca en su vida había podido tener la oportunidad de admirar a un animal así vivo, los cazadores solían traerlos muertos para las celebraciones importantes. Se mantuvo lo suficientemente quieto para no alertar al animal de su presencia y se maldijo a si mismo cuando recordó que no trajo su cuaderno de dibujo para tratar de retratar a aquella hermosa criatura.
Sus ojos no podían despegarse de aquel ciervo, tan tranquilo y sin preocupación alguna por un futuro, se imaginó a él mismo como un ciervo libre para correr por el bosque y vivir la vida, por así decirlo, y sin poder evitarlo una pequeña sonrisa apareció en sus labios, soltando un suspiro, quizás demasiado fuerte por que aquel animal levanto la vista del lago y lo mirara fijamente, LuHan sintió algo de temor en un principio, no por su vida, sino por que aquella criatura decidiera irse. Aunque sus pensamientos no duraron demasiado cuando el ciervo hizo alguna especie de ruido extraño y continuara bebiendo agua, LuHan recuerda que sintió su cuerpo llenarse de felicidad por que el animal no se fue.
Quizás por eso se atrevió a ponerse de pie, lento y con calma, caminando hasta pararse frente al gran ciervo del otro lado, sonriendo en todo momento, estirando su mano como si pudiera tocarlo, queriendo tener aquella tranquila vida que poseía el animal, sin preocuparse de ser asesinado o morir por las enfermedades tan terribles que aquejaban a su especie. En algún momento el ciervo dejo su deber de beber agua y miro a LuHan con aquellos brillantes ojos, sus grandes astas siempre imponentes y quizás el animal sintió lastima al ver los ojos del humano, quizás entendió sus males sin necesidad de hablar y por ello estiro su cabeza, dejando que la mano de LuHan lo tocara, acariciando su suave pelaje.
LuHan sabe que desde aquel momento su vida cambio por completo, por que de un momento a otro sintió que su corazón latía mucho más rápido, sintió que sus piernas eran débiles y su vista se volvió borrosa, su cabeza dolía y lo único que pudo ver fue a un ciervo mirándolo con gracia y lo único que pudo sentir fueron unos brazos rodeando su cadera y evitando que cayera.
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Wicca; LuBaek
FantasyEn la época de caza de brujas, en un pequeño pueblo vivía un hombre llamado LuHan, de 21 años. Se cuenta que él podía entrar al bosque en cualquier época, podía pasar meses ahí y nada le pasaba, podía sobrevivir a las bestias que habitaban el lugar...